Resumen y sinopsis de Amor de perdición de Camilo Castelo Branco
“Hojeando los libros antiguos de registro de la cárcel de la audiencia de Oporto, leí en el de entradas de presos de 1803 a 1805 lo siguiente: “Simón Antonio Botelho... de dieciocho años de edad...” Al margen izquierdo del asiento se ve escrito: “Salió para la India el 17 de marzo...” Con el escueto apunte de una deportación se abre esta novela que reúne todos los ingredientes de los amores desgraciados, truncados por el honor, los rencores, las convenciones, la dureza de sentimientos. Amor de perdición es un relato inolvidable que figura por derecho propio entre las grandes obras de las letras europeas.
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Aun tratando del amor, nada que ver tiene este clásico de la literatura lusa con romances empalagosos y ñoños. Su médula es un romanticismo extremo, una visión del amor como absoluto, como idea total y comunión entre dos seres que, de ser imposible de lograr en la vida terrena (a causa de circunstancias tan mundanas como el odio entre familias) … la única salida posible y preferible no es otra que la muerte, sin concesiones ni medias tintas. El amor es aquí algo tan sublime como desgraciado y fatal, y ésta no es sino la enésima historia en torno a dos enamorados adolescentes y su relación prohibida por los odios enquistados, cuyas consecuencias son devastadoras y trágicas, alcanzando a todos los implicados en el drama. Por no decir que la parejita ni se ve en toda la novela, su relación es enteramente epistolar (cosa que idealiza más aún si cabe su enamoramiento) y permanecen cada uno en su propia reclusión; la de ella, un convento cuyas monjas no son exactamente un ejemplo edificante de virtudes cristianas, con lo cual Castelo Branco dirige sus dardos hacia ciertos sectores eclesiásticos. Aparte de la cuestión romántica, asoma una mirada crítica hacia una sociedad cambiante, hacia la cabezonería paternal, ligada a un sentimiento anticuado de la honra y la propia imagen.
Y frente a estas apariencias, contra la banal conciencia de superioridad aristocrática (presente en la esposa del corregidor), reacciona la pureza de los jóvenes (la de un protagonista, Simao Botelho, que es puro temperamento byroniano), guiados por unos principios firmes, contrarios a la razón imperante (un contexto nada casual el de los ecos de la revolución francesa). Pero no son los únicos, pues los personajes de diferente y más baja condición social (el herrador) también permanecen vinculados a la palabra dada; más calamitoso incluso resulta el devenir de la otra mujer sufridora de la historia, con quien acaba trazándose un triángulo amoroso… es el infierno del amor no correspondido, la devoción incondicional y desinteresada, sin esperar nada a cambio, lo que determina su experiencia, igual de tortuosa y de idéntico desenlace a la de los dos amantes. El villano de la función puede que quede como la creación más floja y con menos carisma. El autor, que puso en el relato bastante de su propia vida, escribe con un estilo elaborado, altisonante, recurre al “manuscrito encontrado” de un supuesto ascendiente suyo, colándose en la narración con sus propios comentarios, lo cual sin duda enriquece los enfoques, la mezcla de lo real y lo ficticio, lo crudo y lo lírico, de la obra.