Resumen y sinopsis de ¡Music-hall! de Gaétan Soucy
Estamos en Nueva York, a finales de los años veinte, en compañía de una peculiar ralea: un equipo de derribo. El inicio lo marcan los funerales de una niña muerta por el hundimiento de una escalera y el cortejo fúnebre que serpentea lentamente entre socavones y campos de ruinas antes de que estalle la pelea entre derribantes y derribados. Allí se encuentra Xavier X. Mortanse, que afirma ser un inmigrante húngaro recién llegado. Al menos eso es lo que cree. Se acuerda de despertarse un día en un muelle de los Estados Unidos, de las onzas de chocolate encontradas en el fondo de un bolsillo, de su nombre tatuado en la muñeca. Inocente absoluto, horrorizado por la vida, Xavier llega cada tarde cubierto de polvo y de humillaciones a su cuartucho de un octavo piso, justo al lado del de Peggy Sue Ohara, que lo mira con dulzura. También hay un cofre cerrado con llave. Y en el cofre una rana salida de unos dibujos animados de los años cincuenta. Con sus luces y sus sombras, ¡Music-hall! es una historia fuera de lo común, un verdadero espectáculo a la medida de Nueva York, poblado de enigmas y de espanto. Pero también es uno de los cantos más puros jamás escritos sobre el sufrimiento mental, la soledad humana y el estupor de existir.
Anonadada y muy confusa es como me ha dejado la lectura de ¡Music-Hall! Y es que siendo sincera… no tengo ni la más remota idea de lo que he leído. Estamos ante una novela única en su género, fuera de las clasificaciones literarias ordinarias y todo un reto a la hora de leerlo. Pero lo más sorprenderte de todo es que no es una obra densa o pesada, lo que te permite agilizar la lectura y terminarla realmente rápido.
El autor, Gaétan Soucy, era un absoluto desconocido para mí. Y visto el resultado de nuestro “encuentro” literario, tardaremos bastante tiempo en volvernos a encontrar. Pero lo que hay que reconocerle a Soucy es que es un magnífico escritor. Su estilo de escritura es muy dinámico y depurado gracias a una prosa rica y compleja, un lenguaje lleno de ornamentos líricos y musicales, así como unas descripciones concisas y explicativas. Los personajes que crea Soucy son maravillosos. Muy bien construidos, el autor sabe dotarlos de realismo (y eso en esta historia es toda una proeza) y una gran psicología que hace que resulte muy sencillo encariñarte con ellos. En especial con Xavier, protagonista de la novela, un ser de una ingenuidad infantil que trata de sobrevivir en el caos de la gran ciudad.
La historia que cuenta ¡Music-Hall! resulta fascinantemente complicada. Y es que Soucy ha creado un universo original y profundo, usando como capa externa el Nueva York de los años veinte. Así que nos embarcamos en esta peculiar aventura con Xavier X. Mortanse, joven inmigrante húngaro (supuestamente) que trabaja como aprendiz de derribante. Xavier es un inadaptado. Un ser retraído e inocente que no comprende ni la vida, ni a los seres humanos, y va dando tumbos buscando una razón a su existencia, más allá de la de escribir a su hermana Justine. Un día en la obra se encuentra un cofre que contiene una rana cantarina. Y, a partir de entonces, la rueda del destino comienza a girar marcando la trágica vida de Xavier. Pero pasan muchas cosas más allá de esta trama principal. Y es que el libro está repleto de historias secundarias, más o menos largas, llenas de personajes memorables que se van entrelazando entre sí, aunque ellos ni siquiera lo sepan. Así que conocemos a una familia de derribados, a científicos locos, a filósofos falsos, avestruces psicoanalistas y un largo etcétera. Y bien oculto y muy diluido entre el océano de absurdez que configuran las tramas de esta obra, hay algunos pasajes sobre la condición humana, el dolor y el sufrimiento, la identidad y la miseria, francamente hermosos, que hacen que leer esta obra no sea tiempo perdido del todo. Y luego llegamos al final, que es más de lo mismo. Aclara alguna cuestión pero siempre deja muchas cosas sin explicación, algo a lo que estás más que acostumbrado si tenemos en cuenta que durante la lectura de toda la novela tenía la sensación de que me estaba perdiendo muchas cosas que no se apreciaban a simple vista.
En definitiva, ¡Music-Hall! es una de esas lecturas extrañas que alguno se encuentra en su camino lector. Pero, más allá de la anécdota, no terminas de captar la esencia del libro, lo que te hace muy difícil interpretarlo de manera correcta. Mi recomendación es que sopeséis muy bien si lo queréis leer o no. Y si decidís embarcaros en su lectura, lo hagáis con la mente muy abierta y el corazón lleno de compasión. Y es que, a diferencia del music-hall de aquella época, esta novela te recuerda que detrás de todo espectáculo esplendoroso hay una parte oscura, bastante más fea y brutal, que es lo que llamamos vida.