Resumen y sinopsis de La balada del café triste de Carson McCullers
Bajo el título de uno de ellos, La balada del café triste, se agrupan en este libro varios de los relatos más significativos de la singular y sutil narrativa de Carson McCullers, que han accedido ya a la consideración de clásicos de la moderna literatura norteamericana y constituyen incursiones en la silenciosa, secreta y sagrada intimidad del alma de sus personajes. «Wunderkind», «El jockey», «Madame Zilensky y el rey de Finlandia», «El transeúnte», «Dilema doméstico» y «Un árbol. Una roca. Una nube» custodian esta balada de impronta inconfundible en la que la frontera entre la prosa y la poesía se disuelve con maestría. Narrados con un prodigioso sentido de la construcción, los relatos de Carson McCullers alcanzan una resonancia interior que va mucho más allá de su sencilla y directa observación de la realidad. El mundo punzante, desesperanzado y profundamente poético de Carson McCullers constituye, en palabras de Edith Sitwell el legado de «una escritora trascendental».
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Como su título indica, una balada, una fábula atemporal relatada al modo de los cuentos orales por un narrador que adquiere, con sus breves intervenciones, entidad propia, semejante a un rapsoda o simplemente al parroquiano de un bar que cuenta una historia a quien quiera escucharle. Obra poco menos que perfecta en su ejecución, que parece brotar de la tierra, de la garganta del pueblo. De esas que parecen haberse escrito solas y sin la mediación de escritor alguno. Justamente supone un elogio del bar, o lo que es lo mismo, un lugar de reunión donde beber, socializar, festejar, que es lo que da vida a una población, lo que humaniza y ennoblece a la gente más allá del trabajo, de una vida animal de pura subsistencia, del atraso inmutable en el que dormían y quizá aún duermen ciertos rincones perdidos de la geografía estadounidense. Magnífico ejercicio además del género “gótico sureño” con el que se asocia a McCullers, de ambiente ensoñador, mágico, habitado por unos personajes que alcanzan el rango de freaks, altamente peculiares en el triángulo sentimental que configuran, en cuyas almas anidan tanto la brutalidad como los sentimientos nobles, la inocencia, y según cada cual, un cierto grado de maldad y perversidad… Engañosas las apariencias, unos atributos físicos poco usuales (una mujer muy masculina, un jorobado sin edad clara) frente a la belleza física y buena apariencia de quien parece maldito, podrido por dentro.
Cruel como la vida misma, el desenlace se nos anuncia desde el comienzo, anticipando que la cosa no puede concluir más que con la violencia y la lucha. Es trágica la mirada hacia estas personas solitarias al fin, desarraigadas, con el punto de vista a menudo fijo en una colectividad que observa el drama que ante ellos se despliega desde una relativa distancia. Como núcleo temático, el amor, siempre tan contradictorio, su capacidad de hacer mejores a los individuos y de algún modo más débiles, pero también de qué manera nos puede condenar al infierno cuando (como se explicita en una reflexión cual perla de sabiduría) la parte amada no siente lo mismo que la parte amante. En este caso, quien ama se envilece, pierde la armonía y el sentido vital que ha sabido crear a su alrededor, o bien se degrada hasta lo más bajo. Permanecen ocultos algunos rasgos de la personalidad de los dos protagonistas, de los que se desprenden algunas acciones que no se explican por completo. Se describe con todo detalle la naturaleza y sus fenómenos, las estaciones, las costumbres del entorno rural, que acompañan el devenir de estas vidas, así como la presencia de signos, fenómenos singulares (una nevada), o de mala fortuna, que incrementan el ambiente maravilloso (la alusión al número siete)… Una cuerda de presos entona un triste tema, tan triste como este café que nos sirve esta Carson, pero que no por ello deja de saber a gloria.
Novela corta con pocos personajes, pero todos muy curiosos e interesantes. La ambientación es notable y aunque la historia no sea nada del otro mundo, todos los aspectos de la obra consiguen enganchar y dejar un agradable sabor de boca. Un libro sobre el amor, sobre los misterios del a veces inexplicable acto de amar.
