Resumen y sinopsis de La madre naturaleza de Emilia Pardo Bazán
La aparición en 1886 de Los Pazos de Ulloa provocó un formidable escándalo en el mundo literario de la Restauración. Sin esperar a que se calmaran las aguas, Emilia Pardo Bazán (1851-1921) publicó al año siguiente otra novela, La madre naturaleza, que es continuación directa de la anterior. En ella, la persistencia de ciertos temas -el desvelamiento de las dimensiones ocultas del alma, el conflicto entre los instintos y la razón, el retroceso hacia la animalidad- y de la forma de tratarlos muestra la profundidad del compromiso de la autora con el naturalismo. En esta ocasión, sin embargo, el núcleo del relato se impone a los elementos sociales de la trama: los amores incestuosos de los dos adolescentes que protagonizan la novela.
Ha participado en esta ficha: ERB_Lector
Continuación de “Los pazos de Ulloa” en la que la historia avanza unos años. Los niños se han convertido en adolescentes y un nuevo visitante accede al universo salvaje de los pazos con intenciones casaderas… pero lo que encontrará no será sino esa gran madre, o más bien madrastra naturaleza, en todo su majestuoso y terrible esplendor.
Frente a las reflexiones y luchas internas del protagonista, hombre mundano, meditabundo, insatisfecho pese a sus numerosas experiencias y tan dado a ensueños, contrasta el romance incestuoso entre los dos hermanastros que, ignorantes de su condición, habitan el presente inmediato y se profesan el amor más inocente que pueda existir, libre de cualquier condicionamiento social y comparable al espacio natural sin límites en que se mueven como unos modernos Adán y Eva en el jardín del Edén. La trama se carga así de reminiscencias de tragedia clásica y en ella adquieren peso las abundantes descripciones ambientales, a veces interminables, con que la autora gallega se demora en el examen de la fauna, de la flora en todas sus formas y variantes (flores, árboles, helechos), formaciones geológicas, fenómenos meteorológicos… a menudo entre alusiones mitológicas y bíblicas.
Otros recursos que utiliza están más próximos al monólogo interior, o a la fotografía cuasietnográfica de la población rural, sus costumbres y modos de vida, su habla, sus creencias a veces supersticiosas. Asoman individuos tan peculiares como el “algebrista”, o sabio cirujano/médico del lugar, que profesa unas concepciones panteístas de la existencia.
La novela cierra el ciclo que abre su predecesora y resuelve la pugna entre lo natural y lo civilizatorio. Representa el inusual concepto que tenía Pardo Bazán de la estética naturalista. Entre naturaleza y cultura, es esta última la que puede inclinar al ser humano hacia el bien, librarle de la inercia de la materia, que sigue sus propias leyes, las cuales son de todo menos morales y todo lo corrompen y lo desordenan; la culpa es de la desidia, de la irresponsabilidad humana, que no la frena a tiempo. Es la religión, por lo tanto, la “cura” para esta naturaleza enferma, tal y como se plantea en el monólogo final del sacerdote, aunque mucho más sugestiva que este postulado católico me parece la dualidad de la relación romántica de los jóvenes; planteada como una aberración y a la vez como el vínculo más puro y auténtico que puede darse entre dos individuos.
Es bastante denso y la historia no va muy allá. Eso sí, las descripciones son formidables.
Segunda parte de "Los pazos de Ulloa". Me ha parecido ligeramente de menor calidad que su antecesora. Aunque hay una magnífica descripción de la montaña gallega (parece incluso a veces un personaje más de la obra), hay que decir que el comienzo y el final no están a la altura de la primera parte. Los pormenores de la vida académico-castrense del protagonista ocasionan un inicio del libro aburrido. El final es demasiado suave, y no cumplió mis expectativas. A su favor, el drama que se origina entre el hermanastro y el tío de la joven protagonista por conquistar su amor, aunque es un filón que no se explota con la intensidad que merecería.
Si se ha leído " Los Pazos de Ulloa" debería leerse su continuación "La madre naturaleza". Continua aquí el mismo entorno primordial de seres básicos que en el primer relato. A pesar de que los libros de trama siglo XIX no me gustan esta obra sí resulta altamente digerible. Relato para leer sin tener sensación de perder el tiempo y para conocer a una gran escritora de su tiempo.