Resumen y sinopsis de La casa de las bellezas durmientes de Yasunari Kawabata
No debía hacer nada de mal gusto, advirtió al anciano Eguchi la mujer de la posada. No debía poner el dedo en la boca de la muchacha dormida ni intentar nada parecido.
Había esta habitación, de unos cuatro metros cuadrados, y la habitación contigua, pero al parecer no habían más habitaciones en el piso superior; y como la planta baja resultaba demasiado reducida par alojar huéspedes, el lugar apenas podía llamarse una posada. Probablemente por que su secreto no lo permitía, el portal no ostentaba ningún letrero. Todo era silencio. Tras serle franqueado el portal cerrado con llave, el viejo Eguchi sólo había visto a la mujer con quien ahora estaba hablando. Era su primera visita. Ignoraba si se trataba de la propietaria o de una criada. Era mejor no hacer preguntas.
La mujer, baja y de unos cuarenta y cinco años, tenía una voz juvenil , y daba la impresión de haber cultivado especialmente una actitud seria y formal. Los labios delgados apenas se abrían cuando hablaba. No miraba a Eguchi con frecuencia. Algo en sus ojos oscuros minaba las defensas de éste, y parecía muy segura de sí misma. Preparó el té con una tetera de hierro sobre el brasero de bronce. Las hojas de té y la calidad de la infusión eran asombrosamente buenas para el lugar y la ocasión –con objeto de tranquilizar al viejo Eguchi. En la alcoba pendía un cuadro de Kawai Gyokudö, probablemente una reproducción, de una aldea de montaña al calor de las hojas otoñales. Nada sugería que la habitación albergara secretos insólitos.
Ha participado en esta ficha: chavilan
Enigmático relato que nos lleva hasta un lugar que parece apartado de la realidad ordinaria, un entorno cerrado con unas reglas propias e inflexibles que parecen fáciles de quebrantar, o que desafían al visitante de una peculiar casa que diríamos encantada a hacerlo, pero sin las cuales no habría misterio alguno.
Trata de la muerte, de su proximidad o de la manera en que condiciona a ciertas edades, del deseo, la violencia y la transgresión, también de la memoria y las relaciones del varón con el sexo opuesto. La mujer cosificada, reducida a un ente pasivo que pueda ser abordado por quienes “han dejado de ser hombres”, con facilidad y sin remordimientos ni virilidad humillada, de forma un tanto asexuada. A modo de consuelo, en un instante límite entre la vida y la nada que espera después, más parecido al del nacimiento y que, por lo tanto, revela una pureza o inocencia elemental, en el que nada parece importar... ¿Seguro?
El autor no ofrece explicaciones simples ni claras, tan sólo invita a que acompañemos a Eguchi, un individuo despreciable (esa naturalidad con que se habla del sexo con menores de edad) a la vez que vulnerable, en su descubrimiento de estas bellezas narcotizadas. A que nos adentremos con él en un territorio moral que se agita en los límites, en la contradicción. En el rechazo hacia algo que sin embargo le atrapa y le seduce. Porque lo de estos hombres se parece bastante a una forma de vampirismo para poder sentirse un poco jóvenes otra vez, lamentarse por dentro del tiempo perdido, del patetismo de la edad, a la vez que se sumen en la belleza, en un dulce, nostálgico letargo donde no les importaría liberar su último suspiro…
La acción es mínima pero la introspección es máxima, excusa para la indagación del protagonista en el recuerdo de las mujeres de su vida, amantes, hijas, esposa, etc. que desfilan por su mente. La descripción es constante, prolija pero sumamente precisa. Aborda ante todo el cuerpo, lo erótico, desde los cinco sentidos; sonidos procedentes del exterior (viento, lluvia, naturaleza y estaciones que transcurren), posturas físicas (elocuentes en su carácter fotográfico, anatómico o poco menos, a la hora de suplir un diálogo inexistente), olores diversos, efectos lumínicos y cromáticos, numerosas impresiones del tacto, incluso alguna del gusto.
Estructura circular, sucesiva y algo obsesiva, conforme él entiende, se entiende, “despierta” a una verdad extraña pero real. El acto que conduce al pensamiento y vuelta a empezar, sin poder evitar evocar una y otra vez esa vida invisible de los otros. No hay diferencia alguna entre las mujeres de su vida, tan lejanas en realidad, y esos seres inertes que tiene delante, pues unas y otras tienen una personalidad que se resiste a quedar del todo adormecida. No hay diferencia entre una violencia ejercida con la voluntad, con algo de remordimiento… y una cotidiana, normalizada, peor.
La figura de la “madame” o alcahueta: tan ambigua y silenciosa como lo demás, oficiante de un sacrificio, quizá sea la más indeseable, que lo entiende todo y no entiende nada, o la celosa guardiana de la intimidad, de la reputación, que debe ser intachable de cara al exterior, de sus clientes.
Si bien en un primer momento me costó entrar en su lectura, con la primera "bella durmiente", luego he devorado esta breve, pero sustancial, novela. Es desconcertante, atrayente, repulsiva y en última instancia, al menos para mí, una inmersión en la senilidad y un resumen de la vida del personaje y sus amores a través de las distintas chicas narcotizadas.
A destacar el papel de la alcahueta, esta si que provoca repulsión.
Muy recomendable su lectura
Libro no apto para todos los públicos. Si se lee desde la perspectiva actual, puede chocar un poco con los temas de la ideología de género, pero es una obra de arte que habla del erotismo, de la vejez, de la mentira, de la simulación, de los convencionalismos sociales, etc. Una verdadera joya.
Me ha resultado una novela algo inquietante por la vulnerabilidad a la que las bellas durmientes quedan expuestas en su profundo estado de inconsciencia, en contraste con las pulsiones del protagonista...Lo sórdido queda suavizado bajo el lirismo que Kawabata imprime a su escritura. La novela, que me parece recomendable, pierde bastante con ese final.
Muy bueno y original la manera de tratar la resistencia del hombre a entrar en la vejez.
Sin duda, la literatura japonesa muestra una identidad inconfundible que en este libro queda patente del principio al final. En las tres historias destaca la sensibilidad e incluso el lirismo de sello oriental que un lector occidental quizás no esté en la mejor posición para apreciar. No obstante, el relato posee un fondo indudable y llega a entretener. El final desmerece ligeramente, en mi opinión.
Libro que trata de un tema por lo menos, delicado: la pérdida de la virilidad. Pero Kawabata lo trata de manera sobria y cruda, sin ningún sentimentalismo, pero con una dosis de sensualidad y estetica que confina en un alto erotismo.
Leyendo este libro el lector se da cuenta que está ante un Maestro de la literatura del siglo XX.
Una de las lecturas que marcan.
Un libro que requiere varias lecturas para ser apreciado como debe. Deja muchas reflexiones en el aire, recomendado, además se lee muy rápido...
A pesar de que este libro es famoso y muy aclamado, a mi su lectura me ha dejado una sensación no muy buena. No sé si es la traducción o el choque de las visiones procedentes de dos culturas o tiempos diferentes, pero esta obra no me ha entusiasmado precisamente.
Libro formado por tres historias, la primera es entretenida y la recomiendo pero las otras dos no me han entusiasmado mucho.