Resumen y sinopsis de Y si habla mal de España...es español de Fernando Sánchez Dragó
Fernando Sánchez Dragó arremete contra todo y contra todos en este libro, que escribe desde el enfado más monumental. Al autor le ha pasado algo con lo que muchos españoles van a identificarse: está harto de España. Está harto de vivir en un país de gente sin educación, donde la envidia es el pecado nacional, cunde la mala leche y los sinvergüenzas campan a sus anchas. Es un país, nos cuenta Dragó, que ha pasado en pocos años de la España Mágica a la España Hortera, en el que los pícaros y ladrones se convierten en estrellas de televisión y la honradez se ha convertido en un defecto. Frente a todo ello, Dragó pide un rearme de valores, hace una apelación a esa España que se ha convertido en un continente sumergido, a ese país abierto, respetuoso y jovial que, si se rasca un poco la superficie, sigue allí, como la patria secreta de los españoles.
Libro que va de más a menos. Sobra la última parte dedicada a los toros y, en concreto, a José Tomas. Aquí el popular presentador se deja llevar por su pasión acerca de la tauromaquia, desviándose de su inicial punto de partida: el análisis del problema sobre la identidad de España. Por lo demás, aunque ese tema es discutible (como el relativo al turismo), hay que alabar su valentía a la hora de desmenuzar los problemas identitarios del país. Con una prosa rica en léxico y gramática, Sánchez Dragó aporta las claves que nos dibujan por qué España es diferente a otros países en cuanto a la forma de pensar y actuar de sus gobernantes y ciudadanos. Más de un político y dirigente debiera leer estas páginas
No creo descubrir ninguna “terra incognita” si afirmo que Sánchez Dragó es un pedante... Sí, es un pedante; pero... ¡ojo!, no nos confundamos; es un estupendo pedante, muy leído, cultísimo, con mucho mundo y muy inteligente; por lo tanto... se le puede perdonar, máxime si tenemos en cuenta que vivimos en un país y un momento histórico en que hay muchos pedantes que son sólo eso..., sin los aditivos que adornan a nuestro autor...
He pasado buenos momentos leyendo este ensayo, y aun los paso pues todavía no he finalizado su lectura, que está acompañando mis almuerzos vacacionales..., y me los está haciendo más digeribles y amenos... ¡Gracias Sr. Dragó!
No comparto todo lo que se dice ahí..., pero me reconozco como uno de esos españoles que habla en ocasiones mal de España, o sea... como un “españolazo total”.
El texto es agradable de leer, resulta ligero, porque además se puede hojear y entender, de delante hacia atrás o viceversa, comenzando por las páginas interiores, saltando capítulos y párrafos, etc., a gusto del consumidor, sin que por ello pierda inteligibilidad. Es pues también lectura apta para anarquistas viscerales...; o sea, para españoles.
El lector se reconoce en el texto como ese espécimen que se ufana de ser español porque “no puede ser otra cosa”, pero disiente levemente del autor en el sentido de que no pide perdón por eso y además porque piensa que “en todos los lugares cuecen habas”... Comprendo su devoción por el Japón, Sr. Dragó, posiblemente extensión de su devoción a su señora esposa. Eso... le honra, sin duda...Yo no he estado allí, pero me aterra ese espectáculo contemplado tantas veces en el cine de miles de empleados fabriles haciendo gimnasia rítmica, todos al unísono, como un sólo hombre..., como hormigas de un monstruoso termitero, sin individualidad... Recuerdo también unas escenas de unos jóvenes que seguían a una cantante de moda... También marcaban el ritmo de su canción gesticulando todos al tiempo, como un disciplinado ejército..., con unas poses absolutamente precisas, mecánicas... Yo... no me apunto a eso, Sr. Dragó, prefiero blasfemar por libre, sentado en una de nuestras terracitas, “cagándome en to lo que se menea”, mientras saboreo un vinito con unos pinchos... Sin duda será menos productivo, pero... ¡qué quiere que le diga! Es posible, como Vd. dice, que sean un pueblo sin plebe, pero a mi se me antoja que parecen un pueblo de clones. Un servidor, con perdón, Sr. Dragó, si me dieran a elegir, preferiría mejor ser inglés... y, si es posible, un inglés victoriano, de los que ya, al parecer, no existen..., aunque eso seguramente sería incompatible con mi condición de españolazo.
En fin, disculpe, que estoy hablando de mis opiniones, pero no de su libro, el Sr. Umbral (que en paz descanse) montaría en cólera, menos mal que Vd. tiene más cuerda... Pues su libro es excelente, muy divertido. Yo comparto digamos un 50% todo lo que dice Vd. ahí... Y no crea que pierde lectores por decir lo que piensa, aunque sea políticamente incorrecto. A muchos, en este país, nos encanta lo políticamente incorrecto y que se diga lo que se piensa, mayormente cuando se dice con tanto gracejo y conocimiento de causa como en su caso.