Resumen y sinopsis de Secretos de alcoba de los grandes chefs de Irvine Welsh
Danny Skinner es una joven versión contemporánea del Dr. Jekyll y Mr Hyde. Reparte su tiempo libre entre el fútbol, las mujeres, las borracheras monumentales y las grescas apocalípticas por un lado, y la lectura de Rimbaud, Verlaine y Schopenhauer por el otro. Y en su tiempo de asalariado, trabaja en Sanidad y Medio Ambiente y se dedica a inspeccionar restaurantes. Aunque también aquí la dualidad se repite, porque Danny Skinner oficialmente está interesado en la salubridad e higiene de los lugares donde cocinan los grandes chefs, y también los menos grandes, y en recibir algún que otro soborno, pero extraoficialmente pretende averiguar sus más turbios secretos de alcoba: el joven es hijo de madre soltera, una pionera del punk que jamás ha querido abrir la boca, y sospecha que su progenitor puede ser uno de estos divos contemporáneos, uno de los emperadores de esas cocinas que él visita con ojo avizor. Hasta que un día, en medio de este inestable equilibrio laboral y vital, aparece Brian Kibby, un perfecto buen chico un tanto friky, que jamás se emborracha, es aficionado a los trenes eléctricos de juguete, hace higiénicas excursiones a la montaña y asiste a las convenciones de Star Trek. Y Brian se pone a trabajar junto a Danny, que comienza a experimentar un odio inmediato y fulgurante por el recién llegado, tan instantáneo y ardiente como la admiración que Brian siente por él.
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Homenaje a Oscar Wilde y al Retrato de Dorian Gray en toda regla, aunque la personalidad de uno sus protagonistas (supongo que el principal, Danny Skinner) también recuerda al Dr. Jekyll y Mr Hyde, como cita la sinópsis oficial, ya que tiene una cara banal y dada a los excesos, y otra mas culta y recogida.
Esto, tamizado por las manos de Wesh, nos da como resultado esta novela, en la que la relación a dos entre quien se excede sin sufrir las consecuencias de ello y quien sufre realmente las consecuencias, es el "lev motive" de la trama. Sí, aquí el cuadro-retrato de Dorian Gray, que se deteriora y se demacra es una persona de carne y hueso, y es ella la que padece los resultados de los excesos con el alcohol y otras drogas por parte del protagonista mas egoísta.
Paralelamente también está la típica historia de "búsqueda de los orígenes". El personaje que disfruta de su situación de privilegio con respecto al que sufre las consecuencias de su autodestructiva actitud siente la necesidad de averiguar quién es su padre (un famoso chef, quizás?).
Por otra parte, el otro protagonista, "el que sufre", no es en realidad tan inocente y víctima como parece.
La habitual visceralidad de Welsh, nos acaba llevando a un final inesperado pero concluyente. O quizás en el fondo todo era mas que esperado...
A veces humorista, otras veces lamentable, pero siempre explícita y directa, es una de mis novelas preferidas del autor, y por eso la he leído por segunda vez.
El problema de Welsh es que en cuanto sale de los ambientes marginales de Edimburgo hace una narrativa poco creíble por sus personajes que no pegan en otro tipo de ambientes. Una novela diferente a lo que nos tiene acostumbrado el autor escoces que a mi personalmente a llegado por momentos a aburrirme. Si no eres un fanático de Irvine Welsh dudo que llegues al final.