Resumen y sinopsis de La rama seca del cerezo de Rafael Salmerón López
XVIII Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil 2021
Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2022
Premio Fundación Cuatrogatos 2022 y Selección OEPLI 2021
Una emotiva historia de amistad y superación.
En Hiroshima, en el año 1945, Ichiro y Masuji juegan en las calles de la ciudad momentos antes de caer la bomba atómica.
En la Hiroshima actual, Sakura, una adolescente con una deformidad en la mano, sobrevive a las burlas de sus compañeros de clase y a la incomunicación familiar, piensa que su madre no la quiere y a su padre, absorbido por el trabajo, apenas lo ve. Aiko, una amiga virtual, vive en otra ciudad y no es fácil que lleguen a conocerse. Su verdadero deseo es convertirse en dibujante de manga, aunque sabe que eso nunca sucederá.
Pero la vida de Sakura da un giro cuando se cruza con el pequeño Tetsuo y con un anciano superviviente del bombardeo de Hiroshima que guarda un gran secreto.
Increíblemente aburrida, La rama seca del cerezo trata de ser una lectura motivadora para jóvenes, de esas que intenta enseñar qué es lo realmente importante. Es una lástima que fracase miserablemente, en parte por lo insubstancial de la propia trama, por los personajes tan poco inspirados y por las diferencias culturales que impiden un entendimiento completo de la historia.
El autor de este bodrio es Rafael Salmerón. No le conocía y, sinceramente, espero no volvérmelo a cruzar en mi camino lector. Sé que con esta obra ganó un premio de literatura juvenil en 2021, lo que me hace preguntarme cómo serían de terribles los demás manuscritos. Pero volviendo al aspecto literario, Salmerón es un autor nefasto que va a lo fácil, eso sí, con un estilo de escritura simplón, carente de atractivo y con una ejecución que dan ganas de echarse a llorar. Consigue este efecto de obra pesada gracias a una prosa lenta, soporífera, vacía y con un desarrollo terrible, un lenguaje funcional y unas descripciones tan patéticas y básicas como el resto de la obra. Pero lo “mejor” está por llegar. Y sí, lo habéis adivinado, toca hablar de los personajes. El autor no se ha esmerado nada a la hora de construirlos. Te parecen tópicos, superficiales y carentes de cualquier emoción. Los separa un abismo intransitable del lector que solo puede contemplarlos desde lejos sin empatizar en momento alguno con ellos.
La rama seca del cerezo es una novela juvenil que usa el recurso manido del “quererse a uno mismo” como reclamo para enganchar a todo aquel que tenga 12 años o menos. Esto en sí mismo no es malo, pero si se hace con tan poca gracia puede resultar hasta contraproducente. Pero me entenderéis mejor si hago una pequeña sinopsis. Esta novela nos cuenta dos historias con moraleja emocional muy diferente. La primera se ubica en 1945 en Hiroshima. Un par de amigos están jugando tranquilamente sin saber que en unos minutos el horror se desatará en su pequeña ciudad en forma de bomba atómica. En la siguiente historia damos un salto temporal hasta la actualidad, pero nos mantenemos en la ciudad. Aquí Sakura es una adolescente con una vida normal y las preocupaciones clásicas de una chica normal: ser introvertida, enfrentarse al bullying en la escuela, tener unos padres emocionalmente distantes, no tener ningún amigo, etc… Ella posee además otro hándicap, nació con una malformación que hace que uno de sus brazos no sea funcional. Cuando Sakura decide hacer algo drástico al respecto se encuentra con Tetsuo, un niño que vive con sus abuelos, y con el señor Hashizume, un superviviente de la bomba que oculta un secreto. Y hasta aquí puedo desvelar, pero si habéis estado atentos ya sabéis por dónde van los tiros. La novela da vueltas sobre la culpabilidad, la expresión de las emociones (algo impensable en el Japón moderno) y las dificultades de ser diferente en una sociedad homogénea. Es una lástima que todos estos temas sean tocados de refilón porque al autor le interese más narrarnos su absurda historia con final feliz. Y es que, obviamente, el desenlace tiene que ser una oda a la esperanza perdida y recuperada, a las ilusiones y a los sueños del futuro. Y, por supuesto, esta conclusión se queda abierta con varios flecos sin cerrar.
En resumen, La rama seca del cerezo es una lectura tediosa que incluso el público al que va dirigido encontrará desesperante. Creo que con la enorme oferta que hay para este sector del público, no es un buen libro para empezar a crear adictos a la lectura. Pero puedo estar equivocada en ese tema. De cualquier manera, igual que las ramas secas hay que podarlas para permitir el crecimiento de la planta, creo que “extirpar” esta lectura de vuestra lista es lo más conveniente.