Más Platón y menos Prozac
Lou Marinoff-
Editorial: Ediciones B | B de Books
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Año publicación: 2010 (1999)
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Temas: Autoayuda y superación
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Nota media: 4 / 10 (8 votos)
Reseña de Más Platón y menos Prozac
Este libro todavía no ha sido reseñado
Libro bastante aburrido, esperaba más. No tiene grandes aportes.
Un libro de autoayuda con consejos filosóficos para mejorar la vida de la gente y sus relaciones con los demás, me parece útil hasta cierto punto aunque esperaba más.
A mí sólo me ayudó en algo... a aburrirme. Esperaba muchísimo más de este libro.
Otro de mis tostones favoritos. No hay por dónde cogerlo. Dios mío, en qué momento. Olé por mí, que me lo he acabado.
Yo también me esperaba más de este libro. La fama que le precede es injusta.
"Más Platón menos Prozac" una profunda decepción (Crítica al libro)
** ¿Por qué una profunda desilusión? **
Porque la idea de hacer un poco práctica y habitual la filosofía en la vida cotidiana y vertiginosa de nuestros días, parecía buena, es buena. Antes de comprar el libro ojee el mismo y llamaron mi atención la cita de grandes pensadores. Supuse que sería interesante conocer la forma en la que alguien abordaba cuestiones ordinarias mediante potentes filósofos. ¡Cuan errado yo estaba al pensar que este autor podría!
** Respecto a la psicología y psiquiatría **
Son realmente lamentables las burdas e ignotas aproximaciones de Marinoff entorno a la psicología y la psiquiatría.
** Psicología **
Reduce brutalmente toda la teoría del psicoanálisis a un trozo de concepto despojado de todo sentido, de toda realidad y toda esencia. El apartado del libro denominado Causa y efecto es, en sobremanera y por usar un eufemismo, desechable y totalmente superficial, deja expuesto al autor en su total ignorancia sobre la psicología. Voy a citar parte del texto:
"Usted se da un golpe en el dedo pequeño del pie y grita «¡Au!», pero eso no implica que siempre tenga que ser así. Si sus padres le pegaban cuando era niño y ahora le cuesta trabajo contener su enojo, no puede sacar la conclusión de que lo uno sea causa de lo otro. Tal vez sea éste el caso, pero es probable que no exista relación alguna."
Sí acaso el autor cree que un psicólogo hace una mera asociación de causas y efectos, entonces este señor no ha estudiado en absoluto las teorías psicológicas, no ha leído, o si lo hizo, no ha comprendido siquiera los rudimentos.
A mí parecer, aquellos que tengan incorporadas al menos las bases de la psicología encontraran el siguiente extracto, el más ignominioso pasaje del autor en este libro y por tanto la que determina su total miopía en el marco psicológico:
"Incluso si la psicología llegara a convertirse en un instrumento de precisión, ¿qué bien le haría descubrir las causas de su malestar presente? ¿Acaso llevar una etiqueta, o ser catalogado de «amargado», hará que se sienta mejor? Saber que tiene una caries no hace que le duela menos; el empaste es lo que le aliviará. Comprender que le duele la cabeza porque ha recibido el golpe de una pelota alta no le hará sentirse mejor, aunque una aspirina tal vez alivie su dolor"
A menos que en Estados Unidos se “haga psicología a martillazos”, pensarla en la forma de mera causa y efecto, es pensarla de forma primitiva. Es por medio de la palabra y en el principio de libre asociación que el sujeto en terapia psicológica comprende las relaciones y las devela, las substrae de la fortaleza del inconsciente. Lo que pareciera evidente para el mundo todo, no lo es para el sujeto traumado. Su inconsciente se lo niega. Solo cuando se torna conciencia de lo oculto, lo negado por el portentoso y tenaz inconsciente, el sujeto comprende, toma conciencia y se libera de su padecer.
** Psiquiatría **
En un país como Estados Unidos, donde la gente literalmente muere en los hospitales rogando ser atendida, es fácilmente imaginable que la industria farmacéutica se aferre a cualquier rama de la medicina para lucrar. Ahora bien, el autor vuelve a caer en el error de minimizar vulgarmente y desnudo de conocimientos. Con carencia de todo rigor y sin argumentos sólidos arremete también contra el diagnóstico psiquiátrico, como si esta actividad realizada en forma seria fuera simplemente leer el DSM (Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales). Una cosa es cuestionar la ciencia o una rama de ella y otra diferente es cuestionar su implementación, es decir a los profesionales que la aplican. El diagnóstico en psiquiatría resulta de la evaluación de un conjunto de criterios que son extremos y que debe manifestar el individuo evaluado. En mayor o menor grado todas las personas somos obsesivas y salvo restricción médica hasta podríamos medicarnos contra las obsesiones, pero estimados, no todos padecemos un trastorno obsesivo-compulsivo tal como la psiquiatría especifica.
