Resumen y sinopsis de Trilogía sucia de La Habana de Pedro Juan Gutiérrez
Éste es el testimonio de un habanero descreído. Un hombre que regresa extenuado de un largo camino que finalmente no lo condujo a sitio alguno. Pero no es pesimista. Pedro Juan sabe que tiene que seguir adelante. Y lo mejor es hacerlo sonriendo, a golpe de ron, música y sexo. Pedro Juan Gutiérrez hace catarsis en este libro, duro y en gran medida autobiográfico, que reúne tres libros de cuentos: "Anclado en tierra de nadie", "Nada que hacer" y "Sabor a mí". Un lenguaje fuerte y apretado es el único capaz de expresar la rabia de quien habita en el vórtice del huracán. Pedro Juan vive al borde del precipicio. Marginal, aunque su covacha está en el corazón de La Habana de hoy. Disecciona sus alrededores con habilidad de cirujano experto. Sin temor hinca su bisturí afilado, escarba en las entrañas, y lo revuelca todo, irrespetuosamente: sexo, hambre, política, erotismo, desencanto, anhelos, ron y buen humor. Escrita con un ritmo implacable, a medio camino entre la exuberancia tropical y la negra desolación de un Bukowski, la "Trilogía sucia de La Habana" es un deslumbrante conjunto de relatos orquestados como una novela. Duros, conmovedores y verdaderos, nos revelan a un escritor de pura raza, a un implacable cronista de un país y unos tiempos contradictorios, terribles, fascinantes.
Recuerdo especialmente dos relatos soberbios que me impresionaron hasta el punto de sentir náusea, sobre todo el que narra la violación de una mujer en su casa y desde la acera de enfrente un señor de avanzada edad lo ve todo. Muy muy duro. Nunca un texto me había hecho sentir dolor en las sienes. El otro es más poético, habla de una mujer que tiene relaciones con su difunto marido en sueños.
El problema no son las descripciones explícitas, a la manera de Bukowski, (o pseudo Bukowski porque quiso parecerse a él), sino que esa realidad sigue siendo la misma, o peor, tras 20 años de haber sido escrito el libro y , muy probablemente, dentro de 20 años más todo seguirá igual: hambre, corrupción, violencia, alcoholismo, prostitución, violencia de género, abuso de menores y un largo etcétera.
Es difícil hacer una valoración de este libro, aunque tengo claro que lo recordaré durante mucho tiempo. Es abrumadora la dureza con la que se describe la vida en Cuba durante este periodo, como también lo son las descripciones sobre el sexo, la violencia, la miseria... He tenido la suerte de viajar allí mientras leía el libro, llegando a entender que lo realmente duro es que todo lo que se cuenta haya sido verdad (y posiblemente siga sucediendo).
A pesar de que no entiendo muy bien la forma en la que se estructura, se deja leer con fluidez y trasmite muchísimos matices sobre la cultura y el contexto cubano en el que se sitúa.
Todo lo anterior me lleva a tener claro que es un libro extraordinario, aunque a veces el lector encuentre demasiado duro seguir leyendo y piense que nada es real, a pesar de serlo.
El protagonista, alter-ego del propio autor, es un hombre derrotado por la vida, que lo ha perdido todo. Es la suya una mirada tan implacable como llena de sensibilidad. Nostálgico y desengañado, consciente de que la vida es un infierno, siente sin embargo un apego visceral por continuar viviéndola y embriagándose de ella. Pues cuando no tienes nada que perder, cuando no hay nada salvo la más negra desolación, nace una nueva realidad donde lo que antes tenía significado ya ha dejado de tenerlo. El bien y el mal no tienen importancia, tampoco la tiene el futuro, más allá del instante, del aquí y ahora. Y no queda ante tí más que la supervivencia más elemental, la realidad del hambre, del sexo y de la mierda, el impulso resignado de seguir adelante sea como sea y de poner al mal tiempo buena cara. Cuba, años noventa, en plena crisis, traspasa la tinta y el papel, huele (hiede), asusta y finalmente conmueve; todo ello gracias a la prosa afilada, descarnadísima, más que próxima a lo confesional y a lo oral, de un escritor que no ahorra detalles escabrosos al lector, que le hace partícipe de un mundo violento y en descomposición, ajeno a la burbuja de comodidad de los países desarrollados. Son los parias los héroes de este libro, parias olvidados incluso por el socialismo, hacinados en viviendas inhumanas, prostituyéndose, trabajando en ocupaciones que nadie querría (el que puede), aferrados al ron, a la superstición, a la lujuria, inmersos en la naturaleza desbordada, hermosísima y cruel, del Caribe.
Realmente no me gustó nada. Es más, no pude ni terminarlo. Está lleno de excrementos y porquerías. No soy ninguna pacata, pero esa redundancia sobre el sexo, para colmo grotesco y grosero, que no conduce a nada, ya me harta. He intentado leerme tres libros de este autor y siempre es lo mismo.
Es una novela dura y compleja que exige complicidad y dedicación por parte del lector. Tal como lo dice su titulo, es sucia y no escatima a la hora de las descripciones sexuales, que son explicitas y sin anestesia. Es así, a golpes como el autor logra crear una atmósfera rica en descripciones y personajes. Sin embargo, me parece que la historia se vuelve reiterativa y los sucesos terminan siendo superfluos y demasiado insignificante para acompañar un texto en estilo y lenguaje propio de un autor que tiene muy claro el oficio.