Resumen y sinopsis de La apuesta de Casanova de Orazio Bagnasco
Venecia, invierno de 1754. ¿Qué hacen juntos en la ciudad de las aguas, al margen de las fechas históricas y a merced de la fantasía, Giacomo Casanova, don Juan Tenorio, el embajador de Francia y cierto reverendo? Con la elegancia que le caracteriza, Orazio Bagnasco nos presenta una historia que gira alrededor de un servicio de mesa de cristal de Murano que debe llegar cuanto antes a una ilustre dama francesa, nada menos que madame de Pompadour. Giacomo Casanova será el encargado de que dicho servicio llegue a su destino, pero en su camino surgen una serie de inconvenientes, entre ellos la siniestra figura del español don Juan Tenorio, quien reta al italiano en el arte de la seducción.
Ha participado en esta ficha: Nahui Ollin
Lamentable. Es la única palabra que se me ocurre para referirme a La apuesta de Casanova, un libro que no terminas de saber qué es lo que pretende contar, pero lo suficientemente corto y con una trama tan absurda que tampoco te preocupa descubrirlo.
Orazio Bagnasco es el autor de esta obra. Reconozco que no le conocía, aunque este escritor italiano comenzó a escribir bastante tarde y falleció muy pronto dejando muy pocas obras en su vida literaria. Lo que está claro es que Bagnasco se defiende con la pluma, aunque sus obras no alcancen gran calidad literaria. Y es que poseen un estilo de escritura elegante pero bastante simple y con un refinamiento artificial. Para ello se apoya en una prosa lenta, enrevesada y desarrollada de manera superficial, un lenguaje que pretende ser poético sin conseguirlo y unas descripciones que no hacen justicia a la ciudad de Venecia. Y eso por no hablar de los personajes. Todos ellos resultan patéticos, pero el premio se lo lleva el protagonista, el mismísimo Casanova, toda una leyenda de la seducción que en este libro no deja de ser un patético “niño de mamá” con modales refinados, pero sin ningún atractivo real para cualquier mujer lo suficientemente inteligente.
El título de esta novela es profundamente engañoso. Y es que La apuesta de Casanova trata de cualquier cosa, menos de la apuesta en cuestión que, aunque aparece lo hace de manera burda e intrascendente. Pero empecemos haciendo una somera sinopsis del tema. La historia comienza en Venecia, ciudad natal del famoso Casanova, mujeriego y gorrón con conexiones en la nobleza que usa para dedicar su tiempo a vivir la vida sin complicaciones. En esta intrigante ciudad, Casanova se encuentra con la horma de su zapato, nada menos que Don Juan Tenorio, malandrín y seductor al mismo nivel que él. Ambos chocan desde el principio y deciden poner a prueba sus dotes seductoras haciendo una apuesta para ver quién es capaz de seducir más mujeres. Pero lo que comienza siendo un juego estúpido pronto se revelará como un complot horrible para inestabilizar la situación en Europa. Y poco más puedo contar. Aunque siendo honesta, el resto de la trama son historias secundarias bastante absurdas y estúpidas que involucran la vida cotidiana de Venecia y las hazañas sexuales de nuestro protagonista. Todo ello carece de interés si tenemos en cuenta que los dos seductores por excelencia de la Literatura Europea resultan patéticos y pesados. Comprendo que el autor, como italiano, no quería dejar en mal lugar a Casanova y por eso hace que Don Juan resulte un ser arisco, rudo y desconsiderado. Pero es que Casanova queda como un absoluto imbécil, que afirma seducir por el placer de redimirse después. Lo dicho, un par de idiotas. Y sigue así la cosa hasta el final, abierto, abrupto y un sinsentido de categoría. El desenlace está a la altura del libro, y como él, es una absoluta pérdida de tiempo.
En definitiva, La apuesta de Casanova no merece ninguna atención, ya que ni siquiera puede decirse que sea entretenido. Una trama nefasta, unos personajes con menos carisma que una pantufla y un escenario precioso como es Venecia, pero que en este libro resulta retratada de manera vulgar y tan básica que podría ser cualquier otro sitio. Así que mi consejo es que huyáis de este libro tan rápido como podáis. La única apuesta posible de hacer es tratar de calcular el tiempo que tardaréis en quedaros dormidos.