Increíblemente insípida y convencional, Jóvenes esposas, es el tipo de libro del que se puede sacar una horrorosa película de sobremesa. No deja de ser una comedia estúpida llena de situaciones típicas, previsibles y tremendamente aburridas que no hay por dónde coger. Y aunque tenga alguna parte especialmente graciosa, se diluye en un mar de hechos insustanciales y personajes tediosos.
Olivia Goldsmith es una escritora célebre por su primera obra “El club de las primeras esposas”. Y, aunque no es una mala escritora, parece que solo sabe escribir la misma clase de historia. Pero, dejando eso a un lado, literariamente, tiene un estilo de escritura meramente funcional, con una prosa simplona, un lenguaje pragmático y unas descripciones escasas y concisas.
Los personajes son capítulo aparte. Me resultaron sosos y superficiales. Muy poco trabajados y peor construidos. Y eso va también para el trío de protagonistas que son el colmo de lo estúpido. Kam, la abogada ingenua, Jada, directora de una sucursal que no es capaz de darse cuenta de que su matrimonio hace aguas por todas partes, y Vivian, ama de casa con los ojos cerrados, son los personajes principales y, cada una de ellas a su manera, me pareció odiosa e irritante.
Jóvenes esposas trata un gran cliché en la historia del cine: la mujer engañada. Y es que la trama es bien sencilla. Tres mujeres son engañadas de diferentes formas por sus maridos. Resentidas con ellos y, con un sistema legal que siempre parece amparar y proteger a los hombres, deciden reunirse y planificar una venganza, que al tiempo que las unirá, les mostrará cuales son los siguientes pasos a seguir en su nueva vida. Pero… ¡un momento! ¿os suena de algo esta historia? Si habéis estado atentos a este comentario, y conocéis un poco la bibliografía de la autora, este argumento os resultará sospechosamente parecido al de “El club de las primeras esposas”. Y habréis acertado. En realidad la autora ha escrito (otra vez) una historia llena de estereotipos de toda clase y condición. Desde el famoso “todos los hombres son iguales” hasta el “el sistema no funciona para las mujeres”, pasando por aquellos tópicos que tengan que ver con la raza (no nos olvidemos de que Jada es una mujer negra). En resumen, un pestiño de argumento que no da para 500 páginas, por lo que la autora tiene que rellenar con situaciones absurdas, sin pizca de gracia y pesadas. Por supuesto no podemos olvidarnos de un tópico más: el final feliz. No obstante cuando llegas al desenlace, es el lector el que irradia felicidad, porque ha terminado semejante tortura mental.
En suma, Jóvenes esposas, es un libro apto solo para los que disfruten de los primeros esbozos de, lo que más adelante, sería el chick-lit. Si no podéis soportar las historias donde las mujeres se quejan hasta el infinito y más allá, sueltan chistes sexistas y, a veces tienen una mentalidad más machista que los propios hombres, huid de este libro. Vuestra paz mental os lo agradecerá.
Increíblemente insípida y convencional, Jóvenes esposas, es el tipo de libro del que se puede sacar una horrorosa película de sobremesa. No deja de ser una comedia estúpida llena de situaciones típicas, previsibles y tremendamente aburridas que no hay por dónde coger. Y aunque tenga alguna parte especialmente graciosa, se diluye en un mar de hechos insustanciales y personajes tediosos.
Olivia Goldsmith es una escritora célebre por su primera obra “El club de las primeras esposas”. Y, aunque no es una mala escritora, parece que solo sabe escribir la misma clase de historia. Pero, dejando eso a un lado, literariamente, tiene un estilo de escritura meramente funcional, con una prosa simplona, un lenguaje pragmático y unas descripciones escasas y concisas.
Los personajes son capítulo aparte. Me resultaron sosos y superficiales. Muy poco trabajados y peor construidos. Y eso va también para el trío de protagonistas que son el colmo de lo estúpido. Kam, la abogada ingenua, Jada, directora de una sucursal que no es capaz de darse cuenta de que su matrimonio hace aguas por todas partes, y Vivian, ama de casa con los ojos cerrados, son los personajes principales y, cada una de ellas a su manera, me pareció odiosa e irritante.
Jóvenes esposas trata un gran cliché en la historia del cine: la mujer engañada. Y es que la trama es bien sencilla. Tres mujeres son engañadas de diferentes formas por sus maridos. Resentidas con ellos y, con un sistema legal que siempre parece amparar y proteger a los hombres, deciden reunirse y planificar una venganza, que al tiempo que las unirá, les mostrará cuales son los siguientes pasos a seguir en su nueva vida. Pero… ¡un momento! ¿os suena de algo esta historia? Si habéis estado atentos a este comentario, y conocéis un poco la bibliografía de la autora, este argumento os resultará sospechosamente parecido al de “El club de las primeras esposas”. Y habréis acertado. En realidad la autora ha escrito (otra vez) una historia llena de estereotipos de toda clase y condición. Desde el famoso “todos los hombres son iguales” hasta el “el sistema no funciona para las mujeres”, pasando por aquellos tópicos que tengan que ver con la raza (no nos olvidemos de que Jada es una mujer negra). En resumen, un pestiño de argumento que no da para 500 páginas, por lo que la autora tiene que rellenar con situaciones absurdas, sin pizca de gracia y pesadas. Por supuesto no podemos olvidarnos de un tópico más: el final feliz. No obstante cuando llegas al desenlace, es el lector el que irradia felicidad, porque ha terminado semejante tortura mental.
En suma, Jóvenes esposas, es un libro apto solo para los que disfruten de los primeros esbozos de, lo que más adelante, sería el chick-lit. Si no podéis soportar las historias donde las mujeres se quejan hasta el infinito y más allá, sueltan chistes sexistas y, a veces tienen una mentalidad más machista que los propios hombres, huid de este libro. Vuestra paz mental os lo agradecerá.