Resumen y sinopsis de Tartessos de Jesús Maeso de la Torre
Una intensa novela a medio camino entre la epopeya y el thriller histórico. El reinado de Argantonio (630-550 a.C.) engendró en el mundo griego un mito en el que Tartessos vino a simbolizar la felicidad y la fortuna, la riqueza y el buen gobierno, y en esta etapa de la ciudad centra Jesús Maeso la acción de su novela, un impresionante fresco histórico del Mediterráneo de la época y un viaje fascinante a través de la historia.
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Este intragable mamotreto constituye un claro ejemplo de cómo no se debe hacer nunca literatura y de cómo no se debe tratar la Historia en ella y, mucho menos, abusando de las buenas intenciones del lector, ingenuamente presionado a continuar leyendo bajo el peso del nombre del autor o del sello editorial, falacia criminal donde las haya. Este prosaico montón de hojarasca debió quedar impreso tras la maldición de un bostezo producido por la inopia de una mente desahuciada. Cuando algunos tratan de tomar la prosa como una excusa para disfrazarla de una poesía pretendidamente evocadora, demuestran tal desmedida ansia por escribir a despecho de su propio vacío, que traducen un texto excesivamente pagado de sí mismo, cuyo autor cree precisamente que puede crear literatura a base de vestir a la criatura con mil ropajes robados del baratillo.
Del contenido argumental no voy a hablar. Lejos de mí la intención de reventar el interés que la palabra "Tartessos" despierta en tantos buenos españoles y mejores andaluces. Cuanto antes se decepcionen por aburrimiento del aura tan mágica como falaz con que se ha envuelto la supuesta existencia de esa "civilización superior", con más ahínco querrán escuchar las auténticas y más apasionantes informaciones que nos está ofreciendo la arqueología, que junto con las fuentes realmente históricas (sin el tamiz de la mayoría de novelistas) nos van dando pistas más certeras sobre el verdadero carácter de la cultura tartésica.
La trama, por su parte, tiene más de insustancial madeja, un puro revuelto de puntadas pretenciosas, que de genuino tapiz artesanal. Inverosímil en sus acciones, los personajes resultan además de planos y arquetípicos, bastante contradictorios a veces y nada creíbles en su nulo relieve psicológico. Las acciones se desarrollan pesadamente y los giros resultan metidos con cuña, casi forzados por la tiránica pluma del escritor. Si el comienzo resulta desesperadamente monótono, incluso para los estándares de una vulgar novela histórica, el desarrollo posterior se convierte en insufrible y el lector apenas puede hacer otra cosa que dejar caer el libro al suelo por su propio peso, eso si no lo estampa antes contra la pared. El crítico avezado quizás podrá asumir el pasar un pequeño calvario del que al menos aprenderá buena parte de lo que debe ser evitado en una novela, tanto para ser leída como para ser escrita.
Inútilmente recargada de descripciones vanas, tediosas, huecas, histriónicamente hiperbólicas, con un lenguaje rancio, presuntuoso y hasta cursi, la novela pervierte el buen gusto con impenitente insistencia. Los amigos de lo hortera tendrán el placer de degustar a cada paso un buen sorbo de un léxico tan insolente como descontextualizado, tan impropio como inadecuado, tan fosforescente como charro y vacío. Algunos (tanto escritores como lectores) dan en creer que a base de usar vetustos arcaísmos se llega a construir venerables edificios literarios. Otros pensamos que sólo del contexto nace el arte, algo que en el caso de este libro brilla por su ausencia. Desambientada e insípida, torpemente aliñada o directamente sosa, la novela no nos transporta más que al abismo de lo insufrible.
Para colmo de males y despropósitos, el autor se regodea y "se presume" exhibiendo con dudoso lujo de detalles un bagaje supuestamente erudito que no hacen más que errar de continuo en un afán impaciente por crear un mundo propio, tan absolutamente inventado como falso y aburrido. Hace del vicio una engañosa virtud y de la promiscuidad de culturas artificiosamente entremezcladas, de datos históricos desatinados y desinformaciones varias, el autor crea un revoltijo tan formidable como espantable.
Al menos cuando cerré el libraco lo hice con la convicción pedagógica de que debía escribir esta crítica, siguiendo los consejos del propio Cervantes en cuanto a la "valía general" de los libros. Eso sí, tal vez él no hubiese aceptado de ninguna manera que en ellos se enseñen falsedades, si no es por medio de la locura o la ironía o simplemente para divertir o entretener. Sin embargo, y que sirva como botón de muestra, el autor de la tediosa "Tartessos" no parece ni loco ni irónico ni distraído cuando confunde reiteradamente solsticios con equinoccios y viceversa. En fin, son cosas que pasan cuando lo que cuenta es la "importancia de llamarse Maeso".
Una joyita realmente esta Novela de Maeso de la Torre. Narrada con una prosa delicada, bella, llena de color y aroma, el autor nos describe en forma magistral ese mundo ibérico de Tartessos, enclavado en un mítico lugar, codiciado por fenicios, griegos y cartagineses por igual. Se hace difícil imaginarse una cultura tan avanzada poco más de seiscientos años AC, desarrollándose entre imperios consolidados y otros en desarrollo pero a su vez marginado, casi mítico, irreal. En ese contexto se desarrolla esta novela de amor, traición y aventura, que nos lleva desde el reino de Albion a Tiro, Samos, y un sinfín de lugares del Gran Verde tan antiguos como subyugantes. Una lectura muy recomendable.