Resumen y sinopsis de Vida de Tólstoi de Romain Rolland
“La gran alma de Rusia, cuya llama se encendió sobre la tierra hace cien años, fue, para mi generación, la luz más pura que alumbró su juventud”. Así comienza Romain Rolland, maestro de biógrafos y en especial de Stefan Zweig, su extraordinaria biografía de Lev Tolstói, escrita en 1911 tras la muerte del escritor ruso.
«Romain Rolland es uno de mis maestros intelectuales. Sus biografías de personajes clásicos me han servido como modelo a la hora de escribir mis propios libros». Stefan Zweig
Ciertamente, rara vez queda uno expuesto en las lecturas de carácter biográfico al doble mérito que ostenta este libro: la prestigiosa brillantez del sujeto escribiente y el notorio interés del objeto de la escritura. En efecto, el singular estilo de Romain Rolland, Premio Nobel de Literatura en 1915, orientalista y eslavófilo por mor de su confeso pacifismo, exuda no pocas de las cualidades que podemos apreciar en la rutilante, poderosa y conmovedora prosa de su adepto, y también afecto, Stefan Zweig: fluidez verbal, pulcritud descriptiva, claridad expositiva, profusión de imágenes y, sobre todo, superdotación para el matiz psicológico.
Pero, además, el tema resulta plenamente pertinente: la figura de Tolstoi ha planeado sobre la conciencia de la vieja Europa, y, tal como atestigua uno de los anexos, por buena parte de Asia, con multifacética insistencia, en consonancia con las diversas aureolas que se fueron suspendiendo sobre su ya mítica cabeza: la del artista (del realismo ruso), la del pensador (social y de la historia), la del profeta (de la no violencia) y la del moralista (de corte humanista). Pero los pasados esplendores suscitados en torno a Tolstoi y su obra están actualmente aletargados. Sea, pues, el centenario de su muerte, y en particular este cuidado volumen, ocasión gozosa para despertar nuestra conciencia literaria del sopor producido por una larga somnolencia crítica.
No exenta de dificultad la cuestión del género en que pudiésemos incardinar esta obra, parece, no obstante, revelar cierta hibridación que alterna la síntesis biográfica con el análisis literario. Sin embargo, una tal alternancia no conforma un todo equilibrado, pues estando la componente biográfica excelentemente doocumentada, además de relegar el dato anecdótico en favor de la silueta netamente psicológica; los esbozos literarios son meros apuntes coadyuvantes sin pretensión de exhaustividad. Efectivamente, Rolland hace gala de un profundo conocimiento de la obra tolstoiana, de la que intercala relevantes fragmentos, tanto en el cuerpo del texto como en notación infrapaginal, lo que le suministra el leit motiv para fraguar el perfil espiritual del eximio autor ruso. Pero en ese ubérrimo despliegue de erudición bio-bibliográfica, las obras de Tolstoi semejan meros pretextos para establecer analogías psicológicas entre sus personajes y los hombres entre los que vivió el escritor, cuando no simples proyecciones de su carácter. Téngase en cuenta, por lo demás, que el estudio fue escrito justamente tras la muerte del eremita de Yasnaia Poliana, esto es, en el máximo apogeo del culto por la figura profética del tolstoismo. Y en este preciso contexto hay que entenderlo, y valorarlo. En este sentido, la obra contribuye no poco a fomentar la imagen que el propio Tolstoi quiso legar a la posteridad, más que la del artista que era, la del moralista que pretendía ser. Y es aquí donde cobran verdadero significado las palabras que Tatiana Sujótina-Tolstaia, hija de Tolstoi, dirige al autor en la carta que se transcribe tras la nota prefatoria: "Estoy segura de que mi padre se hubiera sentido profundamente emocionado por la amplia concepción, y la clara comprensión, que tiene usted , no sólo de su obra sino también de su ser".
Vaya, pues, esta Vida de Tolstoi, como documento biográfico ineludible para quien busque riguroso informe de la personalidad moral de un hombre cuyas más excelsas cualidades fueron, muy a su pesar, de naturaleza artística.