Resumen y sinopsis de Los oficiales y el destino de Cordelia de Ray Loriga
El humo imagina la chimenea, la chimenea supone la casa, la casa inventa a sus fantasmas. Los sueños traicionan la vida caminando para atrás, hasta el lugar donde no hay nada. Se camina a crédito, se lucha de prestado, se vence en un sueño, sólo se comparece en la derrota. Los oficiales y el destino de Cordelia reúne dos relatos singulares.
En el primero, «Los oficiales», Ray Loriga explora las interioridades de un oficial que un día, al asistir a un espectáculo en la cantina de su caserna, descubre que un joven soldado le imita desde el escenario ante el regocijo de todo el regimiento. El joven soldado parodia su pretendida nobleza y la impostada elegancia, incluso el gesto de quitarse el gorro para acariciarse el cabello. El oficial se siente incómodo y halagado, maldice y agradece el plagio del joven soldado. Jamás pensó que sus gestos dieran lugar a la burla o el homenaje. El soldado pagará un precio muy alto por su burla. Y el oficial aprenderá amargamente que la desesperación cose con cuidado cada uno de nuestros vestidos. «El destino de Cordelia» nos cuenta las desventuras de una mujer condenada a vivir entre fantasmas, que sufre con fastidio el acoso de los hombres, siempre espiada y perseguida y al mismo tiempo ignorada por sus pretendientes.
Ray Loriga nos sumerge en la mirada del pretendiente despechado, que observa los movimientos e investiga los gestos y reacciones de Cordelia sin muchas esperanzas de llegar a comprender nada.
"Los oficiales y El destino de Cordelia" es un libro muy malo, una simulación de la literatura, con frases efectistas ("como todos los oficiales, se enamoró de un soldado", "El humo imagina la chimenea, la chimenea supone la casa, la casa inventa a sus fantasmas"), que engañan con una promesa de planteamiento, a veces poético o filosófico, otras veces paródico. Sin embargo, el libro no ofrece al final absolutamente nada, aparte de una verborrea tan insustancial, que resulta difícil mantener la atención y recordar lo que se ha leído.
Lo único conseguido de la "obra" de Ray Loriga es la portada, que simula (¡de nuevo!) un libro decimonónico en rústica y que queda muy bien en la estantería. De hecho, lo compré por su portada, por el contraste entre lo que ésta prometía y lo que Loriga había ofrecido en sus encantadores textos de juventud ("Lo peor de todo", "Días extraños").
Ya que el pequeño volumen venía envuelto en plástico, no pude constatar el engaño hasta llegar a casa y leerlo. Como antiguo fan de Loriga, me sentí robado y desengañado. Así que un 2 por la marketización.