Resumen y sinopsis de Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams
Un jueves a la hora de comer, la Tierra es demolida para poder construir una nueva autopista hiperespacial. Arthur Dent, un tipo que esa misma mañana ha visto cómo echaban abajo su propia casa, considera que eso supera lo que una persona puede soportar. Arthur huirá de la Tierra junto a un amigo suyo, Ford Prefect, que resultará ser un extraterrestre emparentado con Zaphod Beeblebrox, un pirata esquizoide de dos cabezas, en cuya nave conocerá al resto de personajes que lo acompañarán: un androide paranoide y una terrícola que, como él, ha logrado escapar. Douglas Adams fue el creador de toda una serie de manifestaciones de la Guía del autoestopista galáctico: primero fue novela radiofónica, luego se convirtió en libro, series televisivas y teatrales, un juego de ordenador, cómics y toallas de baño. La película ascendió hasta las cumbres de la producción cinematográfica. Esta edición cuenta con entrevistas y materiales a partir del rodaje de la misma.
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Divertida. Un humor muy inglés. A ratos parece una colección de gags, la trama es un poco loca y tiene muchas digresiones. Una invitación a disfrutar del absurdo.
Original y muy divertida, Guía del autoestopista galáctico es una de esas novelas cuya absurdez no interfiere con la trama, más bien la potencia, logrando encandilar hasta los lectores más esquivos y serios.
Conocía al autor, Douglas Adams, cuando me leí la siguiente parte de esta novela, El restaurante del fin del mundo. En aquel entonces no tenía ni idea de que era la Guía del autoestopista galáctico, pero sí recuerdo que esta segunda entrega me gustó. En ambos caso, Adams me pareció un magnifico escritor, con un estilo de escritura muy poco convencional pero muy ágil y equilibrado. Cuenta con una prosa muy dinámica y bien desarrollada, un lenguaje innovador y gracioso y unas descripciones concisas y muy visuales. Y luego tienes a los personajes. Todos ellos resultan carismáticos y accesibles. Están tan bien construidos que se complementan los unos con los otros, sin dejar de resultar sorprendentes, ni perder un ápice de coherencia dentro de la delirante trama.
Es muy difícil decir qué es lo que se narra en Guía del autoestopista galáctico. Y es que la historia parece ir cambiando en cada momento de una manera espontánea y natural. Pero haciendo un esfuerzo se puede decir que este nos cuenta un poco la historia de Arthur Dent, un hombre normal, que sobrevive a la destrucción de la Tierra (que ha sido pulverizada para construir una nueva autopista hiperespacial) gracias a su amigo Ford Prefect, un alien que ha estado 15 años varado en la Tierra, investigando el planeta para mejorar la información de la famosa Guía del autoestopista galáctico. Cuando Arthur y Ford son recogidos por el “corazón de oro”, una nave de última generación que utiliza la energía de la improbabilidad para desplazarse por el espacio, se toparán con Zaphod Beeblebrox, presidente de la galaxia, que ha robado la nave junto a Tricia, otra humana que ha escapado del desastre, y Marvin, un androide depresivo. A partir de ahí se suceden una serie de estrambóticas aventuras, intercaladas con datos curiosos e historias de planetas y razas diversas que te mantienen muy entretenido y con los que te ríes a carcajadas. Lo único decepcionante es el final. El desenlace es muy abrupto y abierto. Eso es normal en el inicio de una saga de novelas, pero no deja de ser descorazonador.
En definitiva, Guía del autoestopista galáctico rezuma originalidad, creatividad y mucha ocurrencia que hacen que leer este libro sea un verdadero placer. Y es que esta curiosa mezcla entre el humor disparatado y la ciencia-ficción es tan adictiva y amena que no puedes soltarla en ningún momento. Y ahora si me disculpáis, voy a por una toalla, el objeto más útil de toda la galaxia según la Guía del autoestopista galáctico, la mayor obra jamás publicada por las editoriales de la Osa Menor, que ha sustituido a la “Enciclopedia galáctica” por, entre otras cosas, tener la frase NO SE ASUSTE grabada en la portada.
