Resumen y sinopsis de Dios emperador de Dune de Frank Herbert
Dios emperador de Dune es la cuarta entrega de la fascinante saga de ciencia ficción de Frank Herbert.
Esta cuarta entrega de la saga "Dune" centra su trama en la figura mesiánica de Leto Atreides II (hijo de Paul Atreides, heroe cuya estirpe hunde sus raíces en la legendaria casa griega de los Atridas) y nos lleva, a traves de diversos dilemas eticos, a comprender los mitos que necesita la humanidad y a los heroes que los encarnan. El futuro, en el mundo de Dune, pertenece solo a los que son capaces de pensar por sí mismos.
Esta saga apasionante plantea por primera vez de forma completa, racional y convincente todo un mundo absolutamente diferente del nuestro. Sus referencias a los problemas ecológicos, el poder de las drogas y la fuerza de los mitos la han convertido en una obra de culto para millones de lectores en todo el mundo.
En esta cuarta parte de la saga, Arrakis es un vergel tras un lapso de milenios desde los anteriores acontecimientos, que ahora se recuerdan como mitos. Los gusanos de la arena se han extinguido y los escasos fremen que sobreviven lo hacen en reservas donde practican una cultura reducida a un folclore hueco, sin relación con las duras condiciones que daban sentido a su forma de vida. La sociedad ha retrocedido artificialmente a un estado de subdesarrollo medieval bajo el gobierno despótico de Leto II, un ser omnisciente, híbrido de humano y gusano que administra lo que queda de la preciada “especia” con puño de hierro y reprime cualquier intento de rebelión.
Tras el éxito editorial de “Dune”, Herbert podría haber optado por vender como churros libros de fácil digestión. Sin embargo, presenta una obra igual de desafiante en su trama en exceso retorcida de conspiraciones y contraconspiraciones, recargados diálogos filosóficos al borde de lo ininteligible y una ampliación de sus temas y conceptos: el poder absoluto que degenera en tiranía, la evolución cíclica de nuestra especie a través de la historia, el progreso técnico frente al estancamiento, la ingeniería genética y social, la ecología como marco de dicha evolución, la trascendencia de los límites de lo humano, así como el don y la maldición de predecir un futuro cuya visión supone una intervención y alteración de sus designios, dando lugar a toda índole de paradojas y a una profecía autocumplida, o estrecha telaraña cósmica que se cierra implacable sobre aquellos capaces de moverse en sus vertiginosas corrientes.
Como protagonista absoluto, el Dios emperador es un personaje siempre desafiante, difícil de descifrar, ya que se expresa con enigmas, al margen de la limitada comprensión de unos simples mortales que no entienden el alcance de sus planes, aunque unos últimos vestigios de humanidad perviven en la criatura degenerada en que se ha convertido, cínica y hastiada del poder. Tratándose del mayor déspota de la historia, es al mismo tiempo nuestro salvador y la última salvaguardia contra los impulsos destructivos del hombre, desencadenados por la yihad y posterior imperio de su padre y predecesor, Muad’dib. Sería, por lo tanto, una necesidad histórica, el único capaz de abrir, con sus excesos y manipulaciones políticas, económicas, etc. el “camino dorado” que garantizará el porvenir y la libertad. Leto II es, por lo tanto, un ser abyecto que no puede evitar encontrarse trágicamente solo desde el momento en que elige tomar dicho camino.
“Dios emperador de Dune” puede interpretarse por momentos como una justificación de la dictadura como “mal menor” y de los medios ilegítimos para alcanzar un fin legítimo, pero en el fondo se trata de una de las mayores críticas que se hayan realizado de los gobiernos carismáticos y totalitarios, sustentados en la obediencia al líder, la enajenación colectiva y el fanatismo, la conformidad con un estado de cosas. Su enfoque es descreído, rechazando todo tipo de ideología, religiones o principios inmutables, al menos más allá de una idea de cambio constante e impredecible. Cada capítulo lo encabeza, como viene siendo costumbre, citas textuales que arrojan nueva luz, o bien oscurecen aún más; el lenguaje, sus usos, vacíos, manipulaciones e interpretaciones (“siaynoq”), la historia y sus versiones oficiales y extraoficiales…
Para bien o para mal, nada en Herbert se explica inequívocamente y es el lector quien debe navegar y abrirse paso por sus intrincadas páginas. Se sirve de muletillas de estilo muy pobres (tal o cual personaje que “echa fuego por los ojos”), sus escenas románticas, de puro burdo, serían ridículas si no fuera todo tan solemne, la información se sucede sin tiempo a que la asimilemos. Su concepción estereotipada de los sexos, así como sus explicaciones de ciertos comportamientos en base a una pretendida homosexualidad reprimida resultan bastante risibles además. Se incrementan las menciones al pasado remoto, desde Bach a los jesuitas, pasando por Asurnasirpal II, que son como la puntilla para hacerlo todo ya completamente demencial.
Contamos al menos con la presencia, algo más cercana y empática, de Duncan Idaho; aquí un guerrero clásico con sus valores obsoletos de virilidad y fiel obediencia, arrancado de su tiempo para habitar un mundo que no entiende, recordar con un halo de nostalgia aquello que una vez fue.
Novela que podría tener 100-150 páginas menos. Cierta parte del argumento te mantiene atento a la lectura pero hay mucho filosofismo religioso entre medias, que en mi opinión, hace muy pastosa la lectura.
Decepcionante cuarta entrega de la saga Dune, donde el lenguaje espeso cobra relevancia sobre una historia sosa y poco interesante. Lectura prescindible.
Un libro muy completo, me parece que es igual de completo que el 1ro, cosa que no encontré en el 2do ni 3ro. Si te gusta la ciencia ficción clásica no puedes dejar pasarlo.
Cuarto libro de la saga, ya empieza a desviarse de su narrativa inicial llevando la historia al futuro y desvirtuando muchos de sus puntos fuertes. Aun así, mantiene el ritmo para cerrar la mayor parte de la trama