Resumen y sinopsis de La señorita Medina de Adelaida García Morales
Una mujer inquietante y misteriosa posee la llave del secreto que busca Silvia. A lo largo de una serie de encuentros ambas irán reconstruyendo la vida de Nieves, hermana de Silvia que se suicidó siendo una adolescente aparentemente feliz, a la vez que bucearán en su propio interior y la presencia de la hermana muerta será cada vez más real...
Una magistral intriga psicológica ambientada en Sevilla, por la que se desliza el amor, la muerte, el sexo, la búsqueda de la identidad y la creación de un mundo propio hasta llegar a un desenlace que supone una nueva vuelta de tuerca en una novela llena de sorpresas.
Una vez más, Adelaida García Morales ejerce sus sólidas cualidades de narradora para entretejer una historia fascinante y de profundas connotaciones humanas.
La señorita Medina, antigua profesora de tendencias sexuales reprimidas, exmonja y bebedora empedernida, es la celosa guardiana de un secreto inconfesable; del motivo que empujó al suicidio a la conflictiva hermana de la narradora, suceso que marcó a ambas mujeres para siempre. La señorita Medina es alguien de apariencia desvalida, derrotada, pero también engañosa; de su boca surgen una serie de verdades a medias que quizá sean mentiras. Es una incógnita viviente que emana cierto poder, está incluso en contacto con el reino de los espíritus, que puede existir de verdad o puede ser sólo la forma que tiene una loca de afrontar la pérdida.
El mundo obsesivo y turbador de García Morales se despliega a través de la presencia ausente de la difunta, una adolescente de carácter tan inestable como vitalista, empeñada en vivir intensamente, con exceso y en el límite de todo, pese a la censura de unos padres muy piadosos que en el fondo no la quieren. En vivir su propia realidad, donde se cruza el erotismo desbordado y rebelde con la devoción hacia lo religioso o místico, o cierta expresión de sus demonios a través del dibujo. Como una santa o un ángel caído, la huella imborrable de su personalidad trasciende la muerte y sigue acompañando y atormentando a los vivos, pese al paso del tiempo, pese a seguir existiendo tan sólo en la memoria, aunque se trate de la memoria quebrada de una madre con Alzheimer, o en la evocación de una hermana que se dirige directamente a ella, alternando en su relato la primera y la segunda persona.
Es la protagonista el único personaje más o menos convencional, pero incluso ella siente en un momento dado la perturbación de los límites de su propia identidad, sin ser del todo dueña de sí. Convencional, al menos, frente al triángulo amoroso bizarro que centra la trama, formado por unos individuos muy suyos y desde luego difíciles de olvidar, muy heridos por dentro, de condición incluso monstruosa en su amargura.
Vuelve a tratar la autora la manipulación insidiosa de unas personas hacia otras, la facultad de dirigir el destino ajeno desde la sombra. El amor y las relaciones humanas son siempre conflictivas, malsanas, lo bueno dura poco y es quebradizo; los rencores, las venganzas, los afectos tan apasionados como obsesivos, pueden destruirlo todo de un plumazo, casi que mejor es dejar las cosas tranquilas, tal y como están. Por supuesto está la soledad, sus efectos nocivos, pero también está la soledad reparadora, un camino de aprendizaje para bastarse a uno mismo y aislarse de resto del mundo, que termina por ser la única opción para protegerse de esa maldad y ese daño.
Tenemos más de un ejemplo de sexualidad no normativa en un contexto temporal un tanto difuso, una época más restrictiva en lo moral, nos movemos en unos ambientes de clase media-alta y la ciudad de Sevilla es testigo de los acontecimientos. El estilo sin estilo de Adelaida tiene algo de oralidad, de ingenuidad, con una tendencia más a explicar que a mostrar; no es del todo convincente pero desde luego es un estilo inconfundible.
Al cabo de 20 años del suicidio de su hermana, la protagonista se reencuentra con la profesora que mejor conocía a la malograda suicida y los motivos que le condujeron a ello.
La historia es buena, pero la autora la ha desarrollado de tal forma que resulta aburrida y repetitiva.