Resumen y sinopsis de España contra Napoleón de Charles J. Esdaile
Tanto los historiadores franceses como los ingleses han escrito mucho acerca de la resistencia española a la invasión napoleónica, pero hasta la fecha sus fuentes principales, sino únicas, han sido los testimonios escritos por soldados y oficiales de la Grand Armée o a las órdenes de Wellington, o bien los informes y cartas que éstos remitían a París y Londres. Por primera vez, Charles Esdaile, que lleva años pasando largas temporadas en España, se ha basado en algunos archivos españoles que en algunos casos no habían sido siquiera consultados hasta la fecha, ha revisado a fondo los estudios locales sobre la guerra de Independencia (en Badajoz, en Zaragoza, etc.) y ha tenido muy en cuenta la prensa española de la época y las biografías de algunos de los principales guerrilleros (el Cura Merino, el Empecinado, Espoz y Mina...). El resultado es una imagen de los guerrilleros, sus motivaciones y sus éxitos completamente distinta a la que tradicionalmente se nos ha transmitido.
Esdaile justifica su libro proclamando la necesidad de revisar la historia de la guerra de la Independencia (uno se pregunta cuando no es necesario revisar siempre la historia de cualquier periodo) y nos tranquiliza anunciándonos que, afortunadamente, “una nueva generación de historiadores ya ha comenzado a plasmar una imagen de la lucha contra Napoleón muy diferente a su predecesora tradicional” (pág 112). Y aprovechando esta buena nueva, inicia la primera de las numerosas autocitas con que salpica su obra.
Y para demostrar que su libro es el producto final “de un importante programa de investigación” (pág 341), abruma al lector con una confusa avalancha de citas (821 referencias en 341 páginas de texto) de la más variada procedencia, sin que el lector pueda situarlas en su contexto real ya que la obra carece de una visión de conjunto, por breve que sea, del desarrollo de la guerra.
Uno de los propósitos del autor en su “cuadro altamente revisionista de la participación del pueblo español en la guerra de la Independencia” (pág 322), es analizar los orígenes de la guerrilla abordando “las condiciones de vida y las costumbres de la población aprovechando nociones ya publicadas en numerosas ocasiones” (pág 59), aunque aquí abandona su afición a las notas y deja que cada cual se tenga que imaginar cuales serán esas “nociones ya publicadas”.
Apoyándose en tan difusas fuentes, afirma que España era “un país habituado psicológicamente al sistema de guerrillas y acostumbrado a sus conceptos, ya estaba preparada por entonces a odiar a los franceses”(pág 60).
En la misma línea, Esdaile nos regala, más adelante con perlas del tipo de “El pueblo, inspirado por una mezcla de pánico, siglos de agitación y aciaga propaganda, se encontraba en un principio preparado para prestarse a la realización de actos de resistencia general” (pág 155), o bien, “El país, como ya hemos visto, siempre se había caracterizado por una tremenda pobreza y desigualdades sociales” (pág 202) y claro, “Nada podría ser más claro, las raíces de la guerrilla popular no se hunden en el heroísmo, sino en el hambre; no en la audacia, sino en la desesperación” (pág 206)
Esdaile, como autor de la obra, está en su derecho de enjuiciar las fuentes que maneja y, por eso mismo, puede considerar “perspicaz” al oficial británico que consideraba que los campesinos españoles “de haberlos dejado vivir en paz, les hubiese causado la mayor de las indiferencias si su rey era José, Fernando o el espíritu de D. Quijote” (pág 125)“, claro que, lo que no puede hacer en justicia, es prescindir de testimonios de personajes de la talla de Jovellanos, cuya conocidísima correspondencia con el general Sebastián, podría arrojar alguna luz sobre el tema del patriotismo que tanto preocupa al autor.
La participación popular en algunos hechos de armas, como el caso de Zaragoza, es imposible de negar pero, para Esdaile, esta participación se debería, principalmente, a la actuación de personajes dudosos como el “despota de la ciudad José Palafox había adoptado desde el principio un talante demagógico” (pag 117).
Otra figura que no despierta las simpatías de Esdaile es Espoz y Mina, hasta el punto de que, al hablar de este personaje, llega a deslizar historietas de dudoso origen y veracidad del tipo “hasta corre una historia que narra que durante un tiempo entró al servicio de los franceses” (pág 167).
Por cierto que, en el caso de Espoz y Mina, Esdaile comete una pequeña trampa ya que, en el Indice Onomástico, la entrada de este guerrillero dirige a 4 páginas (71, 77, 167 y 346) cuando en realidad ese nombre aparece nada menos que en 58 páginas lo que indica que Esdaile ocupa cerca del 18% de su obra en hablar del conocido guerrillero, quizás porque, “a pesar del extenso trabajo de investigación en fuentes primarias y secundarias” (pág 161) sobre los guerrilleros que actuaron en la Guerra de la Independencia, la explotación de los abundantes datos obtenidos no daban mucho de sí, o bien no se ha sabido resolver de forma satisfactoria, lo que ha obligado al autor a utilizar de forma solapada, una y otra vez, información sobre personajes ampliamente conocidos.
Sobre el origen y extracción social de los guerrilleros (uno de los puntos fuertes en los que Esdaile basa sus teorías), se sacan algunas imprecisas conclusiones imposibles de verificar ya que, en vez de incluir en un anexo las referencias en que se basa el autor tal y como es costumbre en este tipo de libros, se nos asegura que estarán disponibles en Internet “a su debido tiempo” (pag 375) sin que podamos saber cuando llegará, si es que llega, tan anhelado momento.
En definitiva, y para terminar, Esdaile concluye que “sería absurdo afirmar que este trabajo es la obra definitiva sobre el tema (de los guerrilleros)” y que “el debate debe continuar”.
Y ante tanta fatuidad el lector inteligente puede preguntarse la razón por la que un libro de 341 página de texto puede llegar a ser considerado, ni de lejos, como obra definitiva de algo tan complejo como una guerra de seis años de duración y un fenómeno social tan complejo como el de los guerrilleros.
Pero parece que Esdaile debe considerarlo como posible ya que se siente en la necesidad de hacer la advertencia.