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Los domingos de Jean Dézert

Jean de la Ville de Mirmont
Los domingos de Jean Dézert
  • Título original: Les dimanches de Jean Dézert

  • Editorial: Impedimenta

  • Año publicación: 2009 (1914)

  • Traducción por: Lluis Maria Todó

  • Temas: Narrativa

Resumen y sinopsis de Los domingos de Jean Dézert de Jean de la Ville de Mirmont

El antihéroe de esta historia, es Jean Dézert, un gris funcionario público de escasa imaginación y menor iniciativa, que considera la vida “como una sala de espera para viajeros de tercera clase”. Siente una extraña afición por los domingos. En ellos da rienda suelta a sus aficiones, como sentarse en el ómnibus y seguir el trayecto de principio a fin, al tiempo que medita sobre anuncios y nombres de empresarios. Su principal pasatiempo consiste en coleccionar folletos publicitarios. Un sábado por la noche, al consultar la carpeta en la que guarda los ejemplares “más interesantes”, decide que, para emplear la jornada del domingo de una manera ingeniosa e instructiva, bastaría con seguir algunos de sus consejos. Se entrega así a una jornada particularmente activa, durante la cual toma un baño caliente con masaje, se corta el pelo en un lavatorio racional, almuerza en un restaurante vegetariano, visita a una vidente, ve una película en el cine y asiste a una conferencia sobre salud sexual. Finalmente, declina la propuesta de una prostituta al no estar previsto en su horario.

Otro domingo, en el zoo, conoce a Elvire Barrochet, una joven caprichosa e inestable con la que comienza un noviazgo que durará todo su mes de vacaciones. Al final de este período, ambos se prometen; uno por inercia, la otra por diversión. Un día, mientras charlan sobre los preparativos de la boda, Elvire estalla en sollozos y se aparta de Jean. Por primera vez desde que comenzara su relación le había mirado cara a cara, descubriendo con horror que su prometido tiene una cara inusitadamente larga, y ella “jamás podrá amarle en semejantes condiciones”. El conformista Dézert, medita sobre los medios “clásicos” de conseguir el olvido, a saber: lanzarse a los placeres, emborracharse y suicidarse. Conviene en que este último recurso es el más seguro y menos costoso, pero antes de recurrir a él decide agotar los dos anteriores. Evidentemente, J.D. resuelve suicidarse “un domingo, a fin de no faltar a la oficina”. Sin embargo, fiel a su anodina existencia, es incapaz de ponerle un fin tan extraordinario a su vida y no se arroja al río. “El domingo siguiente, León Duborjal le decía a Jean Dézert...”

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