Resumen y sinopsis de El correo de Bagdad de José Miguel Varas
Durante el año 1973, en los archivos de un reconocido diario chileno son encontradas extrañas cartas fechadas entre 1960 y 1962, escritas desde Bagdad por Aliro Machuca Pailahueca, pintor mapuche apodado "El Huerqueo", destinadas a Josef Beran, Doctor en Lenguas Romances con residencia en Praga. Años antes, este había enviado el legajo para reivindicar la memoria del pintor, luego de que una de sus exposiciones recibiera duros comentarios por parte del crítico de arte del diario nacional. Uno de los periodistas es encomendado por el director del diario para dar a conocer dicho "mamotreto", como lo llama, con el que poco a poco se irá involucrando, de modo que meses más tarde ni el golpe militar será capaz de interrumpir su tarea.
El connotado escritor José Miguel Varas, narra esta novela epistolar de humor agridulce a través de tres voces a partir de las cuales podemos acceder a las historias de vida de estos personajes, su relación con los diferentes territorios y temporalidades: la obsesión del periodista chileno con el paradero del pintor teniendo como telón de fondo la dictadura militar, las aventuras de un artista que es morador de una sociedad que le es ajena en la convulsa Bagdad y un académico solitario y fraternal habitando el "socialismo real" de Checoslovaquia.
Por Juan Ignacio Colil
La novela “El correo de Bagdad”, obra de José Miguel Varas, fue publicada por primera vez el año 1994 por Editorial Planeta, después lo hizo Alfaguara y ahora lo hace LOM ediciones. Nunca había leído a Varas, no sé bien por qué, simplemente no lo había hecho, pensaba que en algún momento iba a llegar el día, y llegó.
Caminaba yo por San Diego y me encontré con la galería de libros viejos, había una amplia oferta. Me puse a mirar y de repente me encontré con una vieja edición de esta novela. Lo tomé y comencé a leer sus primeras páginas. Fue suficiente para tentar mi lectura. La novela trata un mamotreto que el director de El Siglo, durante el año 73, le entrega a un periodista para que lo lea y vea si sirve de algo. Le dice que es un conjunto de cartas que llegó hace mucho tiempo y ahí fue quedando olvidado en un cajón. El mamotreto en cuestión contiene un conjunto de cartas que el profesor checo Joseph Beran recibió por parte del pintor mapuche Aliro Machuca Pailahueque; conocido como Huerqueo, quien se casó con una sobrina del profesor, Eva Befanova, y se fueron a vivir a Bagdad. A estas se suman las notas aclaratorias que el mismo profesor realiza de las cartas de Huerqueo y en la que nos da pistas de su propia vida. El objetivo del profesor es aclarar de alguna forma la vida del pintor y darle realce a su obra, ya que en una exposición que se realizó en Chile el año 1962, no obtuvo una buena crítica.
De esta forma la novela está compuesta por tres voces: el periodista que nos cuenta su relación con el mamotreto desde su primer día hasta muchos años después donde el mamotreto lo acompaña hasta en su exilio, las cartas de Huerqueo al profesor y las notas aclaratorias del profesor, que merecen una mención aparte, ya que están escritas en una mezcla de un castellano extraño donde se tuercen un poco los tiempos verbales, las terminaciones, etc.
Hay que recordar que el profesor checo es profesor de lenguas romances, entonces se le confunden los cables. Más allá de las anécdotas y las historias que la novela nos cuenta, existen varios puntos a resaltar. En primer lugar, el recurso de las cartas y del mamotreto que pasa años en un cajón; ambas situaciones que en el mundo de hoy son extrañas y lejanas. Estamos en el tiempo de la comunicación instantánea y donde nada queda escondido. Escribir cartas era en sÍ un arte y hay una tradición de novelas en este sentido. Varas retoma muy bien este aspecto. Tanto Huerqueo como el profesor se lucen con sus cartas, con estilos muy distintos. En segundo lugar, son las historias que nos va narrando y donde va apareciendo parte importante de la historia de la segunda mitad del siglo XX. Varas no cae en la prédica ni en la moraleja. Van apareciendo hechos y personajes que a uno lo hacen dudar si la imaginación de Varas era tan exagerada o la historia es una comedia.
En tercer lugar, es importante la voz del periodista que atraviesa la historia de Chile desde meses antes del Golpe de Estado en Chile hasta décadas después y en breves brochazos nos habla del período, del exilio y su relación con los personajes del mamotreto. Lo otro interesante son las pistas que van apareciendo en las cartas de Huerqueo, y como son de un pintor, de lleno nos vemos sumidos en los matices, colores, tonos, enfoques, encuadres, actitudes, luces; lo que va demostrando que Varas, además de ser un hombre inteligente, también es capaz de entrar en el mundo de la pintura y hablarnos desde esos códigos. La mención a una obra anterior llamada “El correo de Bagdad” publicada en 1949 y cuyo autor es Rodolfo Rivadeneira y las impresiones de Huerqueo al visitar el edificio de correo de Bagdad, me hacen pensar en cómo se relacionan y contraponen estas experiencias, y cómo hace Varas para ir mezclando datos, hechos ocurridos con la ficción. Santiago, Praga y Bagdad, pero también el sur del Chile, Bohemia, los desiertos y los ríos de Iraq aparecen en la novela y uno como si nada va saltando de épocas y lugares, con la simpleza y la seguridad de una excelente narración. Es de esperar que nuevos lectores conozcan y disfruten esta novela.