Resumen y sinopsis de Esperando a Godot de Samuel Beckett
Cuando en 1953 se estrenó en París Esperando a Godot, casi nadie sabía quien era Samuel Beckett, salvo, quizá, los que ya lo conocían como exsecretario de otro irlandés, no menos genial, James Joyce. Por aquellas fechas, Beckett tenía escrita ya gran parte de su obra literaria; sin embargo, para muchos, pasó a ser "el autor de Esperando a Godot". Se dice que, desde aquella primera puesta en escena -que, realizada por el gran Roger Blin, causó estupefacción y obtuvo tanto éxito- hasta nuestros días, no ha habido año en que, en algún lugar de nuestro planeta, no se haya representado Esperando a Godot. ¡Más de cuarenta años en los escenarios del mundo! El propio Beckett comentó en cierta ocasión, poco después de recibir el Premio Nobel de Literatura en 1969, que Esperando a Godot era una obra "horriblemente cómica". Sí, todo lo horriblemente cómica que puede resultar, a fin de cuentas, la angustiosa situación límite de dos seres cuya vida y grotesca solidaridad se forjan en la absurda y vana espera de ese quién sabe qué (o quién) al que llaman Godot.
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Entiendo que el autor quería describir la absurdidad y los sinsentidos del día a día de las personas. Aún así, como lectura se hace un poco pesada, aunque corta. La vi hace años representada en el teatro y me gustó más.
Absurda y retorcida a más no poder, "Esperando a Godot" es una de las cumbres del susodicho género. Entretenida y rápida, parece estar improvisada, pero realmente el maestro irlandés la midió a la perfección, haciendo metáforas sobre distintos tipos de incógnitas y rarezas sin resolver que nos separa la vida. Se lee en nada y te saca la risa a cada página, perfecta.
Cuatro personajes, una obra maestra.
Es una obra genial... (le recomiendo a los demás opinantes que no la lean sino que la vean representada). Tiene dos niveles de comprensión: El nivel evidente es el que se representa, aburre a matar... no pasa absolutamente nada... y ése es el objetivo del autor. Cuando uno de los dos personajes se aburre y sugiere irse del lugar, el otro lo reprende y le recuerda: "No olvides que estamos esperando a Godot..." (Godot es en el fondo God=Dios). Y así pasan los días, con ese grado de aburrimiento, rutina y sin sentido... esperando a un individuo que nunca llega (y que supuestamente les va a resolver algo). Tras una hora de trama aburrida y repetitiva (a esa altura varias personas se van... porque no entienden la obra)... uno cae en el segundo nivel de comprensión: Es el espectador el que está siendo representado en el escenario... dentro de una vida rutinaria y absurda... a la espera de un ser que le va resolver la vida...
No le encontré mucho sentido a este argumento. Me aburrieron esos parlamentos interminables y lo absurdo y sin sentido de lo que decían. A veces incluso me perdía en la trama. Si es que hay trama, pues el hilo argumental aquí no es fácil de seguir. Posiblemente, al tenerlo como lectura obligatoria en el instituto, también influyó en la presente valoración.
Obra notable que reduce al absurdo el miedo a la incertidumbre. Un tanto cínica, pero merece la pena.
Obra muy buena que inaugura el teatro del absurdo, la historia parece muy simple al principio, pero poco a poco se vuelve rara y bastante absurda. Aún así el autor logra que te enganche con solo dos personajes.
Bueno, la verdad ni fu ni fa. Una obra un poco estrafalaria
La verdad esperaba mas de esta obra, no le encontré mucho. Ni muy cómica ni muy tensa, sencillamente es lo que es.
Maravillosa descripción de la vida cuando no se hace nada, sólo se espera que llegue lo que deseamos. Así están los personajes de la obra, sin decidirse a hacer nada con la escusa de que esperan a Godot, y sin inmutarse por nada de lo que ven, incluso si les parece ridículo, sorprendente o desolador. Como dice uno de los personajes: Mientras se espera nada ocurre.
Libro desolador. Probablemente se experimente un sin sentido al terminar de leerla, el cual se encarna en la propia vida. El absurdo más encarnado.