No imaginaba que en la literatura española hubiese algo tan parecido a No es país para viejos, la película de los Coen. Recuerda mucho, sobre todo, en el ambiente (una atmósfera violenta que los personajes respiran con naturalidad) y en la narración, dura y psicológica al mismo tiempo, que aquí resulta si cabe más tensa aún por esa especie de carrera de relevos en que los personajes cogen uno tras otro el punto de vista narrativo: "Versión de Lucio Vargas", "Versión de Chon Pagés"..., así hasta diez puntos de vista distintos que acaban componiendo el puzle de la trama, narrada sin embargo de modo casi lineal. El hecho de que se desarrolle en el desierto mexicano contribuye quizá a la semejanza.
Creo que Alejandro Núñez Alonso ha tenido éxito haciendo primar el aire de fatalidad por encima de los tópicos sobre el México rural, sus machos, sus chamacas sensuales..., todo lo cual está ahí pero como latente. Se diría también un spaghetti western de Sergio Leone donde los personajes fuesen algo más que poses de tipo duro o fantasmones sanguinarios.
No imaginaba que en la literatura española hubiese algo tan parecido a No es país para viejos, la película de los Coen. Recuerda mucho, sobre todo, en el ambiente (una atmósfera violenta que los personajes respiran con naturalidad) y en la narración, dura y psicológica al mismo tiempo, que aquí resulta si cabe más tensa aún por esa especie de carrera de relevos en que los personajes cogen uno tras otro el punto de vista narrativo: "Versión de Lucio Vargas", "Versión de Chon Pagés"..., así hasta diez puntos de vista distintos que acaban componiendo el puzle de la trama, narrada sin embargo de modo casi lineal. El hecho de que se desarrolle en el desierto mexicano contribuye quizá a la semejanza.
Creo que Alejandro Núñez Alonso ha tenido éxito haciendo primar el aire de fatalidad por encima de los tópicos sobre el México rural, sus machos, sus chamacas sensuales..., todo lo cual está ahí pero como latente. Se diría también un spaghetti western de Sergio Leone donde los personajes fuesen algo más que poses de tipo duro o fantasmones sanguinarios.