Resumen y sinopsis de La cabeza de la hidra de Carlos Fuentes
Mientras México nada en los veneros petroleros que le fueron escriturados por el Diablo, un burócrata es arrojado a un torbellino de intriga y espionaje internacional donde descubre que las tripas de la bestia a cargo son unas y las mismas y el conducto de evacuación el mismo: somos las mierdas de ese monstruo. Al mismo tiempo, un hombre y una mujer descubren que detrás de su pasión hay una realidad oscura que los impulsa a disfrazar de acción lo que sólo es hambre, padecimiento, deseo.
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Carlos Fuentes es un escritor muy versátil, que lo mismo escribe novelas históricas de la conquista o la revolución, como cuentos de vampiros. En la Cabeza de la Hidra, toma la novela policíaca, con rasgos de novela negra y suspenso de conjuras internacionales, junto a los temas más comunes en la obra de fuentes: la corrupción de la clase política mexicana, la socialité capitalina (esta vez en la forma de la comunidad judía) junto a una serie de personajes netamente urbanos, y todo lo enlaza para que gire alrededor de un tema central: el petróleo, que en México es un asunto de matices quasi-religiosos (muy acertado el juego que hace con la religiosidad guadalupana, pues para el pueblo de México, el petróleo y la virgen son temas sagrados).
El protagonista es un burócrata, Félix Maldonado, una especie de caricatura de James Bond a la mexicana, rodeado de mujeres durante toda la historia, lo mismo damas de sociedad judías que enfermeras de barrio, que se ve inmiscuido en una serie de conspiraciones internacionales que tienen que ver precisamente con unos mantos petrolíferos, que a su vez tienen repercusiones con lo que pasa en el oriente medio e Israel; plantea de una manera inteligente una serie de redes y complicidades, donde por supuesto se hace manifiesto el servilismo de la clase política mexicana, y donde da cuenta de que en realidad, las disputas políticas mundiales no son cuestión de ideologías sino de conveniencias mercantiles.
La historia, sin embargo, es muy irregular, y algunas de las líneas de la trama demasiado fantasiosas para ser coherentes. Aún cuando se agradece que Fuentes no haya hecho una trillada y desabrida novelita de suspenso internacional (al estilo de Baldacci o Ken Follet), aun así me parece que el tema central del petróleo y las disputas árabe-israelíes, podrían haber sido material para desarrollar una historia mucho más profunda y con mayor complejidad.