Resumen y sinopsis de Un sencillo truco mental de Mitch Cullin
Corre el año 1947 y Holmes, de 93 años y ya retirado, vive en una lejana granja en Sussex, donde sus recuerdos e intelecto comienzan a ir a la deriva. Vive con un ama de llaves y su joven hijo, Roger, cuyo comportamiento paciente y respetuoso despierta el afecto paternal de Holmes. La rutinaria vida de Holmes se limita al cuidado de su colmena, a la escritura de su diario y a la lidia con la disminución de la capacidad de su afilada mente, hasta que Roger se tropieza con un caso desconocido hasta el momento. Se trata de la señorita Keller, el antiguo objeto del profundo (y nunca reconocido) amor de Holmes. Holmes («un genio cuya curiosidad científica se eleva a la categoría de pasión heroica») es famoso por su capacidad de deducción. Su mundo se compone de evidencias puras y hechos incontestables, de observaciones y conclusiones sin mancillar por sentimientos personales. Cullin traspasa la fría e insensible superficie y nos revela, por primera vez, el mundo interior de un hombre obsesivamente reservado. Esta sutil e inteligente obra es más que una simple reinvención de un personaje clásico. Es una profunda reflexión sobre la imperfección de la memoria y sobre como, a medida que envejecemos, se altera inevitablemente el modo en el que vemos el mundo.
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Denso y tedioso, un sencillo truco mental, es un intento de reconvertir al famoso personaje de la literatura de misterio, Sherlock Holmes, en alguien más humano y sentimental. De más está decir que este experimento emocional no solo no funciona, sino que acaba pareciendo horrendo.
Mitch Cullin, el autor, ha sido muy aclamado por este bodrio. Y sinceramente no sé por qué. Si bien es cierto que Cullin no resulta un mal escritor, su estilo de escritura resulta demasiado ampuloso como para resultar fácil de leer. Cuenta con una prosa lenta, enrevesada y menos depurada de lo que pretende el autor, un lenguaje lioso y un tanto pedante y unas descripciones bastante escasas y demasiado básicas como para ser tenidas en cuenta. Y luego está el personaje principal. Confieso que nunca me ha gustado Sherlock Holmes. Y si en su versión “normal” es difícil de soportar para mí, las versiones que se presentan de él en este libro son simplemente espantosas. Y es que este proyecto de transformación resulta artificial y muy poco convincente dado el personaje original.
La historia que narra un sencillo truco mental no es una sola. En realidad son tres tramas que están intercaladas unas con otras, y protagonizadas por Sherlock Holmes. Pero si esperabais leer misterios trepidantes o historias de interés ya podéis iros a otra parte, porque cada una de estas historias son pesadas con ganas.
La primera de ellas nos cuenta la vida actual, a los 93 años de edad de Holmes en una granja de su propiedad en Sussex. Allí pasa sus días con sus escritos y dedicado al cuidado de sus colmenas, atendido por su ama de llaves, la Sra. Munro y Roger, el hijo de esta. La siguiente trata sobre el reciente viaje que Holmes hizo a Japón para buscar un arbusto, aunque Umezaki, su anfitrión, tiene propósitos secretos ya que cree que Holmes puede saber dónde está su padre, que le abandonó hace muchos años. Y la última historia, quizás la más prometedora, es una donde el propio Holmes nos cuenta un caso del pasado, relacionado con el misterioso comportamiento de la Sra. Keller, una triste mujer que, de alguna forma, consigue “enamorar” al propio Holmes.
Ninguna de las tres historias consigue engancharte por mucho tiempo. Y más si tenemos en cuenta que el autor es demasiado pesado a la hora de contarlas y desarrollarlas. Las tramas avanzan tan lentamente, divagan tanto y son tan poco atractivas, que cuesta una barbaridad leerlas y terminar este libro, cuyo final solo deja una inmensa alegría al descubrir que ha finalizado.
En suma, Un pequeño truco mental es una novela prescindible y muy aburrida que lo único que consigue es hacerte dormir a pierna suelta. Más allá de eso, ni siquiera el atractivo de ver perder facultades mentales a un personaje tan odioso como Holmes, compensa su lectura. Y es que aquí, el truco mental consiste en cerrar el libro y dejarlo pasar.
El libro nos narra las peripecias de un Holmes de 93 años algo senil pero y quejicoso pero que mantiene parte de sus dotes de deducción. Es un libro que nos acerca más a la persona que al personaje y que se hace interesante para los seguidores de este gran detective.