Resumen y sinopsis de Dios y el estado de Mijaíl Bakunin
La producción capitalista contemporánea y las especulaciones de los bancos exigen, para su desenvolvimiento futuro y más completo, una centralización estatista enorme, que sería la única capaz de someter los millones de trabajadores a su explotación. La organización federal, de abajo a arriba, de las asociaciones obreras, de grupos, de comunas, de cantones y en fin de regiones y de pueblos, es la única condición para una libertad verdadera y no ficticia, pero que repugna a su convicción en el mismo grado que toda autonomía económica es incompatible con sus métodos. Al contrario, se entienden a maravilla con la llamada democracia representativa: porque esa nueva forma estatista, basada en la pretendida dominación de una pretendida voluntad del pueblo que se supone expresada por los pretendidos representantes del pueblo en las reuniones supuestamente populares, reúne en sí las dos condiciones principales necesarias para su progreso: la centralización estatista y la sumisión real del pueblo soberano a la minoría intelectual que lo gobierna, que pretende representarlo y que infaliblemente le explota [...] La ruta viviente concretamente razonada es la ciencia, el camino del hecho real al pensamiento que lo abarca, que lo expresa y que, por consiguiente, lo explica; y en el mundo práctico, es el movimiento de la vida social hacia una organización lo más impregnada posible de esa vida, conforme a las indicaciones, a las condiciones, a las necesidades y a las exigencias más o menos apasionadas de esa misma vida.De acuerdo con esa convicción nosotros no sólo no tenemos la intención o el menor deseo de imponer a nuestro pueblo o a cualquier otro pueblo tal o cual ideal de organización social, leído en los libros o inventado por nosotros mismos, sino que, convencidos de que las masas del pueblo llevan en sí mismas, en sus instintos más o menos desarrollados por la historia, en sus necesidades cotidianas y en sus aspiraciones conscientes o inconscientes, todos los elementos de su organización normal del porvenir, buscamos ese ideal en el seno mismo del pueblo; y
como todo poder estatista, todo gobierno debe por su esencia misma y por su situación al margen del pueblo y sobre él, aspirar inevitablemente a subordinarlo a una organización y a fines que le son extraños, nos declaramos enemigos de todo poder gubernamental y estatista, enemigos de toda organización estatista en general y consideramos que el pueblo no podrá ser feliz y libre más que cuando, organizándose de abajo a arriba por medio de asociaciones independientes y absolutamente libres y al margen de toda tutela oficial, pero no al margen de las influencias diferentes e igualmente libres de hombres y de partidos, cree él mismo su propia vida.
Ha participado en esta ficha: Almaga
Obra un poco tediosa cuando se interna en conceptos filosóficos que desconozco y que tuve que saltear.
Interesante cuando va hacia lo concreto: relación entre Estado y religión para dominar a las masas y conservar el poder.
Pese a encontrarse inacabada, una obra fundamental para comprender las bases de la ideología anarquista. En ella, Bakunin expone su filosofía basada en el materialismo, a favor de la sociedad, su evolución y su continuo cambio (en base a la rebelión constante). La libertad humana, que procede de una conciencia colectiva entre seres iguales, únicamente puede darse en la sociedad, donde el hombre se realiza y se reconoce como libre entre sus semejantes, pues es influenciado por su entorno y su herencia desde el nacimiento.
Por el contrario, critica duramente a la religión; legitimada en abstracciones que niegan la realidad, al idealismo; por anteponer las figuraciones antes que lo material, y al liberalismo; negando que exista una individualidad que complete y haga perfectos o autosuficientes a los seres humanos. El estado se basa en estas ideologías negativas, en un poder concentrado y estático, legitimado para ejercer la tiranía y sin otro objeto que la imposición de la autoridad.
Así pues, el libro contiene ideas hoy asumidas (el alejamiento del poder por parte de la religión), y otras muy utópicas e improbables, que distan de haberse materializado o de poder hacerlo. Con todo, una lectura de considerable interés (para los interesados en el tema, claro está).
Como crítica y debate contra Dios y el Estado, es perfecto, pero como tratado anarquista queda débil, puesto que las interrogantes planteadas son endebles y en ocasiones insuficientes. Aún así un libro de obligatoria lectura dentro del panorama anarquista.