Resumen y sinopsis de La muerte en Venecia de Thomas Mann
Gustav Von Aschenbach, un célebre escritor alemán, llega a Venecia en una etapa ya madura de su vida buscando renovar la inspiración perdida. Desde la tranquila playa que se encuentra junto a su hotel, pasa las horas admirando el encanto del joven Tadzio, un adolescente polaco que lo aboca a una lucha interna entre el deseo y lo prohibido que lo hará renunciar a todo, incluso a él mismo.
La muerte en Venecia es una representación sutil de la decadencia de una Europa asediada por la guerra y el cólera, y, a la vez, una oda a la belleza a través de los ojos de un hombre maduro en plena crisis de identidad sexual. Una novela eterna que encuentra en cada generación una nueva lectura que la renueva y la revitaliza.
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"Aquella sonrisa fue recibida como un obsequio fatal. Aschenbach se conmovió tan profundamente, que se vio obligado a huir de la luz de la terraza, del jardín, y buscar apresuradamente el refugio de la oscuridad de la parte posterior del parque. Allí fue donde se le escaparon amonestaciones, singularmente indignadas y tiernas al mismo tiempo: '¡No debes sonreír así! ¡No se debe sonreír así a nadie!'. Se arrojó en un banco, y fuera de sí, aspiró el aroma nocturno de las plantas."
Novela que aborda el erotismo reprimido de un adulto mayor, Gustav Aschenbach, "célebre escritor alemán", por un adolescente polaco, Tadzio, a quien conoce durante una estancia vacacional en Venecia, que coincidirá con una epidemia cuyo manejo cuestionable por parte de las autoridades, influirá un tanto en el desenlace de la obra, además de otros azares previos que prolongan una estadía en la que se van exponiendo y justificando diversas motivaciones, centradas en la figura de Aschenbach: su reputación literaria y sus fuentes de inspiración, sintiendo a su vez la necesidad de escapar brevemente de su propio mundo de letras. En ese transitar, la figura de Tadzio genera en el protagonista un "idealismo intelectual erótico" que se maneja con una prosa notable por su delicadeza, sin caer en ningún exceso.
La lectura en algunas partes se estanca un poco por divagaciones un tanto innecesarias, lo cual sin embargo no resta mérito al conjunto de la obra, una de las más reconocidas del autor alemán.
Aunque me costó entrar en ella, es una buena obra, donde el escritor juega con el lector, transmitiendo los estados de ánimo del protagonista. Muy importante como está latente en toda la lectura la acechanza de la desgracia y la muerte.
Recomendable.
Respecto a la historia puedo decir que es simple pero con temas de fondo muy claros. La belleza de los versos es innegable, sin embargo, hay partes que son bastante lentas y le cortan un poco el ritmo.
Para leerlo en casa recomiendo la edición ilustrada de Contempla, una edición muy bella en tapa dura con hojas gruesas, letra grande y pinturas.
Denso y elegante, La Muerte en Venecia, es un relato que no deja indiferente a nadie, pero que no termina de engancharte. Resulta una lectura pesada y difícil de digerir en la que no terminas de entrar por mucho que te lo propongas.
Conocía al autor, Thomas Mann, solo de oídas, puesto que no había leído nada suyo. Y después de leer esta narración comprendo por qué he tardado tanto en atreverme a hacerlo. Indudablemente Mann es un notable escritor. Su estilo de escritura resulta refinado y muy depurado. Su prosa es lenta y tediosa, su lenguaje de una gran belleza lírica pero irritantemente artificiosa y enrevesada, y las descripciones tan minuciosas y detalladas que parece que el paisaje se desliza ante tus ojos. Pero son sus personajes uno de los mejores elementos de la novela. El protagonista, Gustav Aschenbach, está sólidamente construido resultando coherente y verosímil. Sin embargo cualquier empatía que puedas sentir por él y su situación se desvanece cuando descubres lo pedante e intransigente que resulta.
La historia que se narra en La muerte en Venecia, puede resultar poco original pero tiene una gran trascendencia en cuanto a que trata un tema tan universal como es el amor. Para poner en contexto, empezamos conociendo a Gustav Aschenbach, un reputado escritor en la cincuentena que decide tomarse unas vacaciones en la ciudad de Venecia. Durante su estancia Aschenbach, hombre de profundas convicciones morales, sociales y culturales, se enamora locamente de un bellísimo chico de 14 años residente del hotel, echando por tierra lo que siempre ha sido y transformándose en el tipo de persona que siempre ha odiado. En su “historia de amor” cuenta siempre con la complicidad de Venecia, un personaje más de la novela, que pasa de ser un entorno cálido, pintoresco y colorido, a una ciudad sombría, oscura y tenebrosa, llena de enfermedad y muerte. Así que a medida que la ciudad se oscurece, la atmósfera del relato resulta opresiva, hasta el consecuente y trágico final.
