Resumen y sinopsis de La medición del mundo de Daniel Kehlmann
Ciencia y literatura se dan la mano en esta novela inteligentemente entretejida en la que Daniel Kehlmann, uno de los autores más importantes de la literatura alemana contemporánea, resucita las fascinantes personalidades de dos eruditos: Alexander von Humboldt y Carl Friedrich Gauss.
A finales del siglo XVIII, estos dos jóvenes alemanes se embarcaron en la descomunal empresa de medir el mundo. Alexander von Humboldt, un naturalista, viajero y aventurero empedernido de inagotable curiosidad, exploró nuestro planeta y se abrió paso por las selvas y estepas, navegó por el Orinoco y probó toda clase de venenos. Carl Friedrich Gauss, un hombre nacido en la pobreza y posteriormente reconocido como el más importante matemático desde Newton, era capaz de abandonar el lecho conyugal en plena noche nupcial para anotar una fórmula matemática. En 1828, ya mayores, estos dos genios de la Ilustración alemana se reencuentran en Berlín, donde evocan juntos los años de su juventud y aventuras pasadas.
La medición del mundo, el mayor best seller en lengua alemana después de El perfume, ampliamente galardonada y traducida a más de 40 idiomas, es una novela que se distingue por un humor sutil y una fina ironía, pero también por una caracterización de los personajes, una amenidad y un encanto inolvidables. En lugar de ensalzar a estos personajes históricos, el autor nos muestra estos genios excéntricos en todas sus facetas: con sus grandezas y sus errores, sus pequeñas manías y sus debilidades y anhelos, entre la soledad y el amor, el fracaso y el éxito, y consigue de este modo un retrato humano inédito, lleno de luces y de sombras.
Ha participado en esta ficha: yiyolon
Un aburrimiento de principio a fin.
Seguramente no habré llegado a disfrutar del humor alemán presente en todo el relato.
Empieza un poco flojo pero a lo largo que transcurre el libro se hace más y más interesante. La contraposición de dos personalidades tan opuestas como son las de sus protagonistas y lo bien que se reflejan hacen de este libro un buen compañero.
Además contiene detalles y anécdotas muy interesantes y útiles para no irse a acostar "sin aprender nada nuevo".
Buena edición de Maeva en tapa dura, grandes elogios y promesas en la solapa del libro, pero el interior no ofrece tanto como promete. La vida de Gauss resulta algo más amena, pero la de Humboldt se hace soporífera.
He de decir que no he terminado de leer este libro. Su autor,de tan erudito que intenta ser aburre, a mi al menos.
Idea ambiciosa e interesante la emprendida por Daniel Khelmann en “la medida del tiempo”. Pero a pesar del intento se queda un poco flojilla, como que no llega a cuajar en su intento.
Sorprende este joven autor con la facilidad de prosa y un para nada desdeñable rigor informativo en ámbito científico y matemático que es de agradecer cuando un autor trata argumentos complejos y difíciles que requieren un mínimo de conocimientos.
La disparidad humana y de vida entre los dos protagonistas del libro, dos científicos reconocidos internacionalmente, está bien marcada por Khelman, pero a veces me resultaba un poco ofuscada, confusa, poco nítida.
Humboldt y Gauss. El primero de buena familia, el segundo de origenes humildes. Humboldt, hombre enérgico, vital, educado, basó su carrera científica recorriendo il mundo, recopilando datos, observaciones, mediciones in situ (Humboldt se sentía una enorme felicidad cuando había algo que medir), recorriendo el mundo, hasta los puntos más inhóspitos del hemisferio, arriesgando la propia vida, en las circunstancias más adversas, poniendo en marcha sus dotes diplomáticas para superar límites burocráticos en cada país que visitaba. Cito como ejemplo su visita a Madrid y su entrevista con Manuel de Urquijo para obtener el salvaconducto que le permitiese viajar al Nuevo Mundo.
Gauss, al contrario, era un hombre huraño, misántropo, solitario, esquivo, que se dedicó en cuerpo y alma, con absoluta fidelidad, a su actividad científica sin moverse de Alemania. Detestaba viajar aunque se tratase de pequeñas distancias. Su carácter se agriaba aun más cuando era requerida su presencia en alguna conferencia. Parco en emociones, detestaba a su mujer y a su hijo que trató de manera cruel y que consideraba un ser inferior por sus escasas aptitudes matemáticas (la parte final del libro se centra en las desdichas del hijo, literalmente abandonado por su padre al que no tuvo nunca la posibilidad de demostrar sus verdaderas cualidades. Es esta parte final que pierde la sintonía con la dinámica general del libro).
Khelmann nos muestra un Gauss atrapado en los límites científicos de su época. Sufre y se martiriza por esto. Se lamenta de cuanto puede ser accidental nuestra existencia. Él, por ejemplo, goza de las ventaja de sus conocimientos respecto al pasado y, sin embargo, no juega otro papel que el de cebo para el futuro.
Sus vidas convergen en el único punto en el que pueden encontrarse y coexistir: en el de la pasión y total dedicación a las matemáticas. Todo lo demás les separa, incluso el reconocimiento final a sus respectivas carreras, cuyo objetivo, a fin de cuentas, era el mismo pero concebido en dos modos tan distintos.