Resumen y sinopsis de La marcha Radetzky de Joseph Roth
A través del ejemplo de la familia Trotta, vinculada al emperador Francisco José de manera casi legendaria, Joseph Roth describe la decadencia austrohúngara y las condiciones sociales de su país, en el siglo XVIII. La novela narra la historia de tres generaciones: el fundador de la dinastía salva la vida al joven emperador durante la batalla de Solferino, su hijo se convierte en fiel servidor y funcionario del monarca y el nieto hará carrera en el ejército, abrumado por el peso de su apellido. La marcha Radetzky es uno de los grandes clásicos de la novela histórica y la que mejor ha reflejado la decadencia de un imperio.
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Relato de las últimas décadas del imperio austro-húngaro a través de la historia de los miembros varones de la familia Trotta, cuyo egregio fundador, el llamado “héroe de Solferino”, salva casual y heroicamente la vida del emperador en plena batalla, viéndose ascendido de la noche a la mañana desde sus humildes orígenes campesinos hacia la nobleza.
Los Trotta serán desde entonces hombres favorecidos por la gracia de su majestad, cuyo devenir íntimo irá ligado al de los acontecimientos históricos a gran escala, pero su merecimiento tendrá mucho de maldición. Son conscientes, al menos el abuelo y el nieto, de lo irreal, de lo poco sólido y precario de su posición privilegiada, pues no acaban de creerse su propio papel. El peso de tan sublime herencia será lo que marque de por vida, lo que hará sentirse a Carl Joseph, el último descendiente, siempre desdichado y fuera de lugar, incapaz de estar a la altura. Son todos ellos habitantes de un mundo fantasmal, sustentado en las ceremonias, en una disciplina militar, y en especial, en la reverencia paternal hacia una figura distante como es la del anciano Francisco José I, equiparable a unas relaciones interpersonales que nunca rebasan el formalismo, ausentes de un genuino afecto entre padres e hijos.
El oropel, las apariencias, rodean a estos seres, o bien inadaptados, ausentes, o bien lo contrario; demasiado adaptados a una moral determinada, presos de las jerarquías, del recuerdo feliz de aquella marcha de Radetzky que marca impasible una lógica y un orden. Irremediablemente paralizados, entre un tiempo pasado del que no pueden sustraerse y un futuro que les aniquilará sin contemplaciones.
Variados los ambientes que recorremos: de provincias, de frontera, castrenses, o el propio de los altos funcionarios, pero todos ellos coinciden en una idéntica riqueza descriptiva, que convierte la novela en una amplia pintura de toda índole de espacios, ambientes, objetos y detalles que conforman una época condenada a la extinción y que retrotraen, por cierto, a una novelística de recargado lenguaje propia del siglo anterior. Memorables personajes como el del aristócrata polaco, con sus apocalípticos discursos, o el del propio emperador; un intento por adentrarse en la psique de individuos tan por encima del bien y del mal.
El tono fluctúa entre la ironía, la distancia, el humor amargo, pero también derrochando comprensión y respeto hacia estos individuos, en el fondo, tan solitarios; prisioneros de una lenta decadencia y marionetas directas al abismo… cómo van los adictos al juego, cada vez más endeudados, cómo van quienes se desafían a un duelo a muerte por honor. La presencia de la muerte se intuye, se hace cada vez más próxima, materializada en un símbolo; el de los relojes, omnipresentes durante toda la narración.
La guerra total hará saltar por los aires no sólo una estructura política obsoleta sino un modo de concebir el poder, basado en el respeto hacia una figura designada por Dios, enfrentado a las nuevas ideas basadas en la nación, la etnia o los movimientos sociales; tensiones que desmembrarán lo que apenas se sostiene, y en lo que nadie cree sinceramente salvo unos pocos que, consecuentemente, no sobrevivirán a ello. Es el capítulo final, el de la patética fiesta y la tormenta que se avecina, pura alegoría.
Una novela ambientada en la transición de los siglos XIX al XX en el complejo imperio austrohúngaro. Me han gustado algunos pasajes y escenas claves de la historia excelentemente escritas y elementos narrativos simbólicos constantes a lo largo de toda la novela. No me ha convencido la descripción crítica de los personajes.
Me ha estimulado a leer la historia del imperio austrohúngaro y a profundizar en esta etapa de la historia europea.
¡Un monumento! Definitivamente es de esas novelas que están tan sólidamente escritas como podría estarlo un mausoleo que conmemora el fin del imperio Austro-Húngaro, las campañas militares, los bailes, la vida en las fronteras, decenas de personajes desfilan por esta gran obra tan grande como el Imperio que emula, la narración es ágil y me ha encantado.
Decepcionante. Tenía muchas expectativas puestas en este libro. Tarde bastante en conseguirlo y puedo decir que la espera no mereció la pena. También es verdad que cuanto más esperas de un libro, más difícil se lo pones y más fácil es llevarte una desilusión. Creo que los últimos años del imperio austro-húngaro dan para más, como sí han demostrado otros como Musil o Zweig entre otros. A pesar de lo dicho, no puedo suspenderlo porque mi actitud no fue la correcta y por lo tanto me culpo en parte del fiasco. En cambio con "la cripta de los capuchinos", considerada como una secuela o segunda parte, tras tener pocas esperanzas, me sucedió lo contrario y me gustó más...qué especiales somos (por no decir otra cosa).