Resumen y sinopsis de Carta a un rehén de Antoine de Saint-Exupéry
Carta a un rehén nace de un prólogo a una obra de Léon Werth, a quien Saint- Exupéry dedicó El principito. Más tarde, las referencias a este amigo judío desaparecen, para evitar las suspicacias antisemitas, y Léon Werth pasa a convertirse en «el rehén», el ser humano universal y anónimo capaz de reconocer al otro a través de un gesto instantáneo, común con el enemigo, y de trocarlo en viajero de la misma aventura de vivir. Al compartir un cigarrillo, el rehén y su captor abren la compuerta que los mantenía fijos en sus roles: es el momento de descubrir la mutua humanidad, de barrancarle al futuro un nuevo hermanamiento.
Precioso y conmovedor, Carta a un rehén es una oda a la humanidad que sale a relucir en los peores momentos, donde la guerra, el odio y la sinrazón parecen haberse hecho con el control y castigar a aquellos que no están dispuestos a aceptarla. Y es que en poco más de 50 páginas, el autor ha sabido resumir todo aquello que nos hermana como seres humanos, más allá de nuestras nimias diferencias físicas o ideológicas.
Antoine de Saint-Exupéry es un autor francés célebre por haber escrito “El principito”. Pero más allá de esta fascinante y compleja obra, Saint-Exupéry tiene otros escritos maravillosos. Este libro es una prueba de ello. Y es que estamos ante un escritor notable que posee un estilo en apariencia simple, aunque enormemente complejo, profundo y rico, ejecutado con una brillantez deslumbrante. Todo esto es gracias a una prosa versátil, dinámica y con un desarrollo espectacular, un lenguaje bellísimo y sabiamente escogido, con tal trascendencia que, a veces (el autor mismo lo dice en varias ocasiones) las palabras se quedan muy cortas para transmitir sus emociones, y unas descripciones pintorescas y visuales acorde con lo que se te está mostrando.
No hace falta ser muy listo para deducir de qué trata Carta a un rehén. Sí, es una carta. Y sí, tiene destinatario concreto, un amigo judío del propio autor. Aunque el mensaje se puede extrapolar a todo el mundo, ya que Saint-Exupéry lo que quiere denunciar es la barbarie en la que se ha convertido su país, Francia, en plena Segunda Guerra Mundial. Así que escribe desde el corazón y sin máscaras de dolor, miedo y muerte. Pero también de amistad, hermandad, sonrisas y vida. Incluso en los periodos más oscuros hay esperanza y en este caso, Saint-Exupéry nos la muestra en la preocupación hacia su amigo judío y enfermo, en el desarraigo de los refugiados, en esa soledad del desierto que invita a la reflexión, en la sonrisa de un miliciano español, en todo lo bueno que compartimos. Y el final está a la altura. ¿Quiénes son los rehenes? ¿Quiénes las víctimas? ¿Y los verdugos? ¿Saben que lo son o simplemente han permitido que el mal triunfe por falta de acción? En el desenlace de esta potente carta nos damos cuenta de que allí donde el mal triunfa, es responsabilidad de todos acabar con él y resarcir a los que han sufrido.
Carta a un rehén es un escrito lúcido y doloroso que pone el punto de mira en los dolientes, los oprimidos y humillados, sin importar la época, la procedencia o el lugar. Múltiples vidas, diferentes guerras, distintos lugares. Pero todos estamos conectados y, como decía John Donne en su precioso poema, las campanas están doblando por ti, aunque no seas tú el muerto. Que jamás se nos olvide que todos somos rehenes cuando permitimos que los demás sufran. Y esta carta es para nosotros.