Resumen y sinopsis de La Religiosa de Denis Diderot
A Suzanne Simonin no le espera el matrimonio, ni la vida acomodada de sus hermanas. A Suzanne Simonin sus padres le reservan la clausura de un convento. Empobrecido tras las generosas dotes concedidas a las dos hermanas mayores —y sin garantías de su paternidad—, el señor Simonin obliga a Suzanne a tomar los hábitos pese a su absoluta falta de vocación.
Como si de una larga carta de Suzanne Simonin se tratara, Diderot presenta en primera persona las torturas que la convención y el fanatismo imponen a una joven novicia contra su voluntad. Terrible sátira de los conventos, Diderot describe en esta novela situaciones y acontecimientos que la prensa católica de la época no ocultaba y que alcanzan una intensidad inimaginable.
Es éste un libro de gran interés por reflejar la problemática en la que se hallaban muchas personas en una época en que religión y moral deciden el comportamiento y papel del individuo en la sociedad. Y estas son mis reflexiones. Dividiría el libro en cuatro partes:
1. En un primer momento se nos muestra a la protagonista, Suzanne, y la relación que mantiene con los demás miembros de su familia. Cabe destacar que su madre no parece tener gran interés en ella, y que la solución más favorable (y más fácil) que adopta para ella es decidir su ingreso en un convento. Como muchos otros jóvenes de la época se ve obligada sin vocación a ingresar en la vida religiosa por obediencia a la decisión de su familia, con el pretexto de que es la mejor decisión para todos. Aquí vemos cómo la familia sacrifica por razones de conveniencia económica y/o de honor a uno de sus miembros haciendo uso del chantaje emocional y del deber de obediencia de los hijos para con los padres. Así pues, Diderot nos muestra cómo la libertad individual comienza a ser coartada por la propia familia, no obedeciendo siempre a deseos altruistas y de buena fe. Es la familia la que se encarga en un primer momento de “domar” al individuo y decidir cuál va a ser su papel en la sociedad.
2. Tras el ingreso obligado en la vida religiosa, se nos muestra la vida de nuestra protagonista en el convento de Longchamp. Sus penalidades comienzan en el momento en que Suzanne reivindica su libertad y su individualidad, expresando que no ha escogido libremente esa vida. Vemos entonces, cómo el resto de hermanas comienzan a maltratarla con todo tipo de actos ruines y mezquinos, intentando coartar su libertad una vez más. Las hermanas de Longchamp castigan a Suzanne, porque ella les hace recordar que ellas mismas, o bien ingresaron como ella forzadas en el convento, o bien, habiendo ingresado voluntariamente, con el tiempo se han arrepentido de dicha decisión. La diferencia con Suzanne reside en que ellas se han resignado a vivir hasta el día de su muerte confinadas entre cuatro paredes, aceptando su destino, y acallando sus voces y anhelos interiores. Sin embargo, Suzanne les hace recordar que existe otra vida fuera de esos muros. Sus intentos de doblegar a Suzanne no son sino una forma de acallar sus conciencias, sus remordimientos y sus deseos de libertad. Despreciando a Suzanne expresan en realidad el desprecio que tienen hacia sí mismas, hacia la vida que llevan. Es por ello, que la forma de relacionarse con sus propias conciencias, sus voces interiores, que pugnan por salir a la luz sea a través del uso de la violencia. Suzanne funciona aquí como la conciencia individual de cada una de ellas.
3. En un tercer momento, se nos muestra la vida de Suzanne en el convento de Arpajon para explicar la relación entre la Iglesia y el sexo. Dado que la religión condena el sexo considerándolo algo pecaminoso, Diderot nos muestra cómo la represión sexual y la negación de la naturaleza sexual existente en el hombre conlleva funestas consecuencias. Utilizando la homosexualidad, nos explica cómo esa represión sexual puede abocar en una malsana obsesión sexual hasta el punto de acabar en la locura. Creo, y esto es opinión mía, que Diderot no está condenando la homosexualidad en sí en este libro (ignoro si Diderot ha condenado alguna vez la homosexualidad), sino que utiliza la homosexualidad como un medio más acorde y obvio que la heterosexualidad para explicar, causando un mayor impacto en el lector de la época, que ese interés “amoroso” de la madre superiora en Suzanne no es sano (no tanto porque sea homosexual), sino porque es obsesivo, porque la madre superiora se ve obligada a reprimir su propia naturaleza sexual y sus deseos sexuales a causa de la doctrina de la Iglesia (Suzanne es la representación de la Iglesia en este momento, de ahí que la madre superiora en el conflicto interno que se puede apreciar en sus episodios finales de locura, compare a Suzanne con “una santa” que no ha sido tentada por la carne). La madre superiora representa al cuerpo y naturaleza humana, y la relación malsana que tiene con la Iglesia a causa de la negación que ésta obliga a hacer de los instintos. Creo que también puede ser que Diderot esté afirmando la existencia de la sexualidad femenina, en contra de la imperante concepción social y religiosa tendente a su negación (o demonización).
