Resumen y sinopsis de A la sombra de las muchachas en flor de Marcel Proust
A la sombra de las muchachas en flor describe el itinerario de un doble aprendizaje: erótico y artístico. El papel de iniciadora corresponde a Gilberte y la historia de la pasión que ella inspira al narrador constituye la parte central del libro. En este episodio, aparentemente inocente, de un cortejo adolescente todo tiene un valor ejemplar: el contraste entre la espera febril de la persona amada y la desilusión que su presencia provoca, con el consiguiente aplazamiento continuo de las esperanzas y la imposibilidad de vivir la felicidad como momento actual; los golpes de efecto que revelan posibilidades ni siquiera soñadas cuando todo parecía perdido; la "gimnasia de la indiferencia", perseguida con sorprendente lucidez por el joven narrador; la ruptura, por último, de ese círculo vicioso por obra del tiempo, que caprichosamente y mediante diversas intermitencias conduce al olvido. Pero amor y arte, lejos de excluirse, se ayudan mutuamente, pues Gilberte es quien hace de intermediaria entre el narrador y Bergotte y es en el taller de Elstir donde conoce inesperadamente a Albertine. Pero esa afortunada connivencia resultará ser una de las numerosas ilusiones y falsas pistas diseminadas en el camino seguido por el narrador de En busca del tiempo perdido y que ni siquiera pueden considerarse necesarias para preparar el descubrimiento final de la verdad, ya que en el pesimista universo proustiano, ésta resulta ser una concesión caprichosa e imprevisible, como un don gratuito, ante el cual la única actitud válida es la disponibilidad.
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En esta obra, el Proust niño ha llegado a la etapa de la adolescencia, ha pasado de las estancias en Combray a la vida de París. De la primera se lleva grandes recuerdos a la ciudad, el que más, el de Gilberte Swann.
El tema principal de la primera parte gira en torno al amor que sintió hacia Gilberte. Es probable que fuera su primer amor, deseaba amarla y también se obsesionó con ella. Era un amor carente de emociones hasta el punto de ponerse pesado y ella comenzar a ignorarlo por su presencia constante. Lo que he percibido en ese sentimiento es obsesión y posesión.
La segunda parte de la obra comienza con el viaje de Proust y su abuela al Balneario de Balbec. Durante los primeros días se siente un extraño y echa de menos a su madre, situación que le lleva a pensar en la posibilidad de que su madre viva sin él y el alivio que supondría para ella no tener que cargar con su enfermedad. Aunque los sentimientos de Gilberte se han debilitado le acompañan en este viaje. El recuerdo de ella aun está presente, pero según pasan los días el sentimiento se va diluyendo.
No oculta su temperamento neurótico, que le hace sufrir inmensamente. Cualquier gesto de indiferencia o desafecto lo coloca al borde de la desesperación. En cambio, entre olvidarse de Gilberte y enamorarse de Albertine, se nota una transición en la que olvida con más facilidad a la segunda. Afirma no sentirse mal por sustituirla.
Estas muchachas llevaron Proust a ver un poco de luz en su amarga vida. Aunque ha superado a Gilberte, todas ellas tienen algo que es de la primera, por eso se quiere enamorar de todas. Pero elige a Albertine. Ya casi al final de la temporada, esta le hace una proposición que lo mantendrá ilusionado durante unas horas.
Leer a Proust es una delicia, sin duda uno de los escritores con más sensibilidad de la historia de la literatura.
Casi setecientas páginas para el descubrimiento del amor/desamo con Gabriela y el amor con Albertina. Muchas vueltas a casi todo lo expuesto.
Una vez que se ha leído "por el camino de Swan" no puede dejar de leerse "a la sombra de las muchachas en flor", ya que es en éste en donde comienza a cimentarse uno de los pilares de la obra: Albertina; ¡qué personaje tan real y atemporal representa en la obra...!
Sin Albertina, Marcel Proust simplemente no habría perfeccionado su modo de escribir