Resumen y sinopsis de El perseguidor de Julio Cortázar
El perseguidor es uno de los mayores logros literarios de Julio Cortázar y un clásico de la literatura del siglo xx. Con un trasfondo existencial magistralmente tratado, la historia describe los últimos días de Johnny Carter, virtuoso saxofonista cuya vida discurre al filo de la lucidez y la autodestrucción.
Desde su publicación en 1959, este homenaje de Cortázar al genial Charlie Parker ha conocido el fervor de numerosos lectores, que lo han considerado, como Rayuela, una experiencia iniciática. El gran ilustrador José Muñoz ha sabido interpretar con extraordinario talento la profundidad de esta ficción donde el jazz, las noches insomnes y el París de los años 50 son el marco de una historia incomparable.
Ilustrado por el creador de Alack Sinner, José Muñoz, ganador del Gran Premio del Festival Internacional de Angoulême 2oo7
Un excelente cuento del que, sin duda, es el maestro del relato corto. Una narrativa fluida que te envuelve en una atmósfera que resuma humo de cigarrillos, marihuana, madrugadas en París y Jazz. La lectura me llevó a reenamorarme del jazz y escucharlo compulsivamente durante tres días consecutivos. Esta edición con ilustraciones de José Muñoz logran acrecentar la calidad del relato. Fue gracioso encontrarse a Jean Paul Sartre en algunas ilustraciones, fumando su pipa con un semblante intrigante.
París, el humo de los bares y la oscura mística de un saxofonista maldito se unen al ritmo de la prosa de Cortázar en conjunción frenética de elegancia jazzística.
Uno de los hitos remarcables de la literatura argentina en el siglo pasado. La atmósfera es maravillosa, especialmente para los amantes del jazz, y el personaje principal está muy bien logrado. Maravillosa de principio a fin.
Algún tiempo después de haberlo leído, supe que estaba dedicado y basado en parte en Charlie Parker, un saxofonista genial pero conflictivo. En una relectura, el cuento tomó una dimensión diferente para mí habiendo escuchado su músico y conociendo un poco de su vida. El relato es perfecto, no por nada es uno de los más recordados de Cortázar.
Como muchas otras cosas que le pasan, el excepcional saxofonista Johnny Carter sencillamente no puede explicar cómo ha extraviado su instrumento en el metro. Su pareja de turno, Dédée, oscila entre la rabia y la decepción, en tanto que Bruno, amigo del músico (y de profesión crítico de jazz) promete conseguir otro saxo, cuando sólo faltan un par de días para una serie de conciertos en los que se espera que Johnny arrase con el público. En estas circunstancias, y en el marco de un penoso departamento en París, Julio Cortázar inicia su relato. A los tres personajes mencionados, podemos agregar a la acaudalada amante – y mecenas - del instrumentista, y al infaltable par de compañeros de banda, con lo cual queda generado el reparto suficiente para desarrollar esta historia, cuyos temas de fondo esencialmente lo constituyen el original talento artístico que puede llegar a tener una persona cualquiera, la manera en la cual lo desarrolla, y la crítica que suele generar esta realidad. Estas cuestiones son tratadas desde el punto de vista psicológico de los implicados, valiéndose el autor para esto de uno de los personajes, Bruno; el cuál es, en principio, un partícipe más en los hechos que ocurren, pero que luego va convirtiéndose, sutil e inexorablemente, en el protagonista principal de toda la trama.
Quien ha estudiado por algún tiempo un instrumento musical, quien le haya dedicado una parte de su vida a la pintura, o quien quiera haya intentado varias veces lograr un poema o un cuento, sólo por mencionar un par de ejemplos, sabrá muy bien de la cuota de frustración que acarrea perseguir a la belleza por medio del arte, y por ello, sabrá quizá apreciar más intensamente ese toque irónico que habita en el talento que algunos poseen. En nuestra historia, Johnny es una persona común, mirado de lejos es uno más en el montón, hasta que ejecuta el saxo y se funde con la música rebasando lo preestablecido. Sin embargo, fuera del jazz, Johnny es capaz de confesar “la verdad es que no comprendo nada. Lo único que hago es darme cuenta de que hay algo.”, pues el músico padece de lo que E. Bleuler denominó esquizofrenia, patología caracterizada por un distanciamiento de la realidad. De manera que Johnny percibe, o cree percibir cosas que los demás no pueden; puede estar en una sala de grabación y darse cuenta que está tocando lo mismo que tocó mañana, o caminar por un parque y ver urnas sobre la tierra, y lo que percibe le ocurre, y vive con eso, más allá de que le aplaudan a rabiar.
