Resumen y sinopsis de El niño que dibujaba gatos de Lafcadio Hearn
El niño que dibujaba gatos, relato que da título a esta colección de cuentos japoneses, nos narra la aventura nocturna de un joven estudiante cuya afición al dibujo es causa de castigo, pero que resulta finalmente un arma poderosa para vencer a un ser malvado.
Lafcadio Hearn encontró en el Japón la calidez humana que había estado buscando durante toda su vida. Por eso cambió su nombre, se casó con la hija de un samurai y no volvió jamás a salir del archipiélago. La escritora americana Pearl S. Buck (premio Nobel de literatura, 1938), explica: «Cuando estuve en el Japón, no hace mucho, un anciano japonés que lo había conocido me habló de él. Había sido su discípulo en la Universidad, bastante tiempo atrás. Fue un profesor amable y querido, me dijo. Estoy segura de que así es como a Lafcadio Hearn le gustaría ser recordado. Estoy segura de que es lo que le gustaría que opinases al leer estos cuentos».
Tradicional e interesante, El niño que dibujaba gatos es una antología de cuentos del país nipón. Estos cuentos (llamados “de cabecera”) tenían la misión de entretener y advertir a los niños sobre ciertos peligros, la mayoría de ellos de origen sobrenatural, que podrían encontrase en su camino. Son, por tanto, lecturas cortas y muy ligeras, algunas con un toque moralista, pero que no resultan pesadas ni aburridas.
Si os gusta Japón, sus costumbres y leyendas, seguro que alguna vez habréis escuchado hablar de Lafcadio Hearn, autor de esta recopilación. Hearn se dedicó a recopilar historias que la tradición oral japonesa mantenía vivas en los pueblos y ciudades. Las reescribió y las recogió en varios volúmenes de cuentos que sirvieron para que occidente tuviera conocimiento, por primera vez, de la literatura tradicional oral japonesa. En esta edición Hearn es el autor directo de los siete primeros cuentos. El resto, según el editor, no se puede afirmar que hayan sido escritos por su pluma.
Desde el punto de vista literario, Lafcadio Hearn me parece un escritor notable que posee un estilo sencillo pero muy elegante, con una prosa dinámica y bien desarrollada, un lenguaje de gran belleza lírica y unas descripciones bastante someras y poco explicativas. Los personajes son un mundo aparte. Al ser historias diversas hay poco elementos en común. En general, los cuentos están protagonizados por hombres o niños, que tienen un encuentro con lo extraño, en forma de monstruos, fantasmas o demonios. La mayoría de las veces, su audacia, sabiduría o buen corazón los salvará. Otras veces, serán ellos los artífices de su desgracia, o incluso los ejecutores de la venganza.
Como he dicho al principio, El niño que dibujaba gatos es un conjunto de cuentos japoneses equivalentes a los “cuentos de hadas” occidentales. Todos ellos tiene temas muy diferentes. Así que a lo largo de estos 23 cuentos tenemos dibujos salvadores, fuentes de la eterna juventud, hombres pez muy agradecidos, lecciones terroríficas a mujeres vagas, duendes horribles, mundos sumergidos, mujeres que burlan a Onis (demonio en japonés), peces estúpidos, liebres sabias, espejos mágicos, valerosos guerreros, serpientes monstruosas, perros valientes, niños surgidos de un melocotón, teteras curiosas, amores complicados, etc. Cada uno de los relatos se integra dentro del imaginario de una parte de la cultura japonesa, consiguiendo mostrar un rico tapiz de la mitología del país del sol naciente.
En suma, El niño que dibujaba gatos es una colección de cuentos amables y agradables que nos acercan un poco más a ese Japón que mantiene sus tradiciones milenarias. Y es que los cuentos son el primer acercamiento que de niños tenemos con nuestra herencia cultural. Y, quizás, por eso sea tan importante conocerlos para poder apreciar apropiadamente el acervo cultural que incluso hoy en día se mantiene y ha configurado la sociedad nipona tal y como es.