Comentarios y opiniones de La tragedia de Belinda Elsner
felipemotoaLa tragedia de Belinda Elsner7
La novela negra de Germán Espinosa, La tragedia de Belinda Elsner, podrá no ser la mejor obra del autor, pero las cualidades que demuestra al construir unas situaciones dramáticas concretas en un entorno citadino decadente, la convierten en una pieza imperdible, dentro de la amplia bibliografía del autor cartagenero.
Belinda es una demente que se encuentra internada en el hospital mental, de donde escapa con un aparente único objetivo: Dar muerte a su hijo Nelson Chala, prominente canta-autor que sufre de paralisis en las piernas. Desde la fuga hasta el desenlace final, Espinosa trata de sacar la radiografía de una Bogotá empobrecida y llena de ´rateros` o hampones que desbalijan carros a la menor oportunidad, y de los cuales son víctimas dos personajes portagonistas: Annabel Rosas y Jairo Zamudio, jueza e investigador respectivamente, encargados de atrapar a la asesina.
Si bien el uso del lenguaje es sencillo y hasta en ocasiones brusco, en relación a novelas como Los Cortejos del diablo (1970) o La tejedora de coronas (1982), se adivina que las pretensiones del escritor son menos preciosistas que en obras preliminares, por lo que el lector encuentra una fácil lectura no exenta de diálogos que a veces resultan poco naturales, pero que en conjunto logran su cometido.
El gran valor de esta ´en teoría` sencilla novela negra es el final, porque rompe con la predisposición del lector y lo sorprende con un giro dramático que salvo un inspector Ripley, Poirot o Holmes, podría esperar; es en el final donde Espinosa da fe de su maestría y logra que toda la novela haya valido la pena.
La novela negra de Germán Espinosa, La tragedia de Belinda Elsner, podrá no ser la mejor obra del autor, pero las cualidades que demuestra al construir unas situaciones dramáticas concretas en un entorno citadino decadente, la convierten en una pieza imperdible, dentro de la amplia bibliografía del autor cartagenero.
Belinda es una demente que se encuentra internada en el hospital mental, de donde escapa con un aparente único objetivo: Dar muerte a su hijo Nelson Chala, prominente canta-autor que sufre de paralisis en las piernas. Desde la fuga hasta el desenlace final, Espinosa trata de sacar la radiografía de una Bogotá empobrecida y llena de ´rateros` o hampones que desbalijan carros a la menor oportunidad, y de los cuales son víctimas dos personajes portagonistas: Annabel Rosas y Jairo Zamudio, jueza e investigador respectivamente, encargados de atrapar a la asesina.
Si bien el uso del lenguaje es sencillo y hasta en ocasiones brusco, en relación a novelas como Los Cortejos del diablo (1970) o La tejedora de coronas (1982), se adivina que las pretensiones del escritor son menos preciosistas que en obras preliminares, por lo que el lector encuentra una fácil lectura no exenta de diálogos que a veces resultan poco naturales, pero que en conjunto logran su cometido.
El gran valor de esta ´en teoría` sencilla novela negra es el final, porque rompe con la predisposición del lector y lo sorprende con un giro dramático que salvo un inspector Ripley, Poirot o Holmes, podría esperar; es en el final donde Espinosa da fe de su maestría y logra que toda la novela haya valido la pena.