Resumen y sinopsis de Con los zapatos puestos tengo que morir de Rafael Alberti
Será en ese momento cuando los caballos sin ojos se desgarren las tibias contra los hierros en punta de una valla de sillas indignadas junto a los adoquines de cualquier calle recién absorta en la locura. / Vuelvo a cagarme por última vez en todos vuestros muertos en este mismo instante en que las armaduras se desploman en la casa del rey». Así reza el comienzo de una de las composiciones más insolentes, más agudas y anticonvencionales del repertorio albertiano, elaborada durante ese periodo en que el el poeta obliga a todos sus campos íntimos a colocarse frente a las certidumbres burguesas, hijas de la comodidad y la rutina. Esto es, allí donde se agota cualquier posibilidad de rebeldía o de provocación. Ya vemos acá a ese poeta en la calle, cuya conciencia social irradia a través de un flujo íntimo. Hacer perceptibles dichos matices parece la intención de esta entrega, Con los zapatos puestos tengo que morir, que lleva por subtítulo «Elegía cívica. 1 de enero de 1930», fechando así la repulsa, trasladada al plano de lo metafísico.