Resumen y sinopsis de La señora Dalloway de Virginia Woolf
Figura destacada del llamado «Grupo de Bloomsbury», Virginia Woolf (1882-1941) fue autora de una serie de relatos que la sitúan en la vanguardia del movimiento renovador de las técnicas narrativas que buscó en la profundización del análisis de la conciencia el reflejo de una realidad más auténtica y esencial. Fue en la amalgama de sentimientos, pensamientos y emociones que es la subjetividad donde Woolf encontró el material apropiado para una narrativa que contribuyó a forjar la sensibilidad contemporánea. Publicada en 1925, LA SEÑORA DALLOWAY relata un día en la vida de una mujer de la clase alta londinense desde el punto de vista de una conciencia que experimenta con plena intensidad cada instante vivido, en el que se condensan el pasado, el entorno y el presente.
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Aunque es una lectura que exige un esfuerzo, es muy enriquecedora. De sobresaliente la historia de Septimus y su esposa. Eliminaría, al menos en la edición que he leído, los dos prólogos. También me he dispersado en algunas partes como es en la historia de Elizabeth.
El final es apoteósico, no solo por la fiesta que es como una preparación.
Muy recomendable.
Clarissa Dalloway es una mujer de la alta sociedad londinense a principios del siglo XX, perfecta esposa y anfitriona de fiestas, un tanto banal, frívola… pero también inteligente, sensitiva. A lo largo de un día entero, con su mañana, su tarde y su noche (que remiten a las etapas de la vida) experimenta una toma de conciencia de sí misma y del pasar del tiempo, del significado de un vivir que se nutre quizá de una experiencia, la de la propia escritora. Mientras tanto, un excombatiente de la gran guerra cada vez más hundido en la locura será el único capaz de alterar el discurrir de la jornada. Hay dos tiempos en la novela: un tiempo lineal, cronológico, muy concreto y acotado en el presente, frente a un tiempo fluido y de fronteras imprecisas, derivado del recuerdo, de las impresiones continuas y los pensamientos más profundos de unos personajes que se ven enfrentados con imágenes múltiples de sí mismos, a veces contradictorias, lo que lleva a un cuestionamiento tanto del tiempo cotidiano, el que marcan los relojes, como de una identidad personal que creemos inmutable, sin fisuras.
Frente a lo vago del argumento, de sus idas y venidas, lo preciso de cada detalle, las metáforas en una prosa directa a los sentidos, casi táctil, audible, cobrando la materia novelesca una forma muy viva. Algo propio de la poesía, aplicado aquí, es convertir una anécdota particular y sin trascendencia en un viaje a la condición humana, a un mundo completo encerrado en unos límites estrechos; el de unas personas cualesquiera examinadas con lupa en sus breves hallazgos mentales, que tan desapercibidos pasan (se nos pasan) entre los contratiempos diarios, en una actividad psíquica incesante que convierte lo ordinario en extraordinario (un simple objeto, como una navaja, define a su dueño). El viejo narrador omnisciente decimonónico es relevado ni más ni menos que por una conciencia colectiva, un hervidero de voces que se contradicen (un coche, un importante desconocido dentro, el mensaje en la estela de un avión… y cada uno ve una cosa según su punto de vista). Pero la aparente dispersión argumental deja ver muchos hilos que, sin embargo, componen una trama sólida y definida.
Clarissa y Septimus bien podrían encarnar lo vitalista y lo mortuorio, respectivamente, pero también el realismo y el idealismo, el ver las cosas tal y como son, sin errores ni complicaciones, frente a desvelar la realidad misteriosa y oculta de esas cosas, que sólo los perturbados entienden... Vivir el presente, o bien ser perseguido por los fantasmas del pasado, de un universo imaginario que sin embargo se funde, se superpone a lo ordinario. Los dos, de alguna manera, se “encuentran” al final, y tal descubrimiento apenas cambiará la normalidad reinante, la burbuja de la señora Dalloway y de su entorno social. Contra lo que se revela implacable Woolf es contra la psiquiatría moderna, los defensores de la razón y férreos salvaguardas de la salud mental, tan propios de una época, de una nación, cuyo racionalismo victoriano acababa de saltar por los aires la década anterior. Y podemos leer entre líneas todo tipo de referencias a cuestiones de género, sexuales y de clase, al colonialismo, a la mentalidad tradicional y nacionalista británica, que surgen aquí y allá, conforme al sentido impresionista de la narración.