4. En su final, el libro nos muestra cómo Suzanne “recupera” su libertad, sólo para advertir que en la sociedad no va a poder realizarse como individuo, puesto que la sociedad también coarta la libertad individual utilizando para ello argumentos como la religión, la moral y la organización por clases sociales. Asimismo, vemos cómo la sociedad a través de la visión idealizada de la vida en un convento, tacha (y condena) de ingrata y egoísta a quien rechaza tal vida, por “no amoldarse y aceptar el papel que tiene en la sociedad” como hacen todos los demás (que acallan sus deseos de libertad individuales en un supuesto beneficio de la sociedad). En realidad, aquí Suzanne funciona como un elemento que trae desorden y caos a una sociedad aparentemente perfecta que descansa en pilares fundamentales como la religión, la moral y las clases sociales (que justifican la propia organización social), entrando en conflicto la libertad individual (y la realización personal) con la sociedad y la Iglesia.
En definitiva, un buen libro que va más allá de un simple compendio anticlerical de la época, y que invita a reflexionar en torno a la libertad del individuo. La religión, la moral y la sociedad utilizadas como elementos para coartar la libertad individual y su realización personal, aprisionando al individuo con sucesivos e interminables corsés, e impidiéndole vivir plenamente. Terminaré con la reflexión que hace nuestra Suzanne sobre los conventos: “Hacer voto de pobreza es comprometerse mediante juramento a ser perezoso y ladrón; hacer voto de castidad equivale a prometer a Dios la infracción constante de la más sabia y más importante de sus leyes; hacer voto de obediencia es renunciar a la prerrogativa inalienable del hombre: la libertad. Si uno observa estos votos es un criminal; si no los observa, perjuro. La vida claustral es propia de un fanático o de un hipócrita”.
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Probablemente se trate de la novela más conocida de Diderot. Ateo militante, trató de componer sin embargo, más que una disertación filosófica, un examen psicológico de los religiosos (sus culpas, delirios, vicios, tormentos) y una denuncia de la forma en la que los claustros, concretamente los conventos, se convierten en verdaderas prisiones para el ser humano. Novela fuerte, dura, La Religiosa es una obra crítica, escéptica, de gran anclaje psicológico. A varios siglos de distancia, constituye todavía una bofetada a los peores aspectos de la religión
Es éste un libro de gran interés por reflejar la problemática en la que se hallaban muchas personas en una época en que religión y moral deciden el comportamiento y papel del individuo en la sociedad. Y estas son mis reflexiones. Dividiría el libro en cuatro partes:
1. En un primer momento se nos muestra a la protagonista, Suzanne, y la relación que mantiene con los demás miembros de su familia. Cabe destacar que su madre no parece tener gran interés en ella, y que la solución más favorable (y más fácil) que adopta para ella es decidir su ingreso en un convento. Como muchos otros jóvenes de la época se ve obligada sin vocación a ingresar en la vida religiosa por obediencia a la decisión de su familia, con el pretexto de que es la mejor decisión para todos. Aquí vemos cómo la familia sacrifica por razones de conveniencia económica y/o de honor a uno de sus miembros haciendo uso del chantaje emocional y del deber de obediencia de los hijos para con los padres. Así pues, Diderot nos muestra cómo la libertad individual comienza a ser coartada por la propia familia, no obedeciendo siempre a deseos altruistas y de buena fe. Es la familia la que se encarga en un primer momento de “domar” al individuo y decidir cuál va a ser su papel en la sociedad.
2. Tras el ingreso obligado en la vida religiosa, se nos muestra la vida de nuestra protagonista en el convento de Longchamp. Sus penalidades comienzan en el momento en que Suzanne reivindica su libertad y su individualidad, expresando que no ha escogido libremente esa vida. Vemos entonces, cómo el resto de hermanas comienzan a maltratarla con todo tipo de actos ruines y mezquinos, intentando coartar su libertad una vez más. Las hermanas de Longchamp castigan a Suzanne, porque ella les hace recordar que ellas mismas, o bien ingresaron como ella forzadas en el convento, o bien, habiendo ingresado voluntariamente, con el tiempo se han arrepentido de dicha decisión. La diferencia con Suzanne reside en que ellas se han resignado a vivir hasta el día de su muerte confinadas entre cuatro paredes, aceptando su destino, y acallando sus voces y anhelos interiores. Sin embargo, Suzanne les hace recordar que existe otra vida fuera de esos muros. Sus intentos de doblegar a Suzanne no son sino una forma de acallar sus conciencias, sus remordimientos y sus deseos de libertad. Despreciando a Suzanne expresan en realidad el desprecio que tienen hacia sí mismas, hacia la vida que llevan. Es por ello, que la forma de relacionarse con sus propias conciencias, sus voces interiores, que pugnan por salir a la luz sea a través del uso de la violencia. Suzanne funciona aquí como la conciencia individual de cada una de ellas.
