Resumen y sinopsis de El Invencible de Stanislaw Lem
Una maravillosa aventura con soberbias descripciones en un extraño y peligroso planeta.
Un terrorífico enigma con un extraño final.El hombre no se ha elevado aún al pináculo que cree haber alcanzado; no ha merecido aún acceder a la posición presuntamente llamada cosmocéntrica. Esa idea acariciada desde la antigüedad, que no consiste sólo en buscar criaturas semejantes al hombre y en aprender a comprenderlas, sino más bien en abstenerse a comprenderlas, sino más bien en abstenerse de interferir en todo aquello que no concierne al hombre, en todo cuanto es ajeno.
El invencible es una de las novelas más conocidas del maestro de la ciencia ficción, Stanislaw Lem.
El argumento de la nave que va al rescate de otra nave perdida en un mundo remoto recuerda al de los relatos de aventuras náuticas o de navíos fantasmas, solo que aquí ese mundo es alienígena y guarda dentro de sí un misterio, un fenómeno insólito para el que los tripulantes de la orgullosa e imponente nave “invencible” distan de estar preparados.
La odisea de estos hombres, en un planeta cuyos parajes desolados cobran la fuerza de un cuadro surrealista, viene acompañada de profusas descripciones tecnológicas y de aspectos científicos y técnicos, y una de ellas, la del aterrizaje de la nave, revela toda esa fascinación y poderío del ingenio humano para conquistar lo desconocido. Pero a lo largo de las páginas que siguen, esa grandeza no estará tan clara. El ser humano, como se descubrirá, es falible y limitado en su conocimiento, al menos ante ciertas realidades cósmicas completamente ajenas a nuestras leyes, a nuestros principios más elementales, no sólo científicos, sino morales y filosóficos. Ante cosas que escapan de nuestra comprensión no pintamos nada y la primera reacción parece ser la de aniquilar lo que no se entiende. La expedición se salda, con toda probabilidad, con la derrota y la frustración, pese a la tripulación compuesta por lo más selecto (físicos, químicos, biólogos, geólogos, médicos…).
A partir de determinado límite sólo se puede especular, o bien proyectar nuestros conceptos sobre algo que no guarda relación alguna con ellos, eso cuando no se comunica de maneras extrañas. Nanobótica, mentes-colmena, no-vida, no-individualidad… la teoría de la evolución se replantea, pues los organismos más inteligentes y biológicamente complejos pueden no ser los que sobreviven, por no decir que ni siquiera sobreviven los que están claramente vivos, o claramente delimitados con lo artificial, si es que tal delimitación tiene algún sentido.
Los personajes pierden entidad en este panorama y parece que no interesan tanto como tales al autor, aunque destaca tanto el protagonista como el hosco y veterano capitán de la nave, reflejo uno del otro. En ambos se intuyen unas certidumbres, una forma de ver las cosas, que se ven trastornadas, o los temas de la novela llevados a un terreno más individual. Pero sólo Rohan, el narrador, asistirá a los hechos en su propio pellejo.
¿Es Regis III un mundo “muerto”? ¿Es “hostil” aquello que lo habita? Se desarrollan en un sistema equilibrado unas formas alternativas de ¿vida? Semejantes a una fuerza de la naturaleza desatada. Pero la mirada del ser humano no puede ser sino antropocéntrica, ya rechace, ya abrace la inquietante belleza de este nuevo orden inexplicable.
Excelente libro. Al igual que en Solaris, se retrata la desesperación e impotencia que siente el hombre al no poder comunicarse con una entidad extraterrestre que en nada se parece al ser humano. Geniales las detalladas descripciones del planeta, las naves, los robots y los seres extraterrestres.
Este libro de Lem me pareció excelente. La capacidad evocativa visual que tiene por momentos esta novela es espectacular, aunque por momentos las descripciones se tornen algo meticulosas y pesadas. La historia repite fundamentalmente las obsesiones del autor: la estupidez del hombre y su prepotencia frente a un universo que comprende poco y nada.
Es una correcta novela de ciencia ficción. No obstante, luego de haber leído lo que el genio de Lem pudo producir, aparece como mediocre dentro de su producción global.