Resumen y sinopsis de San Manuel Bueno, mártir de Miguel de Unamuno
San Manuel Bueno, Mártir constituye, sin duda alguna, un punto culminante en la creación literaria de Miguel de Unamuno. Porque él mismo declaró: Tengo la conciencia de haber puesto en ella todo mi sentimiento trágico de la vida cotidiana. Pero, al mismo tiempo, porque aquí culmina el proceso de renovación del género novelístico que Unamuno había comenzado a principios de siglo. Ofrecemos el texto que el propio autor revisó para esta editorial en 1933, cotejado con el manuscrito que se conserva en la Casa-Museo de Salamanca. Víctor García de la Concha, catedrático de aquella Universidad, director de la Real Academia y autor de varios estudios unamunianos, entre los que destaca la edición crítica del gran poema El Cristo de Velázquez, ofrece en la introducción una guía de lectura que, siguiendo las indicaciones de Unamuno, nos permite ir, en un trayecto emocionante, desde la literatura a la vida.
Novelita entretenida, en la que la moraleja es que hay que vivir con la mayor alegría posible independientemente de nuestra creencia, o no, en la vida por venir.
Nada que ver con Niebla, pero se hace amena y para nada pesada, por su corta extensión.
Discreta obra la de este escritor famoso de la literatura española. Todo se centra en la no creencia de un cura por la religión cristiana que profesa. Esta farsa la esconde al pueblo que le profesa devoción con la finalidad de que vivan una vida feliz, ya que piensa que no habrá un Más Allá. No me ha terminado por gustar, es de aquellos libros orientados más a análisis y debates de tertulias de café (tan en voga en España durante el siglo XX), en detrimento de contar una historia que interese. Lo único salvable es el escenario del libro: un pueblo perdido de montaña con un misterioso lago, el cual alberga una iglesia que aún toca sus campanas algunas noches. Una pena que Unamuno no dirigiera el argumento por ese camino
Habiendo leído otros libros de Unamuno, me esperaba mucho más de éste. La trama no me ha enganchado en absoluto, el lenguaje se hace muy empalagoso a pesar de que es un libro corto y, sobre todo, el tema está más que superado, por lo que ha envejecido bastante mal.
Nada que ver con otros de sus libros injustamente ensombrecidos con títulos como éste, como "Abel Sánchez. Historia de una pasión", que es sencillamente genial.
Un libro excepcional, una joya que nos habla del sentido de la vida a través de un cura que no tiene fe, pero que actúa como si la tuviera para hacer la vida de sus feligreses más apacible.
Libro de obligatoria lectura.
"¿Has visto, Lázaro, misterio mayor que el de la nieve cayendo en el lago y muriendo en él mientras cubre con su toca a la montaña?"
El misterio de la fe que como la nieve es transitoria en la vida del protagonista como en la vida del propio autor de la obra.
Esa nieve que si cae en el lago no deja huella, esa angustia de no dejar huella en la vida, en una palabra el no vivir de manera plena, de aparentar creer como el bueno de Manuel.
Novela que cuenta la historia de un párroco que duda de su fe, pero no por ello hace dudar a sus feligreses. Es entretenida.
Breve "nivola" de una de las figuras más relevantes de la Generación del 98.
El relato se centra en la figura de un párroco de pueblo al que muchos consideran santo, pero que no lo es tanto.
Debajo de su coraza solo hay debilidades y dudas.
Todo lo que hace para fomentar la fe y la creencia de sus feligreses es pura impostura.
Unamuno nos provoca dilemas y angustias existenciales.
¿Qué es mejor, tener verdadera fe o hacer a todo el que se pueda la vida más agradable?
La historia se nos narra de una forma tan concisa y seca, que no me emocionó nada.
Me gusta más la prosa crítica y árida de Pío Baroja.
No se si he sido yo que no la he entendido y no la he sabido valorar, o realmente no es la obra maestra que se dice que es.
Análisis unamuniano de las contradicciones y las paradojas de la fe religiosa. Don Manuel es un cura de pueblo que se vuelca infatigable en sus feligreses, les anima encarecidamente a creer en Dios... sin embargo, él mismo mantiene en secreto la pérdida de su propia fe, prefiriendo alimentar la ilusión de la gente a toda costa.
La creencia como necesidad y la no-creencia como realidad. La fe como algo racionalmente insostenible, pero cuya ausencia equivale al sinsentido vital, al egoísmo, y cuyos valores mantienen unidos a los hombres. El protagonista es nada menos que un santo ateo, defiende una religiosidad pragmática y su final es trágico, pero a su manera termina convertido (por imposible que parezca) en un mejor cristiano, mártir de una nueva fe más auténtica y solidaria, más humana.
La breve extensión, la concisa presentación de tipos y de entornos, parecen insinuar que lo interesante aquí son los conflictos interiores, siendo anecdótico el simple realismo exterior (acción, descripción, espacios... todo ello al servicio de la intimidad de los personajes). De hecho, el propio Unamuno (como es habitual) hace notar su presencia dentro de la historia, insistiendo en el artificio de la creación literaria y en la manera en que lo recibimos como lectores. Es una novela que sirve como forma de expresión de las preocupaciones del autor, su particular manera de entender el cristianismo, dubitativa y sin posicionarse de manera definitiva. Más viva que nunca, cualquier lector puede sacar provecho de su lectura, sean cuales sean sus creencias.
Un libro absolutamente superado por la Historia, prescindible... salvo para estudiosos de la obra de Miguel de Unamuno. Por el estilo (ñoño) como por la trama (un sacerdote deprimido porque ha perdido la fe y tiene que ocultarlo a la población a la que está entregado en cuerpo y alma)... ya no es un libro necesario. Aunque supongo que en su momento (1930) debió ser todo un escándalo.