Resumen y sinopsis de Prólogos con un prólogo de prólogos de Jorge Luis Borges
Este libro contiene cuarenta prólogos escritos por Jorge Luis Borges entre 1923 y 1974, reunidos por Torres Agüero en 1975. "Hacia 1926 incurrí en un libro de ensayos -decía Borges en el prólogo de prólogos que escribió entonces- de cuyo nombre no quiero acordarme, que Valéry Larbaud, tal vez para complacer a nuestro común amigo Güiraldes, alabó por la variedad de sus temas [...] Al revisar este volumen, descubro en él la hospitalidad de aquel otro, hoy tan razonablemente olvidado. El humo y fuego de Carlyle, padre del nazismo, las narraciones de un Cervantes que no había acabado aún de soñar el segundo Quijote, el mito genial de Facundo, la vasta voz continental de Walt Whitman, los gratos artificios de Valéry, el ajedrez onírico de Lewis Carroll, las eleáticas postergaciones de Kafka, los concretos cielos de Swedenborg, el sonido y la furia de Macbeth, la sonriente mística de Macedonio Fernández y la desesperada mística de Almafuerte, hallan aquí su eco. He releído y vigilado los textos, pero el hombre de ayer no es el hombre de hoy y me he permitido posdatas, que confirman o refutan lo que precede. [...] El prólogo, cuando son propicios los astros, no es una forma subalterna del brindis; es una especie lateral de la crítica. No sé qué juicio favorable o adverso merecerán los míos, que abarcan tantas opiniones y tantos años".
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Múltiples prólogos, de disímiles autores, que Borges apasionadamente escribió: algunos excelentes (ej: Obras Completas de Lewis Carroll), otros menos felices, pero siempre escritos con ese amor por la literatura que el autor hace patente en todas sus obras.
El libro, en su conjunto, exhibe un nivel menor que "Biblioteca personal", también compuesto de prólogos escritos por Borges. No obstante, siempre se topa el lector con alguna frase feliz o un pensamiento original.
Borges nos deja una recopilación con muchos de los autores y de las obras más apreciadas, unos prólogos sin jerarquía aparente que estoy seguro han hecho las delicias de muchos lectores en el mundo. Par él, la literatura es un derecho y un placer accesible a cualquier hombre, siempre defiende la lectura directa de las obras, la posibilidad de asombro que ellas nos pueden producir, sin la mediación de ninguna apreciación crítica o técnica, por muy asentada que esté. Una fotografía suya en la contracarátula de uno de sus libros nos lo muestra a blanco y negro, correctamente vestido, ya anciano e inclinado sobre unos anaqueles con gruesos tomos; parece más la fotografía de un niño emocionado ante sus juguetes.