Pero como no es oro todo lo que reluce, detrás de esta imponente historia también hay cosas en las que Mann falla. En especial en las enormes y larguísimas reflexiones y divagaciones filosóficas sobre la estética, la literatura y la época que, además de aburrir, alargan de manera innecesaria toda la obra. Por otro lado está la inmensa carga simbólica detrás de la trama. Y es que tanto símbolo desconcierta y entorpece la interpretación de la obra. De tal manera que la mayor parte del tiempo tienes dudas sobre si has interpretado algo de forma correcta y, por consiguiente, siempre tienes la frustrante sensación de que hay elementos que se te escapan. Por último está el tema de las referencias a la mitología griega. Algunas son poco conocidas y están contadas en un lenguaje excesivamente rebuscado, logrando que leer algunos párrafos sea un esfuerzo hercúleo.
Completa esta edición de la obra de Mann, un pequeño relato titulado Mario y el Mago, escrito en 1929 poco después de que al autor se le concediera el Premio Nobel de Literatura. En esta deliciosa narración se nos muestra una sátira de los sistemas tiránicos en el que parece un mago de aspecto bufonesco y deformidad grotesca, llamado Cipolla, que más que ternura, inspira respeto. Éste, por su parte, no deja de mostrar cierta agresividad y menosprecio por el público que ha ido a verle. Con mano de hierro y ciertos trucos de naturaleza dudosa, consigue encandilar y dominar a todo el público, a la vez que suelta un discurso profundo, mezcla de una corriente patriótica, que solo esconde xenofobia y una aberrante forma de entender los deberes morales, y conceptos místicos relacionados con el destino, que parece anular la voluntad del público. El horrible final aparece cuando Cipolla decide burlase de Mario, un sencillo camarero tímido y amable, obligándole a realizar un acto repugnante, con trágicas consecuencias.
En resumen, La muerte en Venecia, es una obra muy interesante, pero demasiado pesada y farragosa de leer como para enganchar al lector. Tiene a su favor una cortísima duración y una vez superado los obstáculos y acostumbrado al rebuscado estilo de Mann, se lee rápidamente. Pero no sé si realmente merece el esfuerzo. Lo que sí sé, es que tardaré muchísimo tiempo en volver a leer algo de este autor.
Lo más destacable de esta novela es la excelente prosa de Thomas Mann, es lenta y con un argumento, hoy en día, poco atrayente. La recomiendo solo para seguidores del escritor, entre los que me cuento.
Mann es un maestro, su prosa (o la traducción) es refinada y trasmite mucha calma. Con esto último puede que se torne aburrida su lectura, pero, además de su imponente erudición, no se me hizo pesada; más bien fue un deleite. En cuanto a la historia, no me pareció gran cosa. Es una reflexión hedonista sobre la belleza. Un escritor consagrado que pasa un verano en Venecia descubre, en el hotel donde se está alojando, a un muchacho polaco de apariencia inigualable. De sus contemplaciones enamoradas el escritor extrae juicios a priori acerca del carácter del jovencito. Mientras tanto, como drama de fondo, una peste se cierne sobre la ciudad, y al final llega la muerte.
No sé cómo calificar esta obra. Parece (y es para muchos) una novela; pero no le vi mayor complicación que la de los paseos del protagonista por las calles de Venecia.
Gran profundidad estética en una prosa formidable, una excusa genial para llegar al ensayo sobre la Belleza y explicar aquel camino que nos lleva, muchas veces originado en la tentación, a la consumación del análisis filosófico de la composición de aquello que nos rodea y de cómo esto, según su carácter formal, nos lleva al conocimiento de una Verdad superior, platónica y abrumadora.
Historia que todos conocemos. No sé, lo encontré un poco tostón
Un icono de la literatura alemana, esta novela corta se ha de leer como tantas otras obras de gran repercusión en el pasado: con el filtro del paso del tiempo. El tema pudo llamar la atención cuando se publicó pero hoy en día la cosa se asume con naturalidad. Un juicio neutro hablaría de una novela corta sobre una pasión que se renuncia a justificar -solo la belleza?- redactada en un estilo algo barroco y con recurso repetido y difícil de asumir para este lector a la mitología griega...
Creo que está novela está sobreestimada,no me ha parecido para tanto.Muy normalita,la historia no me ha llamado la atención en absoluto.Menos mal que es corta y se lee rápido.