Resumen y sinopsis de La lucha por la vida de Pío Baroja
La trilogía La lucha por la vida relata la historia de Manuel Alcázar, desde su llegada a Madrid hasta su inserción en la sociedad como obrero adulto, primero, y como industrial, después. Cada una de las tres novelas comprende una de las fases de la vida del muchacho, el largo proceso por el que pasa hasta hacerse un sitio en la sociedad.
"La busca" es la primera novela de la trilogía barojiana "La lucha por la vida". Su protagonista, Manuel Alcázar, llega a Madrid siendo un adolescente, desempeña diversos oficios, cae en la compañía de los golfos de las afueras de la ciudad y vive como un delincuente entre ellos (así se relata en "La busca") hasta que logra salir adelante como un trabajador de vida ordenada, aunque con alguna recaída en la golfería (como se constatará en la segunda y la tercera novela).
«Mala hierba» es la segunda novela de la trilogía «La lucha por la vida». Es la continuación de la historia relatada en «La busca», de la que constituye su segunda parte. Está protagonizada por sus mismos personajes y ambientada en los mismos lugares madrileños en los que ocurre la acción de la primera. En «Mala hierba» se narra la vida de Manuel, el protagonista, durante los años fundamentales de su juventud, hasta que cumple los veintiuno, un largo periodo en el que no consigue incorporarse de forma estable a la vida honrada de los demás trabajadores, pues tras un corto periodo como impresor, volverá al mundo de los vagos, primero, y de la delincuencia, después. Si en «La busca» aparece sobre todo la golfería miserable de los barrios más pobres de Madrid, los alejados del centro, en «Mala hierba» se completa la muestra con el hampa más distinguida, la del interior de la ciudad, desde la golfería que se mueve en torno a los garitos de juego, hasta los que los dirigen, apuntando incluso a los más poderosos (ciertos periodistas y políticos).
«Aurora roja» cierra la trilogía «La lucha por la vida». «Aurora roja» se ocupa de los años en los que Manuel, ya establecido como impresor, siente ciertas inquietudes sociales en el entorno anarquista de principios del siglo XX. Manuel ya no es aquel joven abúlico y ocioso llevado por unos y otros en las dos novelas anteriores. Ahora asiste regularmente a su trabajo y lucha por convertirse en un honrado industrial. Quiere ser dueño de su propia empresa. Sigue formándose su personalidad y va teniendo un criterio definitivo sobre el mundo que le rodea.
Formado por:
Ni las profecías de Nostradamus ni los libros de Julio Verne ni el futurista «1984» de George Orwell: para acertadas, las conjeturas de Pío Baroja en «Lucha por la vida».
El libro consta de tres partes, no demasiado largas: La Busca, Mala Hierba y Aurora Roja. A pesar de haber sido escrita hace algo más de un siglo, es una de esas obras que continúan siendo de una clarividente actualidad, en especial atendiendo a los momentos tan convulsos que nos está tocando vivir.
El autor posa su mirada sagaz y objetiva sobre un mundo de desheredados, de seres marginales y periféricos personificados en un grupo de adolescentes perdidos en la búsqueda de su camino en la vida. Y dando color a esta trama, Pío Baroja nos presenta una instantánea del Madrid del nuevo siglo (el XX) que nace convulso –como este de ahora–, con luchas de clases, debate social, movimientos obreros, anarquistas de viejo cuño e incluso nos pinta el despertar del movimiento feminista, poniendo en boca de Salvadora, la protagonista femenina, unas palabras absolutamente premonitorias, que me permito citar:
«—Soy […] casi, casi, libertaria; y no es por mí precisamente; pero me indigna que el Gobierno, el Estado o quien sea, no sirva más que para proteger a los ricos contra los pobres, a los hombre contra las mujeres, y a los hombre y a las mujeres contra los chicos.
—Si, en eso tiene usted razón —dijo Roberto—. Es el aspecto más repugnante de nuestra sociedad es ése; el que se encarnice con los débiles, con las mujeres, con los niños, y que, en cambio, respete todas las formas de la bravuconería y todas las formas del poder.
—Yo, cuando leo esos crímenes —siguió diciendo la Salvadora—, en que los hombres matan a una mujer, y luego se los perdona, porque han llorado, me da una ira…
—Sí ; qué quiere usted? Es el jurado sentimental, que va a la Audiencia como quien va al teatro. Así le condenan a veinte años a presidio a un falsificador y dejan libre a un asesino.
—¿Y por qué las mujeres no habían de ser jurados? —preguntó la Salvadora.
—Sería peor; se mostrarían seguramente, más crueles para ellas mismas.
—¿Cree usted?
—Para mí es seguro.
—La pena debía ser —dijo Manuel— menor para la mujer que para el hombre; menor para el que no sabe que para el que sabe
—A mi me parece lo mismo —añadió la Salvadora.
—Y a mí también —repuso Roberto.
—Eso es lo que debía modificarse —siguió diciendo Manuel— las leyes, el Código. Porque eso de que haya república o monarquía o Congreso bastante nos importa a nosotros. Por qué, por ejemplo, han de poner en el Registro civil si un niño es legítimo o no. Que le apunten, y nada más.
—Pues eso se va consiguiendo poco a poco —replicó Roberto
— Se van haciendo liquidaciones parciales, y las leyes cambian. En España, todavía, no; pero vendrán esas modificaciones, y vendrán mejor, ¡créelo!»
Excelente trilogía contada de una forma que ayuda a reflexionar mientras disfrutas con las palabras. En los dos primeros libros (La busca y Mala hierba) se centra más en las diferencias sociales y en la lucha por sobrevivir. El último, un ensayo novelístico sobre política.