En estas circunstancias es que Johnny respira sus días, ensayando animado por un traje nuevo antes de presentarse al público, interrumpiendo sesiones de grabación simplemente porque no está con ganas, prendiéndole fuego a su departamento, tocando el rostro de su amigo desde la camilla de un hospital, y preguntando después si es que no lo ha echado todo demasiado a perder. Y es en estas circunstancias en la que su entorno le sigue y hasta le acompaña, tolerando y olvidando sus acciones que se salen de lo normal, pero, detalle gigantesco, esto por una suerte de balance entre lo desastroso de ciertos comportamientos, y lo esplendoroso de su talento cuando lo manifiesta en la música. En este punto volvamos a la balanza, pues, si bien Johnny tiene un talento tan precioso que es capaz de generar un entorno íntimo de fieles seguidores, se trata de un entorno carente de irracionalidad, carente por completo de desinterés. Lo que tiene de talento y es parte de su ser, atrae más de lo que tiene de esquizofrénico y que también es parte de su ser, y lo primero pesa más, y el entorno lo sabe y lo acepta, pues negar lo primero “Sería como vivir sujeto a un pararrayos en plena tormenta y creer que no va a pasar nada”.
Quien da cuenta de todo esto es Bruno, el cual es el que más logra acercarse a los perturbados razonamientos del saxofonista. Por otra parte, Bruno ha escrito un libro sobre la música de Johnny y el nuevo estilo de la postguerra, y sabe muy bien que “Johnny ha pasado por el jazz como una mano que da vuelta la hoja, y se acabó”, al tiempo que también sabe los otros aspectos. De esta manera Bruno transcurre entre su libro (que se convierte en éxito), en el que exalta el estilo del músico, pero en el que guarda silencio respecto de su patología, y de cualquier otra referencia biográfica que pudiera resultar negativa para la imagen de Johnny, pero no por un afecto incondicional, ni por una decidida imparcialidad, sino simplemente porque hacerlo no ayudaría a las ventas del libro. Sin embargo, Bruno vive también su propio infierno, pues aunque su obrar es egoísta, no está desierto de cariño, y esto lo lleva a una lucha interna entre la pasión por el arte mismo, el afecto por quien lo desarrolla, y la tarea de crítico de por medio, en donde su racionalidad le vuelve también, y por sobre todo, crítico de sí mismo y de su realidad, cuando la misma implica a un tiempo todas estas variables.
La de Johnny Carter es la historia de un artista excepcional y renovador - “En su caso el deseo se antepone al placer y lo frustra, porque el deseo le exige avanzar, buscar, negando por adelantado los encuentros fáciles del jazz tradicional” - rodeado de quienes no lo son, en donde el autor, valiéndose del aliento narrativo que lo caracteriza, logra imponer intensidad y densidad, al dibujar personajes que se salen de lo común y corriente, como muchos que viven muy ligados a alguna forma de manifestación artística. Por otra parte, y aquí lo más resaltante del libro, Cortázar no se limita a la exposición de un relato, sino que propone una revisión respecto de la conducta crítica respecto del arte primero, y un análisis de la conducta moral general después, cuestiones que ya las ha tratado en otras obras, por supuesto, pero que en esta adquieren un brillo superlativo, pues, sin cerrarle la puerta al lector que busca entretenimiento, con precisiones técnicas que pudieran resultar irrelevantes, no deja de ofrecer su discurso desde el tono de quien conoce ampliamente lo que dice. El perseguidor es un libro recomendado para quienes ya se han iniciado en el doloroso camino del arte, pues hallarán el porqué de una premisa inicial “Sé fiel hasta la muerte”. Apocalipsis, 2, 10.
Junto a "Ojos de perro azul" de García Márquez , "El almohadón de plumas " de Quiroga y "Jules y Jim" de Benedetti formarían la antología perfecta del cuento hispanoamericano.
Es mi cuento preferido !!!!. Fue ademas el que hizo que me volviera un amante empedernido de todo el mundo de Cortázar.
Es una oda a como la fantasía y la genialidad penetran la vida cotidiana.
Este cuento es mi cruz. Lo he leído dos veces, empujado por la genialidad que le atribuye todo el mundo, pero soy incapaz de entenderlo. La escritura y las sensaciones que trasmite son totalmente ajustadas al estilo de Cortázar, pero me quedó frío hacia el final porque no lo entiendo. Me gustan más muchos otros que he leído del mismo autor.