Imaginativo, pero la verdad es que me ha defraudado un poco. Lo leí porque había sido recomendado con entusiasmo por varias personas. Aparte de la originalidad del argumento, lo demás me han parecido intentos vanos de hacer reír al lector con humor fácil.
Le doy un siete por la suma total del libro, pero la historia en sí es muy buena y le hubiera dado un nueve de no ser por la parte final relativa a la producción de la película basada en el libro, que sobra claramente. Me encantó esa especie de mezcla entre humor inglés y ciencia ficción, con situaciones absurdas pero imaginativas y originales. El protagonista humano que es salvado por el amigo extraterrestre infiltrado en la Tierra para escribir un libro, ante la destrucción del planeta para permitir una vía intergaláctica, es ya genial como principio. Y cómo acaban en una nave robada que funciona con la llamada Energía Improbable y llegan al planeta donde se construyen planetas a la carta, resulta genial. Una pena la parte final.
Novela corta, divertida y muy imaginativa. Narra las experiencias galácticas de 4 individuos (y un robot).
Divertida y bien narrada aunque algo corta. Buenos personajes en especial Marvin
Sin lugar a dudas, es la novela de ciencia-ficción más desquiciada, humorística y gamberra de la galaxia. Los personales son canela y ambrosía fina. La historia en la que se desarrolla no podría ser menos y ocurre todo lo estrambóticamente posible en un mundo sideral mucho más grande y matizado de lo que nos creemos los simples terrícolas. Un notabilísimo acierto acaece cuando creemos que todas las peripecias de sus granados personajes nos llevan por los derroteros de la aleatoriedad, el chiste y el despiporre, y es cuando nos despabila con un elegante giro de los acontecimientos, (cómo no podría ser de otra manera en este género). Llegamos a descubrir una revelación filosófica-existencial sobre el hombre y su lugar en el mundo. Llegados a este punto a lo mejor ya no nos reímos tanto.
Es un libro que hay que leer en algún momento de la vida. Es la ejemplificación de una aventura completamente desinhibida, desestructurada y completamente tronchante. Es la “Space Opera Nivola” que podría decir Unamuno. De asombrosa imaginación, permanecerá en la retina. Dónde el monolito y el hueso de Kubrick halló el sentido de la evolución humana aquí digamos que teniendo un poso parecido, monolito y hueso son monologuistas del club de la comedia…(y muy buenos). Arthur Dent y su amigo Ford Prefect, (sí, sí, Prefect)…nos harán gozar de la amistad más apoteósica de la vía Láctea.
Nos vemos en el restaurante del fin del mundo…llevad al menos una toalla, que tiene muchos usos.
Después de un comienzo muy original, el libro va pasando del surrealismo al absurdo, en ocasiones una manera muy facilona. Me ha decepcionado bastante, a pesar de ser muy corto el final casi se me atraganta.
La primera vez que lo leí se me hizo un poco pesado (y eso que es corto), ahora que lo he releído he disfrutado como un niño.
Gran libro con momentos realmente ingeniosos que hacen reír. Próxima parada: El restaurante en el Fin del Mundo.
A partir de 2001, cada 25 de mayo se celebra el día de la toalla en honor de Douglas Adams y como recordatorio de uno de los utensilios más famosos de la literatura tras la edición del primer libro de su mundialmente reconocida serie, "Guía del autoestopista galáctico". Dos semanas antes de esa hecha, concretamente el 11 de mayo de 2001, Douglas Adams moría de un infarto mientras estaba en el gimnasio y buena parte del famoso y envidiado humor británico desaparecía con él.
Douglas Adams me hizo llorar de risa casi como nadie, me hizo devorar sus libros con un ansia enfermiza, me proyectó imágenes inigualables y me llevó a viajes por unos universos que nadie podría haber llegado a imaginar, excepto una mente tan prodigiosa, exhuberantemente cínica e irónicamente ilimitada como la de este autor, nacido en Cambridge y muerto en California a la edad de 50 años. Pero no sólo le lloraron los personajes de la más surrealista e irreverente serie científico-literaria sino que otros personajes, como Dirk Gently, el primer detective holístico de la historia y con el verdadero nombre de Svlad Cjelli, o todos los animales que pueblan las páginas de "Mañana no estarán: en busca de las más variopintas especies de animales al borde de la extinción".