Siete relatos componen este libro de una autora que descubrí hace años en el magnífico "El corazón es un cazador solitario". En este caso aborda una variedad de temas con personajes que nos sorprenden y nos atrapan. McCullers es una experta en descripciones y en los ambientes que retrata. El mejor, el que da título al libro. Interesante y recomendable.
Dado que no me gusta el denominado "realismo sucio" norteamericano de la cual, Carson McCullers, es un referente, estaba convencida de que la novela me iba a desagradar en el fondo. Pero, y para mi total y absoluto asombro, ha ocurrido lo contrario, y no he podido dejarla en ningún momento.
Estoy gratamente sorprendida con la autora. Me parece una escritora portentosa, dotada de muchísimo talento y una sensibilidad que no deja indiferente a ningún lector. Sus prosa, fluye como un caudaloso río, lenta pero armoniosa. Y eso es lo extraordinario, ya que la historia no se estanca ni aburre jamás.
Sus descripciones precisas y exhaustivas, y su agudo conocimiento de la naturaleza humana hacen que leer esta novela sea todo un placer.
Los personajes de McCullers están sólidamente construidos y perfilados psicológicamente de manera admirable. Todos, sin excepción, son solitarios y se encuentran marginados en una sociedad que, o bien no los comprende o no los tiene en cuenta. Eso hace que resulten coherentes, verosímiles y, sobre todo, humanos. Esta manera de tratar y desarrollar la historia y a sus personajes, es uno de los puntos fuertes de la escritora.
La balada del café triste narra la historia de tres protagonistas, que conforman un triángulo amoroso: Miss Amelia, una mujer alta, robusta y rica, que vive en un pueblo perdido de la mano de Dios; el primo Lymon, jorobado y supuesto pariente de la anterior, y Marvin Macy, ex-marido de Amelia que acaba de salir de prisión.
La novela trata del amor, desamor y los celos. De como la obsesión enfermiza y la traición pueden desgastar tanto física, como mentalmente a una persona. Y, aunque la historia es trágica y bastante desagradable, toda ella se encuentra impregnada de un halo de ternura y emoción que hace que todos los personajes resulten mejores de lo que son en realidad.
El final trágico, viene anunciado convenientemente por una aumento exasperarte de la tensión. McCullers tensa la cuerda de la narración, sin llegar a romperla, hasta el desenlace que solo deja un sabor amargo y una honda tristeza en el corazón.
Definitivamente, estamos ante una novela excepcional, escrita por una autora magnífica y, que por desgracia, poca gente conoce y valora. Merece la pena leer este libro y a esta autora, que profundiza en la emoción humana y es capaz de trasmitirla de forma tan sencilla que casi resulta dolorosa.
Este libro es un compendio de relatos de la autora de "El corazón es un cazador solitario". El primero, cuyo título lleva este libro, me pareció el mejor de todos. Un estilo sórdido, áspero y realista de la Norteamérica subterránea, la que pocas veces aparece en las películas de Hoollywood. Aquí hay relatos donde los personajes son creíbles y a veces toman decisiones inesperadas, tan ciertas como la vida.
Relatos que abordan una buena amalgama de temas.
Unos nos remontan al sur profundo, otros nos sumergen en la música -no olvidemos que Carson McCullers estudió piano- y otros nos muestran las debilidades y complejidades del ser humano.
Están muy bien escritos y construidos.
Estamos ante una de las grandes, eso no lo dudo, pero como la literatura va en gustos, me quedo antes con la narrativa sureña de Flannery O'Connor.
El primer relato, más bien una novela corta, que le da nombre al libro, ofrece un triángulo bizarro y unas situaciones excéntricas sin mucha explicación. El típico "amor ciego" parece ser el hilo conductor. Sobre los relatos cortos, se me han revelado más bien como narraciones de iniciación sin mayor aportación.
Extraordinaria reflexión sobre el amor. Todos preferimos amar a ser amados al igual que preferimos leer a ser leídos. Que nos amen implica un peso indeseable para nuestra frágiles espaldas: nos obliga a satisfacer ciertas expectativas. McCullers lo expresa muy bien en este relato.
Deliciosos relatos. Íntimos, sensibles, fluidos. Todo un descubrimiento.