Libro muy interesante, no es fácil pero tiene momentos sublimes. He tardado años en volver a leer a Woolf pero creo que puede ser el momento de releer sus libros.
La Señora Dalloway es una de esas obras que no deja indiferente. Engañosamente simple y profunda, no deja de asombrar por su acertado retrato de la sociedad victoriana, la incipiente crítica social y el portentoso despliegue emocional que aparece en sus páginas.
Virginia Woolf es una autora a la que su fama precede. Pero su estilo es tremendamente confuso, su lenguaje enrevesado y sus descripciones demasiado complejas para conseguir seguirlas a la primera. Casi se diría que la autora carece de filtro y escribe lo primero que se le pasa por la cabeza, sin descartar ni ordenar primero sus ideas.
Destacan, no obstante, sus variados y riquísimos personajes. Construidos de forma sublime, sorprende que en tan poco extensión, a veces no más de dos líneas, todo el elenco de la obra pueda ser perfilado física y psicológicamente de forma completa y muy correcta. Con ellos, Virginia Woolf no deja duda de que conoce la naturaleza humana como nadie.
En la Señora Dalloway, la autora nos muestra dos mundos sociales bien distintos y que, inevitablemente chocan entre si. En el primero de ellos, Clarissa Dalloway, mujer acomodada en la cincuentena, empezará a reflexionar sobre su vida, con la llegada de Peter Walsh, amor de juventud. Estos pensamientos, desembocarán en una crisis personal, en la que Clarissa también cavilará sobre el mundo en general y la alta sociedad en particular. Sus ideas, agudas e ingeniosas, ayudan al lector a completar el retrato de la época.
El representante del segundo mundo es Septimus Warren Smith, oficinista con graves problemas mentales derivados de la guerra en la que participó, nos muestra no solo las dificultades de la clase trabajadora, si no el lento y angustioso descenso hacia la locura.
Al final los dos mundos confluyen en la fiesta de la Señora Dalloway, mostrando unos de los finales más verosímiles, coherentes y emotivos que he leído en mucho tiempo.
En resumen, La señora Dalloway, es una obra maravillosa desde el punto de vista emocional, pero resulta bastante complicada. Si uno se acostumbra a la forma de escribir de la autora, descubrirá un gran libro en el que podrá reconocerse en algunos momentos.
Totalmente recomendable, en especial para empezar a acercarse a la literatura de Virginia Woolf.
Virginia es una genio. Tuve problemas para entender por momentos la trama y me confundía los personajes, debido a la forma tan única de escribir de Virginia, pero fantástica.
No es un libro para no iniciados, ya que cuesta un poco desentrañar y clarificar su trama.
Si tenemos en cuenta que se escribió en 1925, me parece que estamos ante todo un prodigio narrativo.
Esta mujer es toda una innovadora en los usos y las formas.
Utiliza muchos recursos estilísticos; entre ellos, el monólogo interior. Y consigue plasmar con brillantez el espeso sopor, la languidez, la amargura y el dolor, que pueden conducir a un pavoroso suicidio.
Muy notable.
Buena prosa la de Virginia, sin embargo es un relato tan íntimo que en ocasiones (muchas) no logre conectarme con el relato y me pareció tedioso, lento muy lento. Sin embargo creo que no carece de valor pues demuestra un gran conocimiento del interior del ser humano al grado de poder representar sus pensamientos.
Me pareció una obra de arte algo difícil de leer comparada con algunas, me llama la atenciones hecho de que sea tan abstracta pues es todo pensamiento, osea apenas hay físico, todo es pensamiento y todo ser sabe(capaz de leer el libro o intentar leerlo) cuan abstracto, profundo y difícil es un pensamiento.
Me resulta difícil de valorar porque fue el primer libro de Virginia que leí y luego de haber leído otros libros de ella, me di cuenta de que mi error fue comenzar con este libro a abordar a esta gran autora;dado que a mi entender se requiere cierto esfuerzo y costumbre (por decirlo de algún modo) para leerla. De todas formas me deslumbró su originalidad, pero sin dudas es un libro que volveré a leer.
Me pareció un libro interesante. Sin lugar a dudas debo decir esto gracias a los personajes, tan profundos y caracterizados, que hacen que uno no se olvide de ellos.