Resumen y sinopsis de Prometeo encadenado de Esquilo
Tras robar el fuego para entregarlo a los hombres, Prometeo recibe una dura condena: Zeus lo manda encadenar a una roca del Cáucaso. Allí, todas las mañanas, un águila roe el hígado del titán, que se regenera cada noche. Sin embargo, Prometeo resiste el castigo y se niega a revelar la profecía que lo haría libre: el anuncio de un matrimonio criminal que defenestrará a Zeus. Gracias a Esquilo, la voz de Prometeo se alza como una voz enfrentada al poder despótico, una voz que favorece el bien común, una voz que ama el saber sobre todo lo demás.
Nuevamente una obra que nos queda incompleta y que no podemos disfrutar por completo. Sin embargo, vale mucho la pena, muy al estilo de Esquilo.
Es una lástima que no haya sobrevivido al completo la historia de Prometeo que narra Esquilo. Sin embargo, esta pieza es muy valiosa por sus personajes y la historia que cuenta, mismas que siguen volando por el imaginario cultural de nuestros días.
La mejor obra de Esquilo que me he leído hasta ahora. Con una narración sencilla, el autor retrata las penas sufridas por Prometeo al robar el fuego de los dioses y entregarlo a los mortales. También se nos relata el destierro de Io por la celosa Hera, esposa de Zeus. A ojos de los dioses resulta una traición, pero la verdad es que más parecer ser producto de la inexperiencia de Zeus, que recién a sucedido en el trono a Cronos gracias al mismo Prometeo. Vemos por tanto una mayor virtud en el protagonista castigado que en los mismos dioses, algo realmente novedoso en la mitología griega. El relato que realiza el autor de Prometeo es muy válido: de manera clara sabemos lo que piensa y cómo se siente en todo momento. Lástima que el relato no incluya al águila que le devora poco a poco. De obligada lectura para los amantes de la mitología.
Corta pero interesante obra cargada de mitología pero, por sobre todo, generosa a la hora de mostrarnos a Prometeo, ese Titán que se enfrentó al poder tiránico del Olimpo, robándole el fuego (y la técnica y el saber racional) a los sempiternos dioses, para entregárselo a los mortales. Prometeo sufre el castigo infinitamente cruel por parte de Zeus, pero lo asume y se niega a ceder frente a la cólera divina, no revela su secreto y no se somete.
La simbología de esta obra de teatro conserva una actualidad que sorprende: ¿No es acaso mucho más que pura mitología griega? ¿No es una llama eterna que nos recuerda resistir frente el poder despótico?