Resumen y sinopsis de Lealtad al fantasma de Enrique Serna
«Sólo hay una aristocracia verdadera: la de los buenos amantes. Lo pensé entonces, llorando de placer, y lo sigo creyendo ahora, a pesar de todo lo que pasó.»
Las ficciones tragicómicas reunidas en este libro tienen un común denominador: la irrupción de una voluntad avasalladora en las vidas de hombres y mujeres vulnerables que renacen o se desmoronan bajo el influjo de sus fantasmas. ¿En qué se transforman los seres proclives a dejarse invadir, ya sea en la entrega amorosa, en la idolatría, o en la sumisión a un artífice traicionero? Siete cuentos de humor negro relatan ese apocalipsis íntimo desde el ojo de la tormenta.
Con una voz narrativa que va de la empatía a la ironía, de la sátira a la tesitura sentimental del bolero, Enrique Serna cuenta la cruel anagnórisis de un yonqui francés, el amargo crepúsculo de un donjuán provinciano, la disputa de una pareja mal avenida por el cariño de su adorable mascota, la zozobra de un apóstol de la enseñanza enamorado de su mejor alumna, la devoción patológica de una empleadilla unida en espíritu a una diva de Hollywood, las angustias de un ombusdman trastornado por una inyección de autoestima erótica y el colapso de una abuela en brama cuando invade su lecho la polarización política del país.
La comedia de las pasiones narrada por un encantador de serpientes.
Hay autores que despiertan más mi interés a través de las entrevistas que conceden o en diversos foros que con sus libros. Es el caso de Enrique Serna de más en más.
En los siete relatos de este libro utiliza los mismos recursos tan suyos, oscuros y apocalípticos, pero en mayor escala (y no sé si hay necesidad de tanto). Por lo demás su cuento Paternidad responsable me recordó El matrimonio de los peces rojos, de Guadalupe Nettel, quien sin ser melodramática retrata la condición humana a través de diferentes animales. Algunos otros relatos de Serna me parecieron innecesariamente largos y su léxico, muy mexicano, no sería fácilmente traducible.
¡Ah!, y es muy desafortunado el título de su sexto y penúltimo relato que de entrada es tendencioso, por no decir machista, porque el otro personaje central de ese relato no merece un lugar de sublime consideración.