Resumen y sinopsis de Los usurpadores de Francisco Ayala
Francisco Ayala nos ofrece aquí unos cuadros o ejemplos, inspirados en el pasado español que sirven de espejo para cualquier época y lugar.
Escritos —salvo «El inquisidor» (1950)— entre 1939 y 1947, los relatos reunidos en LOS USURPADORES significaron la reanudación de la brillante trayectoria literaria de Francisco Ayala, interrumpida por la Guerra Civil y el exilio. Inspiradas en personajes bien conocidos de nuestro pasado, como Enrique II el Doliente o Carlos ll el Hechizado, y marcadas por las dolorosas experiencias desencadenadas por el conflicto bélico, la idea en torno a la cual giran las narraciones que integran el volumen no es otra que la de que «el poder ejercido por el hombre sobre su prójimo es siempre una usurpación».
Ha participado en esta ficha: yiyolon
Cuentos de temática histórica que giran en torno al poder, sus miserias y paradojas, la degradación y la debilidad intrínseca de quienes lo ejercieron, la banalidad de la tiranía… personificado todo ello en diversas figuras de la historia española, en un contexto de pesimismo angustiado (de posguerra, del exilio desde el que escribía el autor), mediante una escritura densa y retórica, de sabor arcaizante, como corresponde a las épocas tratadas. Puede que el mejor y más llamativo de ellos sea “El hechizado”, cuento indudablemente kafkiano y borgiano que recurre a la técnica del manuscrito encontrado y del comentario erudito para hablar del poder sin sentido y vacío de contenido, burocratizado, dirigido por un idiota desde el centro de un laberinto donde todos están hechizados a su manera. “San Juan de Dios”, sobre la repentina revelación mística del santo portugués, adopta formas de leyenda piadosa (con un componente de casualidad trágica) y trata del despojamiento de los bienes mundanos, de la caridad como única y resignada vía para enfrentar las vilezas humanas, las enemistades y el orgullo, siendo el sufrimiento la única y nueva hermandad que une. “El doliente” nos presenta a un monarca decadente y afectado por la enfermedad, que en toda su cualidad regia anhela ser otro, víctima de una confabulación en un instante de pérdida de poder ante el ascenso nobiliario.
En “La campana de Huesca”, la vida religiosa y el apartarse del mundo del rey Ramiro es sólo un intento de engañarse a sí mismo, de rechazar el peligroso papel de déspota al que parece destinado, pero no puede evitar que esto se cumpla. “Los impostores”, sobre la desaparición de Don Sebastián de Portugal, es una meditación en torno a las ilusiones, la necesidad de un pueblo de creer en una figura admirada y legendaria, aunque tal cosa sea una ficción… frente al autoengaño, los delirios de grandeza quizá, de quienes pretenden ocupar tan elevada posición. “El abrazo” es tal vez el cuento que más presente tiene la cuestión del exilio, pues tal es la perspectiva del narrador, un consejero desengañado que no puede evitar las luchas fratricidas y la tendencia a la violencia entre dos bandos (el del rey Pedro de Castilla y el de los infantes de Aragón)… el único abrazo posible sólo puede ser un abrazo mortal. “El inquisidor” descubre los peligros del fanatismo, que en el fondo oculta una desconfianza y una falta de fe que no queremos reconocer, que acaba cegando ante las verdades más elementales, con la terrible consecuencia de dañar a los seres más queridos. El cierre llega con “Diálogo de los muertos”, epílogo surreal que permite contemplar como deseable la existencia de ultratumba, la realidad última y común para todos, comparada con los conflictos irrelevantes de quienes aún viven.
Francisco Ayala aprendió muy bien la lección de Borges, y Borges le dio el summa cum laude cuando elogió "El hechizado" como uno de los mejores cuentos de las literaturas hispánicas, nada menos. Es posible que lo sea. Este cuento parece concebido como una narración enormemente prolija que pasa rápidamente sobre aspectos que juzgaríamos importantes y se detiene farragosamente en otros que en apariencia no pintan nada. ¿Cómo hacer esto sin causar el enojo del lector? Al modo borgiano: inventando un narrador-crítico que comenta el manuscrito y nos ofrece de él sólo unas calas. Al final, el efecto sobre el lector es el mismo, pero sin fastidio. El final, ese final...
Pero Los usurpadores no es sólo "El hechizado", sino otras cuantas piezas que compiten muy bien con él, incluyendo ese atrevido "Diálogo de los muertos", en una colección que en términos discográficos podríamos llamar conceptual. Sus personajes, casi todos históricos, representan al poderoso digno de compasión. "Non est potestas nisi a Deo", y el ejercicio del poder convierte a estas criaturas en seres vacíos o muertos en vida. El momento supremo de sus existencias se convierte en un abismal fracaso para ellos y para otros, y sólo la caridad, como vemos en "San Juan de Dios", puede ampararlos.