Resumen y sinopsis de La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson
Un misterioso marino se esconde en la posada Almirante Benbow, y desde el momento en que el joven Jim Hawkins se apodera del mapa de una isla desierta donde se esconde una fortuna en oro robado, nada volverá a ser igual.
Jim, Squire Trelawney y el doctor Livesey se embarcan junto al capitán Smollet en la Hispaniola rumbo a la más fascinante aventura de todos los tiempos. Pronto descubrirán que la tripulación está formada por villanos y filibusteros a las órdenes de John Silver, cocinero y pirata a bordo, quien también codicia el tesoro... La isla del tesoro es una de las más grandes novelas de aventuras de todos los tiempos.
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El libro no es malo, de hecho es un clásico de aventuras, se puede leer a cualquier edad, pero de preferencia es literatura infanto-juvenil. Lo criticable es que a veces resulta difícil con mapa y todo hacerse una idea de la isla.
Personajes bien formados y una narración que sentí muy limpia, un clásico de la literatura de un gran autor como Stevenson, recomendado.
Relato imprescindible de aventuras marineras, literatura, en efecto, infantil y juvenil (el autor escribió el libro para su hijo), con un niño protagonista con quien el joven lector pueda sentirse identificado; dicho lo cual, es también una novela que explora un universo moral difuso y lo hace sin que lo parezca, sin abandonar el tono aventurero, la acción ni la sucesión de peripecias, con abundantes términos náuticos y descripciones geográficas para introducir al lector en el ambiente marinero y contextualizar un espacio muy acotado, de luchas, escaramuzas y peligros constantes.
La búsqueda de un tesoro enterrado en una isla lejana que es todo excepto maravillosa y paradisíaca, y sí una tierra hostil de naturaleza abrupta, rodeada de escollos, nieblas y pantanos insalubres… se convertirá para nuestro héroe en una sucesión de pruebas de las que salir airoso, que le llevarán a descubrir el mundo más allá de los estrechos horizontes de su lugar natal y de su propia infancia, más allá de la orfandad repentina que le ha llevado a quedarse solo en la vida y dueño de su destino. Tendrá que tomar decisiones, a veces arriesgadas y temerarias, hacer amigos y enemigos, actuando siempre en una cierta tierra de nadie; enfrentándose a una banda de facinerosos que ante la duda matan primero, pero también moviéndose libremente con respecto a los supuestos agentes de la ley y de la civilización, que abandonan su cómoda existencia en pos de una riqueza manchada de sangre, los cuales tienen también ellos mismos algo de ingenuidad, de no saber muy bien dónde se meten.
El inicio en la posada constituye una narración modélica que se adentra en el terror, con figuras ambiguas y amenazantes que perturban la vida hogareña y enredan en sus ominosos asuntos a personas inocentes; los maleantes se describen en términos grotescos y de deformidad, frente al pobre niño desvalido y su madre, el bien y el mal puros. Será después cuando conozcamos, de la mano del memorable John Silver, la maldad refinada, alejada de la pura y simple brutalidad y envuelta en buenas, elegantes maneras; la de un individuo engañoso, que ni siquiera parece un pirata, físicamente disminuido pero con inteligencia, liderazgo, astucia de sobra y don de gentes, carácter manipulador y audaz… también alguien deseoso de sentar la cabeza, capaz de planificar fríamente sus actos.
Se da entonces una inesperada simetría, pues Jim se descubre a su manera como otro engañoso pirata (que se lo digan al pobre de Israel Hands) que acaba insensibilizado ante la violencia, entre la irracionalidad infantil y la templanza de un adulto que le llevan a acciones de los que ni él mismo se creía capaz, que incluso encuentra en el malvado a la figura paterna que ha perdido. Y se forja brevemente una relación de respeto mutuo, pues ambos deben jugar sus cartas y eso es lo que les salva, lo que aporta lo decisivo, ahí donde no llegan los hombres respetables; un caballero mentecato, patriotero y bocazas, un capitán de barco autoritario y desagradable… brilla si acaso el humanitario racionalismo del médico, o la oportunidad del antaño rufián Ben Gunn para redimirse.
Nos queda por último el retrato que se hace de la figura del pirata como “caballero de fortuna”, es decir, de villano dueño aún así de su propios códigos de conducta al margen de la buena sociedad, susceptibles eso sí de ser traicionados a la menor oportunidad. Lejos de cualquier romanticismo, son sujetos absolutamente corrompidos por la codicia, el alcohol y la mala vida, perdedores autodestructivos, y en última instancia, seres enfermos cuyo tiempo ha quedado atrás, que ya sólo pueden elegir entre acabar en la soga (en el infierno) o reformarse de algún modo. Que al principio dan miedo, pero que acaban dando más pena que otra cosa, y sobre quienes planea la amenazante figura del capitán Flint, remota, terrible y mitificada, cuya presencia continúa viva en forma de voz espectral entre los árboles, de pájaro de mal agüero que lleva su nombre.
Entretenida novela de aventuras que hoy no volvería a leer ni daría a ningún adolescente. Muchas de las novelas de aventuras decimonónicas no son tan para jóvenes y niños. En realidad no había otra cosa.
Afronta su lectura sabiendo que es un gran clásico de la literatura universal del género de aventuras, pero sin saber que se trata de una obra literaria enfocada a un público juvenil, según he podido leer.
Es, precisamente, ese marcado "acento juvenil", según la impresión que me ha dejado su lectura, el motivo de que no le otorgue mejor valoración. No porque la obra no sea buena, sino porque no me gusta mucho la literatura de carácter juvenil. Entiendo que la aventura se explica y desarrolla superficialmente, contada de una manera muy rápida. Quizá también haya influido la brevedad, en cuanto a extensión, de la novela.
En contraposición a ese "carácter juvenil", y se trata de otro aspecto que tampoco me ha gustado, el autor utiliza en demasía términos técnicos de marinería y navegación, de elementos que componen la estructura de un barco (en este caso la goleta protagonista), que la mayoría de ellos no son entendibles por los profanos en la materia; todo ello, especialmente, en la segunda parte de la novela.
En definitiva, considero que es un clásico que hay que leer, pero sin más.
Entretenida novela de aventuras, bien escrita y que por su corta longitud anima a leerla hasta el final. No es la mejor novela de aventuras de los llamados clásicos de toda la vida, pero se deja leer y pasas un rato entretenido.
Un clásico de la novela de aventura, ambientado en un tiempo ya perdido.
Creo que lo leí fuera de tiempo. Me resultó un poco aburrido y predecible.
¿Qué decir de este grandísimo clasicazo? He disfrutado como un chicuelo acompañando a Jim Hawking en su aventura.
Primer libro de narrativa que leí y no podía ser otro mejor. Clasicazo. De este libro poco se puede decir, la historia es maravillosa al igual que sus personajes. Muy recomendable.