Resumen y sinopsis de Al revés de Joris-Karl Huysmans
La vida de Des Esseintes -el Don Nadie de esta novela- que se nos presenta en la misma es el ejemplo acabado de la neurosis. Des Esseintes puede hasta resultarnos digno de lástima: su dandismo y decadencia, su excentricidad y morbosa sensibilidad... Des Esseintes es un personaje, ciertamente, tan pasivo que poco tiene que decirnos -así se nota en la novela, donde apenas dice esta boca es mía, pero su búsqueda de la belleza nos lo sitúa a millones de años luz de nuestros coetáneos, conformistas que se contentan con los excrementos de la actualidad; en esta novela todo tiene que decírnoslo el mismo autor, J. K. Huysmans, pues Des Esseintes no sabe no contesta: Des Esseintes está demasiado abotargado, nació cansado y apenas puede articular palabra.
Des Esseintes es el último y enfermizo vástago de un linaje aristocrático condenado a desaparecer. Ha experimentado la vida desde todos los ángulos, y lo único que ha obtenido de ella es frustración y hastío, descontento ante la realidad que le rodea y una desengañada misantropía, un profundo desprecio por el hombre moderno y su vulgaridad característica. Insatisfecho, exquisito, hipersensible, decide enclaustrarse en un mundo propio donde dar rienda suelta a refinadísimos placeres y rebuscadas excentricidades. El mundo interior de Des Esseintes es bullente y neurótico, en él tienen lugar visiones macabras, evocaciones del pasado a partir de ciertas impresiones, incluso arrebatos místicos. Des Esseintes, en defintiva, es el arquetipo (llevado casi al extremo de la parodia) del maldito encerrado en sí mismo, del decadente, del individualista impenitente que hace de su propia vida una obra de arte, que desprecia absolutamente al populacho, que encuentra refugio en paraísos artificiales, los cuales le proporcionarán sensaciones embriagadoras y volátiles. Y además, Des Esseintes es el alter-ego literario del autor, que proyecta ideas propias en el personaje y obtiene algo más que una novela; una declaración de intenciones, un manifiesto reivindicativo de una nueva sensibilidad, donde son abundantes las disquisiciones sobre pintura y literatura, las opiniones a favor y en contra, citando a muchos artistas de la época pertenecientes a disciplinas varias. Una unión de fondo y forma, ética y estética, vida y ficción, de una coherencia sin igual. Por otra parte, el protagonista es el centro absoluto de la narración (cómo no), y por cierto que no hay mucho que narrar... es la descripción exhaustiva, hasta en los matices más irrisorios (piedras preciosas, flores exóticas, elementos decorativos y arquitectónicos...) lo predominante. El capricho y la enfermedad arrastrarán a nuestro héroe a un final por completo pesimista, más aún que la filosofía de vida, pesimista de por sí, que profesa. La inclinación hacia el mal, el anhelo religioso, permiten subvertir los valores conservadores, hipócritas, de la sociedad (por contradictorio que pueda parecer). Es “Al revés” una novela de su tiempo, rompedora con la estética naturalista de Émile Zola, y por lo tanto, con el afán científico, positivista, utilitario. El arte por el arte, el gusto por lo elevado, por lo subjetivo, por lo espiritual incluso, deben ser el nuevo modelo a seguir, deben buscarse nuevas formas de expresión que sorprendan y que superen los limitados moldes realistas. La naturaleza ha perdido el misterio, ahora lo sublime debe buscarse en la imitación y en el artificio, en la creación y en la fantasía humana, pues poco más hay que merezca la pena en un mundo tan desolador.
Des Esseintes es el último y enfermizo vástago de un linaje aristocrático condenado a desaparecer. Ha experimentado la vida desde todos los ángulos, y lo único que ha obtenido de ella es frustración y hastío, descontento ante la realidad que le rodea y una desengañada misantropía, un profundo desprecio por el hombre moderno y su vulgaridad característica. Insatisfecho, exquisito, hipersensible, decide enclaustrarse en un mundo propio donde dar rienda suelta a refinadísimos placeres y rebuscadas excentricidades. El mundo interior de Des Esseintes es bullente y neurótico, en él tienen lugar visiones macabras, evocaciones del pasado a partir de ciertas impresiones, incluso arrebatos místicos. Des Esseintes, en defintiva, es el arquetipo (llevado casi al extremo de la parodia) del maldito encerrado en sí mismo, del decadente, del individualista impenitente que hace de su propia vida una obra de arte, que desprecia absolutamente al populacho, que encuentra refugio en paraísos artificiales, los cuales le proporcionarán sensaciones embriagadoras y volátiles. Y además, Des Esseintes es el alter-ego literario del autor, que proyecta ideas propias en el personaje y obtiene algo más que una novela; una declaración de intenciones, un manifiesto reivindicativo de una nueva sensibilidad, donde son abundantes las disquisiciones sobre pintura y literatura, las opiniones a favor y en contra, citando a muchos artistas de la época pertenecientes a disciplinas varias. Una unión de fondo y forma, ética y estética, vida y ficción, de una coherencia sin igual. Por otra parte, el protagonista es el centro absoluto de la narración (cómo no), y por cierto que no hay mucho que narrar... es la descripción exhaustiva, hasta en los matices más irrisorios (piedras preciosas, flores exóticas, elementos decorativos y arquitectónicos...) lo predominante. El capricho y la enfermedad arrastrarán a nuestro héroe a un final por completo pesimista, más aún que la filosofía de vida, pesimista de por sí, que profesa. La inclinación hacia el mal, el anhelo religioso, permiten subvertir los valores conservadores, hipócritas, de la sociedad (por contradictorio que pueda parecer). Es “Al revés” una novela de su tiempo, rompedora con la estética naturalista de Émile Zola, y por lo tanto, con el afán científico, positivista, utilitario. El arte por el arte, el gusto por lo elevado, por lo subjetivo, por lo espiritual incluso, deben ser el nuevo modelo a seguir, deben buscarse nuevas formas de expresión que sorprendan y que superen los limitados moldes realistas. La naturaleza ha perdido el misterio, ahora lo sublime debe buscarse en la imitación y en el artificio, en la creación y en la fantasía humana, pues poco más hay que merezca la pena en un mundo tan desolador.