** Grandes, medianos y olvidables **
Le pregunto al autor ¿Cómo se puede arremeter tan desprovisto de conocimientos contra disciplinas tan elaboradas como la psicología o la psiquiatría? ¿Cómo se puede ser tan carente de rigor a la hora de criticar años de pensamientos y evolución en estas disciplinas? Hablo de las disciplinas de psicología y psiquiatría, y no de quienes la implementan que son humanos y en tanto humanos son errantes. Tampoco afirmo que estas sean perfectas; la perfección no existe. La actual civilización tiene grandes psicólogos y psiquiatras, también los hay mediocres y seguramente despreciables, también en la filosofía hubo y hay inmensos, eternos, fastuoso pensadores, los hay mediocres y por supuesto están los paupérrimos y olvidables, de los que me reservo de poner ejemplo.
** Una ridícula partida de ajedrez **
Respecto al apartado Una partida de ajedrez debo preguntar ¿Es una broma? ¿Es un comentario jocoso? ¿Es acaso una ironía? Porque debo decirle señor autor que claro está. Si usted toma un enfoque bromista, irónico e infundado con el psicoterapeuta, el psicoanalista y el siquiatra, pero no, con el filósofo, está usted siendo poco serio. Alguien podría hacer exactamente lo contrario y redactar un chiste irónico o sarcástico y darle un enfoque serio y real al psicoterapeuta, al psicoanalista y al siquiatra, pero no al filósofo. ¿No sería esta una visión sesgada, parcial o marginal?
** Bondades que no son propiedad exclusiva del "asesoramiento filosófico" **
El autor enumera un dúo de bondades del "asesoramiento filosófico" a saber: Primera: "... ayudar a las personas a desarrollar formas productivas de ver el mundo... " Pregunto ¿Acaso la psicología no? Es más, me atrevo a decir que la psicología cuando puede (¿o acaso el "asesoramiento filosófico" puede siempre?) ayuda a las personas a desarrollar formas productivas de vida.
Segunda: "... trazar un plan general de actuación en la vida cotidiana... " Teniendo en cuenta el relato de casos descritos en el libro, los cuales son en mi humilde opinión carentes de profundidad y rozan la equidad con una charla de café con cualquier persona; pregunto: Para trazar un plan de actuación en la vida cotidiana ¿Es necesario ver a un filósofo? Quizás deba ser más específico en mi pregunta: Para trazar un plan de actuación en la vida cotidiana ¿Es necesario ver a un "filósofo" como Marinoff?
Al llegar a la página cincuenta y cinco queda esclarecido que el autor es un desconocedor en materia de psicología y psiquiatría y el lector podría comenzar (a mí me ha ocurrido) a preguntarse si el autor será también ignoto en materia de filosofía.
** Contradicciones del autor **
A pesar de la imberbe crítica a la psicología y a la psiquiatría, el autor en cierta forma las afirma y enuncia:
"... Ante los problemas del pasado sin resolver, la psicología tiene mucho que ofrecer... "
"...Una causa posible de depresión es que algo funcione mal en el cerebro...La psiquiatría es lo más indicado, ya que la medicación sin duda controlará los síntomas... "
Si un trauma psicológico puede estar vedado al consciente del sujeto, es decir, el sujeto desconoce el trauma ergo desconoce la temporalidad del mismo y el autor es un completo desconocedor de las teorías psicológicas ¿Cómo hace para discernir entre aplicar su seudo terapia o derivar al sujeto a un psicólogo?
El mismo razonamiento se aplica a la crítica y afirmación del autor sobre la psiquiatría. Si es un absoluto desconocedor de los métodos de diagnóstico psiquiátrico ¿Cómo discierne entre tratar o derivar?
** Platón **
En la página 84 el autor cita al filósofo Platón: "... si no conociera la esencia de algo ¿Cómo iba a reconocerlo?"
Cabe perfectamente preguntarle a Marinoff: "Si usted no reconoce la esencia de la psicología ¿Cómo puede reconocerla?"
