Resumen y sinopsis de Historias de Vigàta vol. 3 de Andrea Camilleri
El hilo conductor de este tercer volumen de relatos ambientados en el imaginario pueblo siciliano de Vigàta es el amor: pasión, erotismo, celos e infidelidades son los ingredientes principales de estas ocho nouvelles, sazonadas con el inconfundible sentido del humor de Camilleri y que recuerdan a «Las mil y una noches» y al «Decamerón» de Boccaccio. Camas, sillones y catres son testigos de sustos, confabulaciones, intrigas y una irrefrenable voluptuosidad que atraviesa el libro como un torrente vital que hechiza al lector y lo desarma entre carcajadas. Por estas páginas desfilan divinidades paganas, santos, vírgenes y criaturas circenses puestas al servicio de una astuta y descarada providencia narrativa que, siempre imprevisible, se burla de las expectativas enredando y desenredando a placer. Entre los protagonistas, cuatro equilibristas suecas, las atractivas y fascinantes vikingas voladoras, que montan estruendosas motos como amazonas; un cazador cazado en el uso de sus indiscretas armas de seducción; una joven fervorosa que desea tanto la santidad que, para alcanzarla, termina por corromper y corromperse; o un tío ávido y de singular bajeza moral que cree poder lucrarse de la virginidad de su sobrina huérfana. Ocho historias mordaces y pícaras, pero también llenas de piedad y de ternura, para reflejar la vida inventada de Vigàta entre 1910 y 1950 que el maestro siciliano escribe en un estado de feliz y divertida creatividad.
Aunque no sean obras maestras de la literatura, lo cierto es que los cuentos de Camilleri jamás defraudan. Además de describir magníficamente el entorno siciliano, pinta casi cinematrográficamente a sus personajes. Con buena dosis de humor ("Los fantasmas") e incluso de humor negro ("Los cazadores), siempre entretiene. Lo único malo del libro (como en los dos anteriores) es la traducción, peor que pésima. Pareciera que el traductor no conoce el castellano y traduce con la aplicación de su móvil. Las frases mal construidas (el verbo al final), gramática inusual sobre todo en los diálogos o palabras insólitas como "el apelo" para referirse a la apelación, distraen lamentablemente al lector.