Resumen y sinopsis de Autopsia de una langosta de Helena Torres Sbarbati
Una tarde de explosión de rabia contenida, escribió en su diario: «He sobrevivido con elegancia a Videla, a la decepción de Cuba y Mao Tse Tung, a la cocaína, a un aborto ilegal con anestesia total en condiciones insalubres, a una cesárea, dos tornados, un incendio, un accidente de moto, un divorcio, dos depresiones, un principio de brote esquizofrénico, al amor manipulador y al romántico, a un hijo rebelde y una madre furiosa. Como diría la gran Manuela Trasobares: “¡¿De qué me tengo que disfrazar?! ¡¿De qué?!”». *Del gr. αúτοψíα, acción de ver por los propios ojos «Las langostas serían perfectas: sigilosos habitantes nocturnos de los fondos más turbios del océano que se alimentan de desechos de otros animales. Y este no es el único lugar común con las perras de mi jauría: tienen un caparazón durísimo que cambian varias veces a lo largo de su vida, para luego comérselo y reponer así la debilidad provocada por la muda. Es considerada un manjar exquisito y de poderes afrodisíacos, pero difícil de matar y potencialmente mortal para personas alérgicas a sus deliciosas carnes, por lo que sólo es apta para paladares experimentados y alejados de prejuicios. Además, es rosa, como nuestra deseada limusina.»