Resumen y sinopsis de El papiro de Sept de Isabel Pisano
En el papiro de Sept, el secreto de nuestra vida. Estás a punto de conocer el mensaje mejor guardado de la antigüedad, el verdadero origen del hombre, muy distante de las versiones históricas y arqueológicas oficiales. Basado en las tablillas cuneiformes de Mesopotamia, el papiro fue el legado más grande de la civilización sumeria, un legado que podría cambiar el hasta ahora infausto destino del ser humano. La autora parte de la Atlántida y nos transporta al Egipto del siglo VI, dominado por el Imperio Romano. Desde allí se adentra en el tiempo y recorre los vericuetos de la Historia, dando voz a grandes personajes femeninos, como Hypatia de Alejandría, Eleonora Fonseca y Mariana Pineda. Ya en el siglo XXI, una periodista televisiva emprenderá la búsqueda del papiro, poniendo en constante peligro su vida; hasta que “ellos” la condenan a muerte… Pero ¿quiénes son ellos?
Novela histórica y a la vez contemporánea, El papiro de Sept atrapa al lector y, sin darle tregua, le lleva hasta un inquietante y revelador final.
En muy pocos momentos entretenida, pero en muchos pesada a morir. Lo terminé por no dejarlo inconcluso, pero me costó y llevó mucho tiempo.
Una Novela entretenida. Con buenas referencias históricas, prolija y por momentos politizada (pero como dijo alguien por ahí: somos seres extremadamente politizados que odiamos la política).
La Ficción es otro tema. Por momentos cuesta integrarse a la trama general.
Discutible sí, pero eso no da pie a desacreditar un trabajo muy elaborado que realza a la Novela en su totalidad. El que quiera hechos reales, tendrá que ir a los libros de historia. Al que le guste la ficción mezclada con la historia se la recomiendo con gusto.
PISANO
Para decirlo desde el principio y en clave de humor, con “El papiro de Sept” Isabel Pisano ha escrito la antología del disparate de la novela. Yo opino que, efectivamente, en todas, o casi todas las épocas, así como en las biografías, etc., existen, en las versiones autorizadas, suficientes fisuras aprovechables para redactar una buena obra de ficción, pero también soy de la opinión de que hay testimonios y pruebas documentados que no deben ser desdeñados ni, sobre todo, irreflexivamente alterados. Me parece una falta de respeto a los hechos y a los investigadores. Y al lector quien, si tiene conocimiento de los episodios referidos, captará de inmediato los disparates y absurdos, y si no tiene información previa al respecto, puede dar por bueno lo leído y, tal vez, hacer el ridículo más adelante si se presenta la ocasión de tratar el tema.
Tampoco creo que una novela deba ser la plataforma desde la que verter opiniones subjetivas y discutibles, más propias de un editorial de diario radical que de una obra de ficción. En este aspecto, el libro peca -y mucho- de demagógico y propagandístico.
Si hubiera que enunciar y desenmarañar los innumerables “deslices” de la autora, se necesitarían, quizá, otras 626 páginas, que son las que tiene el libro en cuestión, así que reduciré al máximo la mención a los mismos. El papiro de Sept nace en Giza, en un Egipto que no es Egipto, sino la Atlántida, gobernada por gigantes que mantenían esclavizada a la raza humana y que adoraban a las vacas como diosas, etc., etc. Recomiendo encarecidamente a aquellos que tengan alguna noción de egiptología, o a quienes en alguna ocasión hayan sentido curiosidad por las teorías sobre la Atlántida, que se abstengan de abrir el libro, so pena de sufrir un infarto antes de alcanzar la página 30.
Bien, en su azaroso periplo hasta nuestros días, el papiro, que unas veces está redactado en escritura jeroglífica (página 336) y otras en escritura cuneiforme (página 335) pasa por las manos de diferentes personajes de los que voy a obviar el harakiri biográfico a que los somete la autora, pero sí mencionaré que dos de ellos debaten con total naturalidad sobre laboratorios experimentales e ingeniería genética… ¡en el siglo xviii!
Y la última poseedora del papiro, antes de que llegue a manos de los protagonistas finales de la novela, es nada menos que Mariana Pineda, que tampoco es que sepa de qué se trata, o que intente descifrarlo, ni se entiende muy bien qué pinta en el asunto, pero ahí está, como otros varios de los personajes, o más bien “varias” porque, con una sola excepción entre aquellos que, supuestamente, tuvieron en sus manos el papiro, la novela destila un inconfundible tufillo feminista.
De la redacción me limitaré a decir que, con honrosas excepciones, los autores procedentes del mundo del periodismo, nos tienen acostumbrados a un uso bastante deficiente de la lengua española, pero que éste es, con diferencia, el libro peor redactado que he tenido en mis manos en mucho tiempo.