Resumen y sinopsis de Cazadores en la nieve de Tobias Wolff
Los doce cuentos de Cazadores en la nieve constituyen una apasionante visión de esas ambiciones que guían al ser humano más que el amor, la lealtad o la propia vida.Tobias Wolff, un escritor imprescindible de la literatura norteamericana de hoy, descubre el desacuerdo entre la realidad cotidiana de los personajes y sus deseos más secretos.
Un chejoviano de pura cepa este Wolff. Sabio administrador de la palabra justa y sabio también en cuanto a conocimiento de la gente común y sus problemas, por cómo enfrenta a sus personajes a sí mismos, haciéndolo a través de la ironía y la distancia, pero con mucha comprensión de sus debilidades, de sus contradicciones. Como en un fugaz vistazo a las vidas ajenas (“La casa de al lado”), fenómenos como el del maltrato doméstico generan desprecio no sólo hacia quien lo ejerce, sino hacia quien lo consiente; una excusa, en realidad, para lamentar nuestra penosa condición, el daño que nos hacemos en nuestra ceguera, como deseando un estado fantástico e improbable de paz sin hombres, sin mujeres. Una jornada de caza sale mal (“Cazadores en la nieve”) y un accidente da pie a que broten las frustraciones en un grupo de amigos que son como perros viejos; engaños, autoengaños, frustraciones, crisis de la mediana edad, y una amistad entrañable, inquebrantable pese a todo… sumándose un golpe de humor como vuelta de tuerca. Un rígido profesor ve su propia capacidad de juzgar a los demás gravemente cuestionada (“Un episodio en la vida del profesor Brooke”); es fácil ponerse en una atalaya en el aburrido ambiente académico, pero cuando la vida te conduce a encrucijadas, ciertas omisiones pueden ser entendibles, y quien esté libre de pecado…
La vida estudiantil en un internado (“Fumadores”) discurre entre el amigo tonto y paleto y el amigo molón, de elevado estatus social, cuya compañía se desea por pura pretensión de arrimarse a la gente bien… un relato que saca oro de las más anodinas vivencias adolescentes para diseccionar las injusticias, los desengaños y también el conformismo, el ver las cosas como se quieren ver. Una cita romántica se ve frustrada (“Cara a cara”) al conocer el rostro verdadero del otro, de un sujeto despreciable en su comportamiento y actitudes que, sin embargo, lo ha pasado mal, tiene su lado vulnerable, como lo tiene mucha gente incapaz de encajar con otras personas; nadie dijo que el matrimonio o la pareja fueran sencillos de llevar y cada uno tiene sencillamente su versión de la historia. Una disparata odisea al volante la hallamos en “Pasajeros”, con un hombre de buen fondo que va a dar con una peculiar viajera que provoca incidentes constantes, al tiempo que tiene que aguantar a su jefe listillo; este tipo acorralado recibe por todas partes y no tiene siquiera un espacio propio para evadirse tranquilamente, en este cuento terrible pero con el que resulta difícil no reírse... en especial con un delirante discurso en torno a los israelíes y la herencia genética.
Un amor de la tercera edad en uno de esos cursis cruceros románticos (“Primera travesía”) se contrapone al de una pareja “abierta” de jóvenes recién casados, ambas con sus aciertos, sus contrariedades; enorme en todo caso la brecha generacional de los amores más apasionados y sin ataduras, un poco “inmorales” según qué puntos de vista, frente a formas de querer que se parecen más a un discreto esfuerzo del día a día. Los quebraderos de cabeza por un vehículo averiado en un accidente (“Bienes terrenales”), es decir, algo sumamente común que le puede pasar a cualquiera, se relacionan con la necesidad de ser un cabrón en esta vida que pueden sentir incluso quienes no lo son en absoluto por naturaleza; buenas intenciones, aviesas estrategias para salir vencedor en un conflicto, pero… ¿Por qué es tan imposible llevarse bien? ¿De verdad merece la pena lo contrario? ¿Quiénes somos en realidad? “Wingfield” es una semblanza breve de la guerra de Vietnam y la evocación de un recluta que es carne de cañón, un desastre. Típico cuento semejante a una iluminación momentánea; por un lado, recuerdo de experiencias imborrables, de tiempos duros, por el otro, una oda a la supervivencia, a una esperanza, una fe en que todo es posible aún.
“En el jardín de los mártires norteamericanos” es la más brutal (a la vez que discreta y elegante) patada a las instituciones y al poder, a sus normas ridículas; a un mundillo universitario de luchas de egos y por puestos muy codiciados, de realización personal que conduce al sufrimiento, callando, fingiendo y silenciando la propia voz por un beneficio que no es tal, pero llega un momento en que estalla lo reprimido durante años. “Caza furtiva” es un estudio de la descomposición familiar, de las cosas que no funcionan y de los vínculos que perviven también. Del tan buscado aislamiento del mundanal ruido y de la importancia de los pequeños instantes aislados, sin contexto, pero que expresan la felicidad, tan inalcanzable (aquí mediante la imagen inocente de un castor) por unos seres imperfectos, con sus errores, pero que tiran para adelante como pueden. Por último, “El mentiroso”, sobre un adolescente con una tendencia inexplicable y patológica a las invenciones descabelladas, es una semblanza familiar y un retrato de un padre, de una madre y de sus singularidades de carácter, del duelo y nuestras raras estrategias para curarnos a nosotros mismos, sanar nuestra vida. Mentiras que pueden convertirse, a su manera, en una forma de honestidad.