** En el capitalismo brutal cosificar es todo y todo puede ser vendido y comprado **
Parece la regla del mercado: Todo buen negocio editorial debe tener su acrónimo. En informática RUP, PUD, PMBook, infinidad de ellos, en autoayuda, en formación financiera otros tantos acrónimos, en fin. Marinoff parece también sumarse al movimiento ¡Y vaya casualidad! ¡Y que conveniente! Su acrónimo es PEACE (Paz). Voy a ser irónico respecto a esto: Supongo que tras años de desarrollar un "poderoso" pensamiento filosófico, este ha concluido en un acrónimo que significa paz, maravillosa casualidad. No vaya a pensar el lector que el proceso propuesto por el autor fue ajustado al acrónimo. ¡No por Dios que injerencia!
** ¿El "asesoramiento filosófico" complemento para mejorar la calidad de vida o un gran negocio? **
Comercialmente suena razonable, para vender hay que tener un producto y el producto requiere una marca, PEACE es una buena marca para un proceso de ayuda a individuos que buscan armonía. Luego vienen las conferencias, las entrevistas, las notas en diarios y revistar, en fin el mercadeo del producto/servicio y la publicidad de la marca. Está muy bien mercadear en el capitalismo, empero si no es ético que la industria farmacéutica en fusión con la psiquiatría se jacte de la perfección de poder curar todo síntoma (según crítica del autor), tampoco es ético que el autor se jacte de un producto (PEACE) capaz de solucionar la totalidad de los males. Me permito preguntarme ¿Cuántos testimonios son exitosos en el libro? Respuesta: Todos ¿Cuántos testimonios son fracasos o presentados como tal en el libro? Respuesta: Ninguno. El lector desprevenido podría llegar a conceptualizar que el proceso PEACE roza la perfección y por tanto puede convertirse en un ávido portador de propaganda y un ávido consumidor de productos Marinoff.
Otros estandartes que usa el autor de este libro son las frase "Asesoramiento filosófico" y las palabras "asesoramiento" y "filosófico/a".
* La frase Asesoramiento filosófico aparece aproximadamente 68 veces en el libro.
* La palabra asesoramiento aparece 95 veces.
* La palabra filosófico/a aparece 344 veces.
Quién lea esta crítica podrá sacar sus propias conclusiones respecto de esta información.
Por mi parte tengo la impresión que el autor pide a gritos, casi caprichosamente, en un sostenido berrinche, un "trozo del pastel" que hoy se reparten la psicología y la psiquiatría en Estado Unidos. Una buena alternativa para este autor, hubiese sido presentarse concretamente como una alternativa a la psiquiatría y la psicología, en lugar de confrontar con tan nebuloso afán a dichas disciplinas. Los grandes pensadores no piden permiso, irrumpen, pulverizan, crean y enamoran, Sócrates, Platón, Aristóteles, Hobbes, Kant, Hegel, Marx, Nietzsche, Freud, Sartre, Focault y todos los demás inmensos, empero usted señor Marinoff debe pedir el más humilde de los permisos.
El "padre de la psicología" Sigmund Freud ha dejado sobrados testimonios de sus casos fallidos, de sus irresoluciones, de sus derrotas; como ser humano en su afán por dejar una legado importante para su especie comprendió perfectamente los límites y carencias inherentes en su persona ergo inherentes a la especie humana. Claro comparar el elaborado pensamiento de Freud resultado de años de trabajo, dedicación, reflexión e investigación con el autor de la obra aquí criticada, es como comparar el concepto de Dios con una humilde rana.
** Apenas lastimosas gotas de Filosofía **
El lector deberá "soportar" al menos unas 73 páginas para sorber unas pocas gotas de una aproximación a la filosofía. Las 70 páginas primeras pretenden vender el asesoramiento filosófico y criticar de manera soberbia, bárbara y con base en la ignorancia a la psicología y la psiquiatría.
** Muestra de casos presentados por el autor en su libro **
** Vincent (uno de los casos presentados en el libro) **
El caso: Por normativa empresarial sobre acoso sexual, Vincent tuvo que descolgar un cuadro de Gauguin de su sitio de trabajo. Consternado por el hecho visito a Marinoff. Es por demás evidente que el hecho aquí planteado no es motivo de consulta psicológica y mucho menos psiquiátrica, eso está a las luces del más escueto razonamiento, es decir el sentido común. Para el Sr. Vincent, sí sería recomendable una primera evaluación psicológica si, por ejemplo, habitualmente explotara en ira desmedida ante hechos ordinarios y corrientes de la vida cotidiana o por el contrario si este padeciera una profunda angustia que lo arrastrase a una vida personal y/o socialmente disfuncional. En resumen prácticamente nadie (por no decir nadie) va a terapia psicológica ni al psiquiatra por un único día de controversia. Por supuesto que el caso le llevó una sesión, hablaría ya en demasía mal del autor, que le llevara más tiempo, pues lo que hizo no fue una aplicación práctica de la filosofía, sino el uso del más rudimentario de los razonamiento, el sentido común. Dicho sea de paso que el sentido común es el mismo razonamiento que se puede tener con un amigo en un bar y lo único que tiene que abonar es el café.