3. En un tercer momento, se nos muestra la vida de Suzanne en el convento de Arpajon para explicar la relación entre la Iglesia y el sexo. Dado que la religión condena el sexo considerándolo algo pecaminoso, Diderot nos muestra cómo la represión sexual y la negación de la naturaleza sexual existente en el hombre conlleva funestas consecuencias. Utilizando la homosexualidad, nos explica cómo esa represión sexual puede abocar en una malsana obsesión sexual hasta el punto de acabar en la locura. Creo, y esto es opinión mía, que Diderot no está condenando la homosexualidad en sí en este libro (ignoro si Diderot ha condenado alguna vez la homosexualidad), sino que utiliza la homosexualidad como un medio más acorde y obvio que la heterosexualidad para explicar, causando un mayor impacto en el lector de la época, que ese interés “amoroso” de la madre superiora en Suzanne no es sano (no tanto porque sea homosexual), sino porque es obsesivo, porque la madre superiora se ve obligada a reprimir su propia naturaleza sexual y sus deseos sexuales a causa de la doctrina de la Iglesia (Suzanne es la representación de la Iglesia en este momento, de ahí que la madre superiora en el conflicto interno que se puede apreciar en sus episodios finales de locura, compare a Suzanne con “una santa” que no ha sido tentada por la carne). La madre superiora representa al cuerpo y naturaleza humana, y la relación malsana que tiene con la Iglesia a causa de la negación que ésta obliga a hacer de los instintos. Creo que también puede ser que Diderot esté afirmando la existencia de la sexualidad femenina, en contra de la imperante concepción social y religiosa tendente a su negación (o demonización).
4. En su final, el libro nos muestra cómo Suzanne “recupera” su libertad, sólo para advertir que en la sociedad no va a poder realizarse como individuo, puesto que la sociedad también coarta la libertad individual utilizando para ello argumentos como la religión, la moral y la organización por clases sociales. Asimismo, vemos cómo la sociedad a través de la visión idealizada de la vida en un convento, tacha (y condena) de ingrata y egoísta a quien rechaza tal vida, por “no amoldarse y aceptar el papel que tiene en la sociedad” como hacen todos los demás (que acallan sus deseos de libertad individuales en un supuesto beneficio de la sociedad). En realidad, aquí Suzanne funciona como un elemento que trae desorden y caos a una sociedad aparentemente perfecta que descansa en pilares fundamentales como la religión, la moral y las clases sociales (que justifican la propia organización social), entrando en conflicto la libertad individual (y la realización personal) con la sociedad y la Iglesia.
En definitiva, un buen libro que va más allá de un simple compendio anticlerical de la época, y que invita a reflexionar en torno a la libertad del individuo. La religión, la moral y la sociedad utilizadas como elementos para coartar la libertad individual y su realización personal, aprisionando al individuo con sucesivos e interminables corsés, e impidiéndole vivir plenamente. Terminaré con la reflexión que hace nuestra Suzanne sobre los conventos: “Hacer voto de pobreza es comprometerse mediante juramento a ser perezoso y ladrón; hacer voto de castidad equivale a prometer a Dios la infracción constante de la más sabia y más importante de sus leyes; hacer voto de obediencia es renunciar a la prerrogativa inalienable del hombre: la libertad. Si uno observa estos votos es un criminal; si no los observa, perjuro. La vida claustral es propia de un fanático o de un hipócrita”.
Probablemente se trate de la novela más conocida de Diderot. Ateo militante, trató de componer sin embargo, más que una disertación filosófica, un examen psicológico de los religiosos (sus culpas, delirios, vicios, tormentos) y una denuncia de la forma en la que los claustros, concretamente los conventos, se convierten en verdaderas prisiones para el ser humano. Novela fuerte, dura, La Religiosa es una obra crítica, escéptica, de gran anclaje psicológico. A varios siglos de distancia, constituye todavía una bofetada a los peores aspectos de la religión