Ahora bien ¿Qué ocurriría si el Sr. Vincent presentara un patrón de ira y angustia post ira? ¿Cómo haría el Sr. Marinoff para resolver este ciclo? ¿Qué ocurriría si a pesar de haberle recitado decenas de aforismos y lecturas filosóficas el patrón de comportamiento persiste? De más está decir que esto nunca lo sabremos a menos que el autor dé el primer paso que debe dar toda persona que se precie de llamarse filósofo, reflexionar. Y si ese día llega y como resultado de su reflexión comprende su irracional y bárbaro ataque a la psiquiatría y a la psicología basado en tan toscos y superficiales argumentos, entonces quizás, pueda retrotraerse de los arteros ataques provistos a estas dos disciplinas.
** Janet (otro caso presentado en el libro) **
Voy a citar una porción de texto del autor:
"Janet había acudido a terapia más o menos en la época de su primer divorcio y también cuando las cosas empezaron a ir mal con Bob (su actual pareja). Y aunque ahora comprendía la importancia que la relación con su padre había tenido en su primer matrimonio, no sabía qué hacer con Bob… No quería que le dijeran qué tenía que hacer, pero quería una guía para llevar a cabo acciones concretas, no una pizarra en blanco ni una pared que le respondiera: «Eso es interesante... continúe.»"
Aquí el autor simboliza o representa al psicólogo como una pizarra en blanco o una pared parlante. Sin embargo Marinoff continúa:
"El pathologos de Janet «no merezco el amor de mi padre» se tradujo en sus sucesivos matrimonios en «no merezco el amor de mi marido». Su pathologos la llevaba a casarse con el hombre equivocado y, lo que es peor, a culparse a sí misma cuando el matrimonio fracasaba. Caía en la trampa que ella misma había ideado. Las dos vertientes del dilema de Janet (volver a casa o irse a un hotel) servían potencialmente para reforzar el pathologos: de cualquier modo no recibiría el amor de su marido y, por tanto, se declararía indigna de él."
La resolución del conflicto se centra en el descubrimiento que hizo Janet durante su terapia psicológica, es decir, el no merecimiento de amor de la figura masculina, un modelo de comportamiento arto conocido y con años de evolución y estudio en el marco psicológico. Al parecer el psicólogo que trató a Janet fue más que una pared, una pizarra en blanco o una mera presencia que dice «Eso es interesante... continúe». Linda palabra pathologos, elocuente, mas el autor y su colega (que parece haber sido el inventor) llegaron un tanto tarde al concepto del no merecimiento de amor que se auto inflingen algunas personas.
** La profundidad de una cáscara de nuez **
En este autor, que reducida capacidad de reflexión, que escueta profundidad para el pensamiento. El error es absolutamente mío, desde mi juventud concebí que una persona que dedicara su vida a la filosofía, sería dueño de una especial concepción del mundo y las cosas. Sólo en la desaforada genialidad resultado del profundo pensar filosófico se justifica la vehemencia de algunos pensadores. El Sr. Marinoff no es desaforadamente genial y dista infinitamente de serlo, empero sí es vehemente y superficial en sus críticas. El autor es también un abogado de la "dorada mediocridad". Para ser bondadoso con él voy decir que eso queda de manifiesto en este producto literario.
** Conclusiones **
Esto no es una apología de la psicología y la psiquiatría. El libro aquí criticado de ninguna manera es recomendable, podría dejarlo/o a usted en el más absoluto vacío de filosofía. Estimado/a lector/a, antes que a este autor, usted podría abordar cualquier libro de reconocidos pensadores, aunque muchos de ellos pueden ser caóticos, contradictorios, hasta incluso falaces, lo dejarán opíparo de real filosofía.
Lic. Bettencourt Javier Eduardo
(Ni psicólogo ni psiquiatra)
Buenos Aires, Argentina
Mayo 2011
Esperaba mucho más del libro. Desde luego quien espere cambiar algo en su vida leyendo este libro creo que se equivoca. Insufrible.
A través de diferentes casos de personas traumatizados por diferentes motivos, se busca una utilidad terapéutica a la filosofía.